Ha nacido una nueva editorial: Altamarea, dedicada a la literatura italiana, de la que aún queda tanto por descubrir a los lectores españoles. Con tres colecciones –narrativa del siglo XX, ensayo y libros infantiles–, empieza su andadura en ficción con La viña de uvas negras (1953), la primera novela de la siciliana Livia de Stefani (Palermo, 1913 – Roma, 1991), con la que obtuvo una gran repercusión y todavía no había sido vertida al castellano. La edición cuenta, además, con un interesante epílogo de Marta Sanz, que analiza el texto con minuciosidad y lo sitúa en una década en la que la literatura del país brilló de forma particular, con novelistas como Natalia Ginzburg, Elsa Morante o Giorgio Bassani, entre otros. En junio vendrá una recuperación de La playa(1942), de Cesare Pavese, en una nueva traducción, y ya han anunciado que un libro de la prestigiosa Dacia Maraini está en camino. No está mal, no está nada mal. De momento, hablemos de la obra de Livia de Stefani, una carta de presentación más que digna.Livia De Stefani creció en una familia de terratenientes prósperos de Sicilia, donde vivió hasta los diecisiete años, momento en el que se estableció en Roma y comenzó a escribir. Aunque su estatus le permitió acceder a una educación privilegiada para las chicas de la época, sufría la opresión por los rígidos valores morales y las restricciones impuestas a los más desfavorecidos, en particular, a ellas. Este universo corrompido, patriarcal, desigual, constituye la esencia de su novela, que retrata un microcosmos tóxico en el que las mujeres y los más humildes están condenados a ser las víctimas, en sintonía con la Sicilia que plasmó Luigi Pirandello medio siglo antes en La excluida (1901). El patriarca se asienta como figura dominante (en la sociedad, en la familia) y su tiranía no solo no encuentra rival, sino que termina por destruir a sus allegados. Aquí no triunfa el bien sobre el mal; este es un libro feroz, que denuncia los abusos con un estilo claro y lírico. Literatura, eso es.En la Sicilia de los años treinta, Casimiro Badalamenti se marcha de su pueblo natal, en el monte, para instalarse en una localidad costera. Se le relaciona con asuntos de la mafia, por lo que se ha visto obligado a huir para evitar más problemas. En su recién estrenado hogar convive con Concetta, una mujer «de mala vida» treintañera que siente que se le acaba la juventud y se aferra a él con la esperanza de mejorar sus condiciones antes de que sea demasiado tarde. Está decidida a quedarse embarazada, desea ser madre y, además, confía en que de este modo él se casará con ella. Y, tal como quiere, llegará un hijo y luego otro, pero las intenciones del autoritario Casimiro, que sigue metido en negocios turbios, estarán lejos de complacerla. Ni la maternidad ni la convivencia con él serán como Concetta esperaba. Años más tarde regresarán a la montaña, a la tierra de viñedos de los Badalamenti; un punto de inflexión que supondrá un revés doloroso y definitivo para el clan.
Livia de Stefani
La novela examina las relaciones de poder entre el patriarca y los demás: la mujer, los hijos y los vecinos del pueblo que se ven presionados por él. Los personajes resultan un tanto planos, pero eficientes para aquello en lo que sobresale la autora: el tratamiento sin paliativos de la violencia, los tabús, el tráfico de influencias, la falta de recursos para rebelarse. Incluso en este ambiente hay espacio para la esperanza, el amor desesperado, la ternura entre padres e hijos, el humor suave en las conversaciones cotidianas. No obstante, no atenúan el destino al que están abocados, un desenlace catártico coherente con el planteamiento; los buenos no se salvan en Sicilia. Por último, Livia De Stefani brilla asimismo por la poesía de su lenguaje, que se funde con el paisaje de la isla: las metáforas con la naturaleza, el simbolismo de elementos como la montaña y el mar, la riqueza de imágenes sugerentes y evocadoras. Un estilo rico, elegante y cuidado que contrasta con la crudeza de los hechos y engrandece más si sabe la obra. No da puntada sin hilo. Sin duda, un debut muy meritorio.