Cobertura de Espectadores.
Según consta en esta ficha de IMDb, el 17º BAFICI es el último de los festivales donde Cristián Jiménez presentó su largometraje más reciente, La voz en off. La ausencia de registros de estreno comercial aumenta el escepticismo sobre una eventual proyección en las salas porteñas. Además conspiran contra esta posibilidad la escasa atención que nuestros distribuidores y exhibidores suelen prestarle al cine chileno (a título ilustrativo vale mencionar el caso de Gloria de Sebastián Lelio, cuyo desembarco local sigue postergándose) y la percepción en al menos una porción de nuestro público de que la mayoría de los realizadores trasandinos comparte taras similares con sus colegas argentinos.
Antes de seguir, recordamos otra vez el comentario que Lucrecia Martel hizo dos años atrás en esta entrevista concedida a Folha de Sao Paulo: la pobreza del cine latinoamericano radica en “que todos los films son hechos por gente de clase media alta”. Con estas palabras, la directora salteña aludió a la uniformidad temática y estética que caracteriza a la producción cinematográfica regional, y la atribuyó a las dificultades que los integrantes de las clases bajas tienen a la hora de acceder a los medios necesarios para hacer una película.
La voz en off se parece mucho a la filmografía de dos compatriotas contemporáneos de Jiménez: Che Sandoval y Dominga Sotomayor. Los espectadores que constatamos esta coincidencia aprovechamos para declarar nuestra preferencia por los trabajos del mencionado Lelio y del también chileno Andrés Wood, autor de las recomendables Machuca y Violeta se fue a los cielos.
Sin dudas, las actuaciones constituyen la mayor virtud de esta co-producción con Francia y Canadá, proyectada en la sección Panorama del 17º BAFICI. Para los porteños que quedamos prendados de Gloria, es un gusto reencontrar a Paulina García, aún cuando sea para verla a cargo de un rol secundario (la madre de la protagonista).