La fabricación exacta de algunos de los telescopios de Galileo, sigue siendo un misterio. Un fragmento escrito, una lista de compras apuntada en una carta, permite a los historiadores suponer los materiales que Galileo utilizó para sus lentes. Y así los ingredientes para uno de los telescopios más famosos de la historia: un tubo de órgano, moldes para dar forma a las lentes, abrasivos para el pulido de vidrio se entremezclan con recordatorios para comprar jabón, peines y azúcar.
Es una aburrida lista, tan falta de brillo como el tubo sin lustre del museo. Sin embargo, lo que surgió de ese tubo, como del hombre que lo fabricó, era cualquier cosa menos ordinaria. "Galileo fue uno de los presentes en el nacimiento de la astronomía moderna", afirma Gingerich del Harvard-Smithsonian.
En la dedicatoria de "El mensajero de los astros", estaba dirigida a Cosme II, Galileo elogió el esfuerzo de "preservar del olvido y la ruina nombres dignos de la inmortalidad." Sin embargo, las lunas de Júpiter llamadas mediceas han llegado a ser más conocidas como los satélites galileanos, y en 1989, una nave espacial llamada Galileo fue lanzada por la NASA para estudiarlas. 2009, fue designado como Año Internacional de la Astronomía de las Naciones Unidas en honor al 400 aniversario de las primeras observaciones telescópicas de Galileo.
La fama que Galileo que buscó y obtuvo, se la ganó. "Galileo entendió lo que era fundamentalmente importante" sobre sus observaciones telescópicas, dice Gingerich. "Es decir, que nos muestra un universo totalmente nuevo."
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Publicado en Odisea Cósmica
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