El homenaje previsto inicialmente en Les Arts con motivo de las celebraciones del año Wagner, la reposición de la producción de El Anillo del Nibelungo con dirección escénica de de La Fura dels Baus (Carlus Padrissa), por falta de presupuesto, se quedó en la reposición de sólo la Primera Jornada, Die Walküre, una lástima porque no se programa la Tetralogia frecuentemente y esta era una buena ocasión para ello. Independientemente del propio interés de esta ópera, que es muchísimo, ha sido una oportunidad para comprobar cómo esta galardonada producción de Les Arts ha soportado el paso de seis años desde que se estrenara en el Festival del Mediterráneo 2007 con la puesta en escena del Prólogo y la Primera Jornada.
Esta Walkyria, coproducida con el Maggio Musicale Fiorentino, ha sido grabada en DVD, ha viajado a Sevilla y próximamente lo hará a Houston, y aunque no necesita muchas presentaciones sí diré que técnicamente se basa en la utilización de doce pantallas de alta definición en las que, junto con un telón transparente situado en primer plano, se proyectan vídeos de carácter escenográfico, realizados por Franc Aleu, que a veces quieren emular o reforzar la técnica del leitmotiv usada en lo musical, mediante el empleo de imágenes proyectadas con anterioridad en El Oro (el Walhala representado por una imagen que simula El Pensador de Rodin, por ejemplo). En algunos momentos, dioses y walkyrias, aparecen subidos en una especie de grúas de aluminio con ruedas que son empujadas por operarios camuflados (que están inspiradas en las que se diseñaron en madera para las producciones iniciales del Anillo) y en otros se emplean espectaculares estructuras móviles de mero carácter decorativo con ánimo de producir asombro o admiración en el espectador y puede que incluso para que quede patente que estamos ante un montaje de La Fura. Fundamental es también un adecuado empleo de la iluminación por Peter van Praet (un acierto esas sombras de los cantantes que se proyectan sobre las pantallas apagadas), el vestuario, con el paso del tiempo, me ha parecido lo menos interesante de la producción, aunque como he visto la ópera desde el cuarto piso tampoco he podido reparar en detalles.
Padrissa centra su Anillo en el tema de la degradación del medio ambiente y el cambio climático, motivados por la violación del orden natural tal y como se explica El oro del Rhin. Los bosques del planeta, en la Walkyria, están en llamas, ese es el mundo en el que viven Siegmund y Sieglinde, que pertenecen a una especie más evolucionada que la de Hunding, el enfrentamiento Siegmund-Hunding es también el enfrentamiento, según Padrissa, entre el homo sapiens y el primitivo hombre de Neardental (el hecho de que, al principio, Sieglinde no sepa caminar erguida y tenga que enseñarle Siegmund no lo acabo de entender si, a su vez, Hunding no tiene el mismo problema, o no he entendido bien el significado o es una incongruencia); los dioses (aquí sólo aparecen Wotan y Fricka) y las walkyrias (que participan de la naturaleza divina en cuanto hijas de Wotan y Erda) aparecen subidos en catafalcos, Fricka siempre orbitando alrededor de Wotan pero sin situarse en un segundo plano, incluso en algunos momentos está situada en un plano superior. Wotan, que es representado por el Sol, con su renuncia termina eclipsado por la Luna. La visión ecológica de la obra wagneriana, oportuna en cuanto es muy actual, sin embargo, no es nueva, ya fue apuntada por Angel Fernando Mayo y casa perfectamente con las indicaciones escénicas marcadas por Wagner en el libreto, seguramente ahí está uno de los mayores logros de esta puesta en escena que no se sitúa en ningún momento temporal concreto. De toda la Tetralogía el montaje de La walkyria es el menos barroquizante y de estética más equilibrada, no sé si el más logrado también.
La walkyria es una de las grandes obras maestras del genio de Wagner, la más popular, seguramente la más redonda de toda la Tetralogía (hay días en que prefiero El Ocaso) y la que mejor admite su representación de forma separada al ciclo completo; sin embargo, a pesar de que solo se han programado cuatro representaciones las localidades no se han agotado; ya se vio, cuando se programó la Tetralogía al completo, que el público valenciano no es excesivamente wagneriano, llenan más los grandes títulos de Verdi o Puccini, esto tampoco quiere decir nada porque es lo normal en un público latino y mediterráneo y creo que pasará lo mismo en cualquier otra ciudad de nuestro país.
