Título: La voz de los árbolesAutora: Tracy ChevalierEditorial: Duomo Editorial, 2017Páginas: 352.
SINOPSIS.
UN HOMENAJE A LOS HOMBRES Y MUJERES QUE FORJAN LA HISTORIA
La familia Goodenough ha dejado atrás la Nueva Inglaterra del siglo XIX para instalarse en los pantanos de Ohio y lleva consigo algunas ramas de su manzano favorito.
Pero en el huerto que plantan se hunden también las semillas de la discordia entre James y Sadie Goodenough. Mientras James adora las manzanas dulces, Sadie prefiere refugiarse en la sidra.
Esas diferencias irreconciliables afectan a sus hijos y obligan al menor de ellos, Robert, a abandonar Ohio y buscar fortuna. El amor hacia los árboles, heredado de su padre, le acompaña en su viaje hacia el Oeste. Allí descubre el amor de la mano de una vivaz cocinera y, gracias a un comerciante de semillas, los secretos de las poderosas secuoyas.
Entre estos árboles centenarios de California, encuentra consuelo y, con el tiempo, algunas respuestas.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Esta historia no es para todo el mundo. Ya lo escribo antes de explicar los motivos. La voz de los árboles es la historia de una familia, los Goodenough, pero sobre todo, es una novela donde los olores, los sabores, el amor a los árboles y a la naturaleza se palpa y se disfruta a lo largo de todo el texto. Es una novela sobre los sentidos y para los sentidos. Algunos podéis pensar que exagero o que estoy escribiendo con excesiva imaginación pero no. En este libro las manzanas se huelen a lo lejos, el destroce de un manzano te duele tanto como al padre de la familia que los cuida y se muere por ellos. Más que que se muere, se mata porque se los ama y porque se los odia a partes iguales.
Johnny Appleseed
No hace mucho que me pasó algo similar a lo que me ha ocurrido con este libro. Cuando leí El murmullo de las abejas de Sofía Segovia, la forma de escribir de la autora me transmitió, más que la historia de la familia en si, esa simbiosis entre hombre (Simonopio) y naturaleza (abejas) tan completa, donde el hombre se difumina en el entorno natural que le rodea y una se enamora de ese tipo de hombre tan natural y de la naturaleza en la que se desenvuelve. Algo parecido me ha pasado con lo que Tracy Chevalier nos muestra en esta historia. Sin devaluar la historia y la tragedia de la familia Goodenough y el devenir de cada uno de sus miembros, la naturaleza, los árboles impregnan toda la vida del padre, James, y del hijo, Robert con un amor a lo que son y lo que representan que nada está por encima de ese sentimiento.La novela nos sitúa en Ohio (siglo XIX), en un lugar llamado Pantano Negro donde las condiciones de vida son extremas por el exceso de humedad, el exceso de insectos, las enfermedades y la dificultad para que los árboles puedan desarrollarse sin que se pudran. En ese espacio, la familia intenta comenzar una nueva vida enfrentándose al hambre e intentando hacerse propietarios de una tierra que se empeña en expulsarlos dificultando su supervivencia. En ese ambiente, el matrimonio mantiene un enfrentamiento a muerte por el tipo de manzanos que conviene plantar: James, lucha por criar manzanos Golden Pippin, manzanas de mesas con un sabor peculiar, que son manzanas que proceden de sus antepasados y Sadie, la madre, lo que quiere es criar manzanos para obtener alcohol (sidra, aguardiente, etc), un alcohol al que es adicta desde que llegó al Pantano. Una lucha matrimonial a muerte que repercute en todos sus hijos y que marca el devenir de la familia y su futuro. Un entorno que no sólo pudre las raíces de los árboles sino que pudre la forma en que las personas se relacionan.
Con independencia de la estupenda ambientación, una ambientación que se percibe y se siente en todo momento, me han gustado especialmente algunos de los personajes a pesar de que existe una mezcolanza de tiempos bastante grande en la novela que te provocan algún tipo de añoranza de algunos de ellos. Junto a esta mezcla de tiempos, llama la atención que la historia tiene partes en que Sadie cuenta en primera persona lo que piensa, lo que interpreta y lo que hace y es tan tremenda que todo lo que expresa es fuerte y extremo, y otras partes en que un narrador omnisciente nos va relatando el resto de la historia desde otro punto de vista más sereno y tranquilo.
Si alguna vez la manzana fue manzana de la discordia desde luego no fue en el paraíso sino en el Pantano Negro y en el seno de esta familia. Unas manzanas que dividen a una familia y que marca su final de modo trágico. Pero también unas manzanas que nunca se olvidan, que se añoran y que cuando se encuentran, reconfortan. Una historia trágica pero que se lee de forma muy sentida y muy agradable por como está escrita. Absorbente y seductora. Un regalo para los sentidos.