La vuelta al Etna: los pueblos del volcán

Por Eleonoracastelli @eleocastelli

El Etna constituye un ambiente definido, no solo desde el punto de vista morfológico, natural o paisajístico. A medida que uno se va acercando al volcán, muchas cosas comienzan a cambiar: el aspecto de las casas, los materiales de construcción y, sobre todo, el hombre. Es como si la cercanía con el Mongibello (la montaña), alcanzase también a modificar el alma.
Los pueblos que circundan al Etna, están todos comunicados entre sí y constituyen las etapas de un itinerario alternativo, aparte de la visita al volcán propiamente dicho.
El itinerario clásico comprende: Trecastagni, Zafferana Etnea, Milo, Fornazzo, Sant’Alfio, Piedimonte Etneo, Linguaglossa, Randazzo, Maletto, Bronte, Adrano, Biancavilla, Santa Maria di Licodia, Paternò y Misterbianco.
En Sant’ Alfio se encuentra el Castaño de los cien caballos, famoso por su longevidad y dimensiones. En el camino de Linguaglossa a Castiglione de Sicilia se pueden visitar las gargantas del río Alcántara, cavadas en la roca volcánica. Más adelante encontramos tres centros con importantes obras de arte: Randazzo, Adrano y Paternò.
RandazzoEs el único centro Etneo que jamás ha sufrido daños por erupciones volcánicas y, por esto, conserva aún su fisonomía medieval. Sus habitantes pertenecen a tres grupos étnicos diferentes que hasta el siglo XVI hablaban en su lengua original: griego, latín y lombardo. Cada grupo tenía su iglesia, hecho que explica la igual importancia que tienen las tres iglesias principales de Randazzo: S. María, S. Nicolò y S. Martino.
Adrano y PaternòEn estos dos centros se pueden apreciar dos castillos normandos “cuadrados”. El de Adrano está en la plaza central y alberga el Museo arqueológico. El de Paternò se caracteriza por las ventanas ajimez que adornan sus paredes.