El escenario principal de esta historia es la madrileña cárcel de mujeres de Ventas. Allí conocemos a varias de las presas que durante la posguerra y la dictadura franquista lucharán con toda su alma contra las injusticias, para defender con uñas y dientes la dignidad, el coraje, la esperanza y la solidaridad. Porque saben que estar unidas es la única arma que tienen para enfrentarse a la humillación, la tortura, el aislamiento, la soledad y la muerte que cada día les acechan entre los muros de la prisión. La complicidad, las confidencias, los recuerdos, los sueños, las risas, las cartas, los paquetes y las visitas serán sus tablas de salvación para escapar de los horrores que cada día les inflingen las carceleras, las guardianas y las monjas. Pero ellas no se rendirán tan fácilmente. Porque todas tienen motivos de sobra para luchar, para sobrevivir, para recordar, para mirar atrás, pero también adelante. En definitiva, para vivir. Para salir y contarlo. Hortensia desea reencontrarse con su novio Felipe, pero también con su hermana Pepa. La vida de estos tres personajes se entrecruzará una y mil veces, muchas veces sin que ellos sean conscientes. Hortensia está en la cárcel, Felipe en el monte y Pepa en una pensión de la calle Atocha. Pero los tres son luchadores, infatigables defensores de la justicia, la dignididad y sus principios, a los que jamás renunciarán, por nada ni por nadie. Aunque eso les pueda costar la vida. Tomasa sueña cada noche, cada día, a todas horas con ver el mar. Con recordar a su marido, a sus hijos, a sus seres queridos. Con vencer a la soledad. Reme solo desea reencontrarse con su marido Benjamín. Y Elvira, uno de mis personajes favoritos junto con Hortensia y Pepa, hará lo imposible con tal de estar otra vez con su hermano Paulino, a quien vio por última vez en el puerto de Alicante. Quiere hacerse una cola de caballo con un lazo rojo y mover la coleta solo para él, para oír una vez más cómo le llama chiqueta. Esta es la historia de hombres y mujeres que perdieron la Guerra Civil pero que no por eso son perdedores. Porque ellos jamás perderán la ilusión, los principios, las ideas, la esperanza, las ganas de luchar, de soñar, de vivir. Unos lo harán en el monte, en la guerrilla, otros en la retaguardia, en Madrid, y otros en la cárcel. Pero todos usarán su ingenio, su complicidad, su rabia y su frustración para burlar una y otra vez la censura, la prohibición, la asfixia que les infringe la dictadura. Y por eso se burlarán una y otra vez de La Veneno, de La Zapatones, de Mercedes o de la chivata. Con un estilo ágil, sencillo, cercano y, por encima de todo, intenso, Dulce Chacón nos relata una historia imprescindible, que todos deberíamos leer para conocer y homenajear a esos hombres y esas mujeres que jamás se rindieron, que fueron fuertes, pero también tiernos. Que hicieron una guerra y la perdieron, pero que jamás perdieron su capacidad de sufrir y de amar. Precisamente una de las historias que más me ha gustado es la de Pepita y Paulino. Un amor que tuvo que esperar muchos años para poder nacer del todo, para poder crecer y para poder vivir a pesar del paso del tiempo y de la distancia. Sin duda os animo a todos a conocer a Reme, Tomasa, Hortensia, Elvira, Pepita, Felipe, Paulino, Sole, Tensi, doña Celia, don Fernando y tantos y tantos personajes que, al menos yo, jamás podré olvidar. Porque ya forman parte de mí. Porque he reído y he llorado con ellos. Porque me han emocionado. Porque la voz dormida ha despertado y ya jamás podrá silenciarse.
El escenario principal de esta historia es la madrileña cárcel de mujeres de Ventas. Allí conocemos a varias de las presas que durante la posguerra y la dictadura franquista lucharán con toda su alma contra las injusticias, para defender con uñas y dientes la dignidad, el coraje, la esperanza y la solidaridad. Porque saben que estar unidas es la única arma que tienen para enfrentarse a la humillación, la tortura, el aislamiento, la soledad y la muerte que cada día les acechan entre los muros de la prisión. La complicidad, las confidencias, los recuerdos, los sueños, las risas, las cartas, los paquetes y las visitas serán sus tablas de salvación para escapar de los horrores que cada día les inflingen las carceleras, las guardianas y las monjas. Pero ellas no se rendirán tan fácilmente. Porque todas tienen motivos de sobra para luchar, para sobrevivir, para recordar, para mirar atrás, pero también adelante. En definitiva, para vivir. Para salir y contarlo. Hortensia desea reencontrarse con su novio Felipe, pero también con su hermana Pepa. La vida de estos tres personajes se entrecruzará una y mil veces, muchas veces sin que ellos sean conscientes. Hortensia está en la cárcel, Felipe en el monte y Pepa en una pensión de la calle Atocha. Pero los tres son luchadores, infatigables defensores de la justicia, la dignididad y sus principios, a los que jamás renunciarán, por nada ni por nadie. Aunque eso les pueda costar la vida. Tomasa sueña cada noche, cada día, a todas horas con ver el mar. Con recordar a su marido, a sus hijos, a sus seres queridos. Con vencer a la soledad. Reme solo desea reencontrarse con su marido Benjamín. Y Elvira, uno de mis personajes favoritos junto con Hortensia y Pepa, hará lo imposible con tal de estar otra vez con su hermano Paulino, a quien vio por última vez en el puerto de Alicante. Quiere hacerse una cola de caballo con un lazo rojo y mover la coleta solo para él, para oír una vez más cómo le llama chiqueta. Esta es la historia de hombres y mujeres que perdieron la Guerra Civil pero que no por eso son perdedores. Porque ellos jamás perderán la ilusión, los principios, las ideas, la esperanza, las ganas de luchar, de soñar, de vivir. Unos lo harán en el monte, en la guerrilla, otros en la retaguardia, en Madrid, y otros en la cárcel. Pero todos usarán su ingenio, su complicidad, su rabia y su frustración para burlar una y otra vez la censura, la prohibición, la asfixia que les infringe la dictadura. Y por eso se burlarán una y otra vez de La Veneno, de La Zapatones, de Mercedes o de la chivata. Con un estilo ágil, sencillo, cercano y, por encima de todo, intenso, Dulce Chacón nos relata una historia imprescindible, que todos deberíamos leer para conocer y homenajear a esos hombres y esas mujeres que jamás se rindieron, que fueron fuertes, pero también tiernos. Que hicieron una guerra y la perdieron, pero que jamás perdieron su capacidad de sufrir y de amar. Precisamente una de las historias que más me ha gustado es la de Pepita y Paulino. Un amor que tuvo que esperar muchos años para poder nacer del todo, para poder crecer y para poder vivir a pesar del paso del tiempo y de la distancia. Sin duda os animo a todos a conocer a Reme, Tomasa, Hortensia, Elvira, Pepita, Felipe, Paulino, Sole, Tensi, doña Celia, don Fernando y tantos y tantos personajes que, al menos yo, jamás podré olvidar. Porque ya forman parte de mí. Porque he reído y he llorado con ellos. Porque me han emocionado. Porque la voz dormida ha despertado y ya jamás podrá silenciarse.