Vamos a hacer un experimento: cierra los ojos e imagina una luz brillante. ¡Hazlo ahora! Luego sigues escribiendo. Imagina una luz que lo llena todo. Puedes elegir el color que prefieras o puedes dejar que este se te muestre. Observa lo que sientes al mirar y estar frente a esa luz. No hagas nada con lo que experimentas, sea lo que sea, simplemente obsérvalo. Ahora pide que "la luz venga a ti". No te preocupes por las palabras exactas, simplemente con que quieras que venga a ti eso será lo que pase. Y espera pacientemente...
Puede que no experimentes nada, que tu mente diga que no funciona, que es una pérdida de tiempo, pero yo te aseguro qué siempre que pides que la luz venga a ti ella aparece. ¡Siempre!
Cuando dudas, cuando te sientas abatido, triste o desanimado, o furioso porque la vida te supera, cierra los ojos y pide que la luz venga a ti y disipe las tinieblas en las que se encuentra tu mente en estos momentos. Y luego descansa en la quietud de saber que ni una sola vez en la que has pedido ayuda se te ha negado. ¡Ni una sola!
Puede que la ayuda no viniese bajo la forma que tú esperabas o estabas pidiendo. En ocasiones no sois conscientes de que aquello que pedís os haría más daño que beneficio pues os mantendría en las tinieblas de la ilusión, apegados a vuestros pequeños ídolos, conformándoos con un sorbo de agua pudiendo saciar vuestra sed completamente.
Sé que todavía no me crees pero también sé que en algún momento lo harás pues el susurro de la Verdad permanece escondido en un rincón de tu alma y no puedes escapar de su llamada. En el fondo no quieres hacerlo pues intuyes que seguirlo te aportará todo aquello que has estado buscando durante tanto tiempo.
Mucho tiempo...
Ahora ya estás preparado y no tienes porqué demorar por más tiempo la llegada de la Luz. No sigas construyendo murallas contra ella, no te defiendas de ella pues no es tu enemigo sino el amigo, el Amado que has estado esperando. ¡Y ya está aquí!
La Voz Interior
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