La violencia en contra de las mujeres no sólo es una flagrante violación de los derechos humanos, si no que se ha convertido en un importante problema de salud pública, sostiene dicho reporte. Basta con ver las cifras.
El 35% de las mujeres del mundo –más de una de cada tres— han sido víctimas de violencia física y/o sexual, la mayor parte a manos de su propia pareja. Casi un tercio de las mujeres que han mantenido una relación han sido víctimas de violencia física y/o sexual por parte de su pareja.
Un dato adicional –muy preocupante— es que este problema se inicia muy pronto: treinta por ciento de las mujeres de entre 15 y 19 años ha sido maltratada por su compañero o ex compañero sentimental.
Casi cuatro de cada diez homicidios femeninos son resultado de la violencia conyugal. Es decir, son perpetrados por las parejas o ex parejas. En el caso del Sudeste asiático, esta cifra alcanza más de la mitad de los crímenes contra mujeres: 55 por ciento.
La propia Organización Mundial de la Salud sostiene que estas cifras resultan “alarmantes”, y la violencia física o sexual contra la población femenina es un verdadero “problema de salud pública, de proporciones epidémicas”.
No hay que olvidar que las mujeres que han sido víctimas de abusos físicos o sexuales por parte de su pareja corren un mayor riesgo de padecer problemas de salud importantes. En particular, se ha podido comprobar que estas mujeres tienen más del doble de probabilidades de sufrir un aborto o de caer en depresión; además son 2.3 veces más propensas a padecer trastornos relacionados con el consumo de alcohol.
En México la situación es igualmente alarmante. Según datos del Inegi, casi la mitad (47.1 por ciento) de las mujeres mayores de 15 años han sufrido al menos una agresión por parte de su pareja sentimental. Si bien las cifras no son plenamente comparables*, ya que usan diferente metodología e incluyen diferentes conceptos, muestran con claridad que en el país existe un gran problema de violencia en contra de las mujeres.
Una conclusión que puede desprenderse del informe de la OMS para nuestros tecnócratas (y usando el frio lenguaje de los datos, que tanto les gusta), es que si no es por una cuestión ética y de derechos humanos, resolvamos este problema por razones económicas. Atender las consecuencias de la violencia en contra de las mujeres le está costando al sistema de salud miles de millones de pesos.
Ya sea por una u otra razón, pero actuemos ya. Está pasando todos los días frente a nosotros. Qué estamos esperando. Urge.
Publicado en SinEmbargo.mx, 24 de junio de 2013
* Los datos del Inegi incluyen cuatro formas de violencia: la emocional o psicológica, que comprende actos que atentan contra la psique de la mujer, como menosprecio, intimidación, humillación, etc.; la económica, que son hechos encaminados a controlar los recursos económicos del hogar para presionar a la mujer, con acciones como amenazar con no aportar para los gastos domésticos, o criticar a la mujer por la forma en que administra tales gastos; la violencia física, que afecta la integridad corporal de la mujer, como empujones, patadas, golpes, aventones, etc.; y la violencia sexual, cuyo fin es la obtención de relaciones sexuales sin el consentimiento de la mujer.