No hace ni cinco meses que reseñé la primera novela de Víctor del Árbol, El peso de los muertos, pero... no puedo evitar reseñar ahora, que la tengo recién acabada, la última: La víspera de casi todo. No voy a negarlo, Víctor ya me había ganado antes de leer cualquiera de sus obras, simplemente con ver sus comentarios y su forma de hacer en las redes y de ver las opiniones de otros lectores ya sabía que iba a añadir a un autor más a mi lista de favoritos, y... tras leer, como comentaba antes, El peso de los muertos y visitarle en la Feria del Libro de Madrid el año pasado, así fue. Además, aunque tengo pendiente en casa Respirar por la herida, tenía muchas ganas de 'hincarle el ojo' a su último libro por varios motivos: 1) me llamó la atención cuando se publicó y más aún cuando fui a su presentación en Madrid, 2) me lo regalaron unos amigos por mi cumpleaños a sabiendas de las ganas que le tenía, 3) Víctor estuvo majísimo firmándome el libro en la Feria del Libro de Madrid de este año, y eso que le asalté en mitad del paseo y no en la caseta como debería ser y 4) como ya os he comentado varias veces, he vuelto hace poquito de Galicia y de pasear por Costa da Morte (donde está hecha la foto de cabecera de la entrada), lo que le da un punto extra, jeje.
Pero bueno, que me enrollo mucho... ¿Por dónde empezar a reseñar este libro? si os tuviera a mano para preguntaros ahora mientras escribo os preguntaría que os interesa saber primero: cómo son los personajes, de qué va la trama, en qué género lo encasillo, cuáles han sido mis sensaciones al leerlo... pero, por desgracia, no os tengo delante y me tengo que dejar llevar por mi libre albedrío, así que... a ver qué sale.
Náufragos a la deriva de su propia vida, los cuatro protagonistas principales de La víspera de casi todo arriban en Costa da Morte (escenario elegido por el autor por lo inhóspito del lugar) para perderse o... para encontrarse, según se mire y es que, como dice uno de ellos:
A veces hay que mantenerse un tiempo alejado del mundo para permanecer en él.
Juan Gelman, poeta con cierta relevancia a lo largo de la novela
Paola, Dolores, Mauricio y Germinal (los cuatro protagonistas antes mencionados) se encuentran en un remolino en el que las mareas de agua son su pasado, su presente y su futuro, sus miedos y sus esperanzas en una pugna por ver cuál de ellas se mantiene a flote. Pugna que hace que te adentres en la novela y, por tanto, en la vida de cada uno de sus personajes haciéndote querer saber, página a página, qué misterios entrañan cada uno de ellos, por qué procediendo de lugares tan dispares (Argentina, Portugal, Málaga...) han ido a coincidir en el fin del mundo.Pero... creo que me estoy saltando cosas, ¿no? por ejemplo, decir que La víspera de casi todo es una novela coral en la que, para mí, los cuatro personajes citados antes son los principales pero no los únicos. Así como no son sólo cuatro las historias que forman la urdimbre de esta obra. Víctor del Árbol teje como nadie tramas varias en las que mezcla, sin que desencaje ninguna pieza, temas tan distintos como la muerte, la venganza, el miedo, el rencor, la culpa o el amor. Al igual que no flaquea a la hora de llevarte de un tiempo o lugar a otro: en una página puedes encontrarte recordando el trabajo que hiciste hace tres años y en la actual trabajar en lo que tienes en ese momento (tres años después) entre manos o bien puedes estar paseando por Buenos Aires y en la siguiente estar bebiendo whisky en Barcelona, y todo ello sin que el lector se pierda entre personaje, historia, escenario o tiempo... todo un mérito.
Sin embargo, considero que no hay que valorar esta novela por la técnica con la que está escrita (que para mí es impecable), sino por lo que transmite, que es mucho. Gracias a la forma de narrar de Víctor, que hace que visualices cada palabra, frase o escena con ese lenguaje tan suyo y a la gran caracterización de los personajes, algunos, por no decir todos, os dejarán con la boca abierta, La víspera de casi todo, por una parte, transmite esa sensación de desasosiego, que te produce un leve malestar y te revuelve un tanto las entrañas, común a todas sus obras; pero, por otra parte, y algo contradictoriamente, te transmite paz porque, a pesar de todos los sinsabores y sufrimientos, los personajes siguen, aunque sea pendiendo de un hilo, aferrándose a la vida y combatiendo contra la tempestad.
Resumen: Germinal Ibarra es un policía desencantado al que persiguen los rumores y su propia conciencia. Hace tres años que decidió arrastrar su melancolía hasta una comisaría de La Coruña, donde pidió el traslado después de que la resolución del sonado caso del asesinato de la pequeña Amanda lo convirtiera en el héroe que él nunca quiso ni sintió ser. Pero el refugio y anonimato que Germinal creía haber conseguido queda truncado cuando una noche lo reclama una mujer ingresada en el hospital con contusiones que muestran una gran violencia.
Una misteriosa mujer llamada Paola que intenta huir de sus propios fantasmas ha aparecido hace tres meses en el lugar más recóndito de la costa gallega. Allí se instala como huésped en casa de Dolores, de alma sensible y torturada, que acaba acogiéndola sin demasiadas preguntas y la introduce en el círculo que alivia su soledad.
El cruce de estas dos historias en el tiempo se convierte en un mar con dos barcos en rumbo de colisión que irán avanzando sin escapatoria posible.