Primavera de 1938, Viena ha dejado de ser un lugar apacible: gobiernan los nazis. La única salida es marcharse, pero no es fácil. Elise Landau lo consigue por medio de un anuncio de trabajo: en la mansión isabelina de Tyneford, en la lejana Inglaterra.Hija de un escritor y una cantante de ópera, hermana de una virtuosa instrumentista, mimada desde su infancia, tendrá que trabajar de doncella. Elise, que siempre tuvo servicio en casa, no sabe cocinar, ni dar brillo a la plata, ni cera a los suelos, ni servir el té. Tampoco maneja el inglés.En Tyneford se enfrentará a los celos y las envidias, a las humillaciones clasistas, pero también descubrirá el amor. Sus únicos lazos con su hogar son cartas de su hermana y una viola en la que su padre escondió un manuscrito antes de partir. La guerra se acerca, el mundo está cambiando y Elise también.
Elise Landau ha crecido en un entorno privilegiado y se ha negado a convertirse en un adulto, le gusta ser la pequeña mimada en una familia de genios. Pero Viena se ha convertido en una ciudad hostil para una familia judía. Sus padres consiguen un visado de servicio para alejar a Elisa del peligro.Sola en Inglaterra, sin apenas hablar el idioma y enfrentándose a las duras tareas de servir en una casa, Elisa iniciará su nueva vida añorando su familia y soñando con reunirse con su hermana que ha conseguido viajar a Estados Unidos. Los acontecimientos la obligan a madurar a marchas forzadas, sin embargo entre tantas vicisitudes descubre el amor en un joven encantador pero también codiciado por otras mujeres que no dudaran en humillarla.Me llamó la atención que La viola de Tyneford House estuviera basada en hechos verídicos. La autora refleja la historia de una tía abuela que tuvo que huir de Austria en 1938 y se vio obligada a convertirse en niñera en Inglaterra. Otro hecho verídico novelado es lo sucedido en Tyneford, en la realidad Tyneham, que se convirtió en un pueblo fantasmal durante la Segunda Guerra Mundial. Con estos dos hechos en una etapa del siglo XX que me apasiona convirtieron la novela de Natasha Solomon en un libro imprescindible de leer. Lo primero que destacaría es el talento de Natasha Solomon, con una narrativa sencilla pero intachable nos atrapa en el recuerdo de Elisa Landau. La historia, al ser narrada en primera persona y con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, no permite ser testigos de cómo una inmadura Elise se convierte en una mujer decidida a luchar por los que ama. Si bien la novela relata una historia de separación y pérdida, ya sea física o emocional, la protagonista no carece de sentido del humor y provocación. No está acostumbrada a agachar la cabeza ni callarse, lo que la lleva a vivir situaciones entretenidas o comprometidas entre tanta nostalgia por el pasado. Peca de ser corriente, pero ese rasgo la hace especial, cercana, frágil y a la vez fuerte y rebelde. Su historia es agridulce, siempre entre dos mundos Elisa no pertenece a ninguna clase, lo que la aísla. Es una protagonista que no deja indiferente.La ambientación es exquisita, a través de la sensibilidad de una joven solitaria, no nos cuesta mucho imaginar la decadencia Tyneford House o la propia campiña agreste que la rodea. Las descripciones son precisas sin frenar el ritmo porque son una parte mas de la historia. Si bien la guerra es un telón de fondo que altera la vida de los personajes de la novela, apenas si tiene presencia entre las páginas de la novela, me refiero a que carece de batallas o persecución a judíos, porque todo transcurre en un paraje aislado donde apenas les llegan los coletazos de los acontecimientos belicosos. Aun así la contendía que sacude Europa afecta a cada uno de los habitantes de Tyneford, ya sea el servicio o los señores. Cada personaje está muy bien perfilado, los descubrimos a través de los ojos de Elisa, de los sentimientos que despiertan en ella. Cada uno muestra muchos matices, rompiendo los tópicos. Sin embargo hay dos personajes especiales: la mansión de Tyneford y la viola que lleva consigo Elise. Ambos tienen su historia y repercuten en la joven.En conclusión, La viola de Tyneford House es una historia de superación y de amor atípicos. He disfrutado de principio a fin por su protagonista y por los giros que la autora da a su novela. Sin duda, y a pesar de su lado más trágico, es muy recomendable.