En la parte vocal me ha decepcionado un poco el austríaco Nikolai Schukoff como Siegmund, y es que me había dejado muy buen sabor de boca cuando cantó el Falso Dimitri en Boris Godunov y el Bachus de Ariadne auf Naxos, aunque en este último papel llegó al límite de sus posibilidades, tiene un timbre muy grato, claro y limpio, pero carente del típico brillo tenoril, lo que resta juventud y pasión a un personaje, el de Siegmund, que se caracteriza precisamente por eso. También es verdad que ha jugado en su contra el hecho de que en la misma producción le precedieran un Peter Seiffert que, sin estar en su mejor época, resultó deslumbrante en lo vocal y un Plácido Domingo pura pasión. Hay quien dice que su problema surge desde el momento en el que intenta oscurecer su timbre para asemejarse a un heldentenor.
Excelente, muy creíble, el Hunding de Stephen Milling, tiene unos medios envidiables, desde que el danés abre la boca te das cuenta de que estás ante un auténtico bajo, su voz resuena con autoridad por todo el teatro y eso al personaje le va como anillo al dedo.
Heidi Melton, una soprano américana hasta hoy totalmente desconocida para mí, me ha parecido bastante correcta como Sieglinde, suficiente en lo vocal pero sin grandes alardes líricos en el fraseo.
Una sorpresa ha sido la Brünnhilde de Jennifer Wilson, la verdad es que, aún reconociendo que sus medios vocales eras deslumbrantes, nunca había conectado con esta soprano, me parecíó inexpresiva cuando se programó el ciclo completo y me decepcionó muchísimo cuando interpretó Isolda en versión semiescenificada en el Auditorio Superior, hoy he sentido que ha mejorado muchísimo en expresividad y dicción pero que tiene serios problemas en el registro agudo, siempre al borde del grito.
La Fricka ofrecida por Elisabeth Kulman ha sido de lo mejor de la noche, tanto desde el punto de vista vocal como interpretativo. Bien las walkyrias Bernadette Flaitz, Julia Borchert, Pilar Vázquez, Nadine Weissmann, Eugenia Bethencourt, Julia Rutigliano, Patrizia Scivoletto y Gemma Coma-Alabert.
Me dejo para el final el Wotan ofrecido por Thomas Johannes Mayer, todos sabemos que el personaje de Wotan es complicado a la hora de elegir el tipo de cantante porque vocalmente va evolucionando dentro de la Tetralogia, desde lo lírico, en El Oro, a lo heroico, en Siegfried. Se suele interpretar por barítonos, por bajos líricos o por bajo-barítonos; en este caso estamos ante un barítono, de canto matizado pero claramente insuficiente para superar la orquesta wagneriana, ha llegado al momento más comprometido, el de los adioses, bastante agotado, no tenía ninguna referencia de él y me esperaba cualquier cosa, ha solventado sus problemas con mucha dignidad pero hubiera preferido un cantante más heroico.
Si decíamos más arriba que era una buena oportunidad para comprobar cómo ha influido el paso del tiempo en la producción, también lo era para ver cómo ha evolucionado la Orquesta de la Comunitat Valenciana que tanto nos sorprendió y tan grandes momentos nos ha dado desde sus inicios. Aunque ha sufrido una importante merma de efectivos y muchas de la plazas necesarias para interpretar una ópera como La walkyria han tenido que ser cubiertas por refuerzos, la prueba se ha superado sin muchos problemas, sin duda mejorará en las próximas funciones. La dirección de Zubin Mehta me ha parecido muy efectista, ha cuidado, como es habitual en él, a los cantantes; sin embargo, en los momentos instrumentales y en los finales de acto le ha dado por subir descaradamente el volumen más de la cuenta y este tipo de sobreasaltos, por muy espectaculares que sean, no me gustan nada.
En definitiva, ha sido una Walkyria estupenda pero también mejorable, sobre todo en lo vocal; aún así, podría viajar perfectamente a Bayreuth, donde me consta que los últimos repartos dejaron mucho que desear.