Camaradas,
Desde la cima de la Colina Calva que los alemanes han conquistado recientemente, se puede obtener una vista panorámica única de la batalla por Leningrado. A través de los telescopios de trinchera soviéticos es posible distinguir con claridad el abundante tráfico en las calles de la ciudad. El Neva brilla a la luz del sol. Los manojos de chimeneas de las fábricas humean, dado que Leningrado todavía trabaja de manera febril.
Al norte, en el extremo del ala izquierda, las formaciones alemanas son vistas avanzando hacia Peterhof y Oranienbaum. Se trata de la 291ª División de Infantería, la "División del Alce", al mando del General Herzog que, junto con la 1ª División de Infantería de Prusia Oriental, han irrumpido a través de una poderosa línea fortificada con numerosos fuertes en Ropsha. El 11 de septiembre, sólo los batallones del 505º Regimiento de Infantería tuvieron que poner fuera de combate 155 casamatas de hormigón, algunas de ellas dotadas de artillería. La división se dirigió entonces al norte, hacia Peterhof, para cubrir el flanco izquierdo contra las doce divisiones rusas atrapadas en la bolsa de Oranienbaum.
La vista desde la Colina Calva alcanza tan lejos como Kronstadt. Resulta posible ver el puerto y el poderoso acorazado soviético Marat, que cañonea objetivos terrestres con su artillería pesada. Los impactos de los proyectiles de 30,5 centímetros levantan fuentes de tierra altas como casas, especialmente en el sector de la 58ª División de Infantería, que avanza como alma que lleva el diablo hacia la costa para cerrar la trampa de Leningrado en dirección a Oranienbaum.
Los regimientos de la 58ª División de Infantería han penetrado la línea fortificada en Krasnoye Selo. Los batallones del 209º Regimiento de Infantería se han abierto paso a través de la ciudad y dislocado las defensas soviéticas. A continuación, han seguido avanzando, siempre hacia el norte, hacia los tejados del suburbio de Leningrado de Uritsk.
Son las 20:00 horas del 15 de septiembre. El Teniente Sierts, al mando de la 2ª Compañía del 209º Regimiento de Infantería, el Teniente Lembke y el Sargento Pape se han abierto paso hacia delante junto con las puntas de lanza del 1º Batallón hasta la gran carretera costera que discurre desde Uritsk hasta Peterhof, y ahora permanecen echados en la cuneta junto a la carretera. A unos pocos metros de ellos se encuentran los raíles del tranvía que conduce a Leningrado. Civiles en bicicleta con carros llegan desde Peterhof. Evidentemente, no tienen ni idea de que el enemigo se encuentra tan cerca. Y entonces, casi de manera increíble, aparece un tranvía, repleto de civiles que viajan hacia el interior de la ciudad.
"¡Arriba!", ordena Sierts. Pape y sus hombres se abalanzan sobre la carretera.
El conductor hace sonar su campana. Fuera del camino, abrid paso al tranvía de Leningrado. Pero de pronto, se da cuenta de que estos hombres con cascos de acero sobre sus cabezas y metralletas bajo sus brazos no son meros obstáculos al tráfico. Pisa a fondo los frenos. Las ruedas rechinan. Los pasajeros salen despedidos y se amontonan en la parte delantera del tranvía.
Pape se sube al andén y, sonriendo, dice en alemán: "Bajen todos, por favor. ¡Final del trayecto!" Y entonces se dirige a Lembke: "¿Nos subimos, Teniente? Es una oportunidad única. Hasta tenemos conductor."
"Retendremos al conductor hasta mañana por la mañana," contesta Lembke. "Quizás lo necesitemos entonces."
Todo el mundo se muestra comprensiblemente optimista. La distancia al centro de Leningrado es tan sólo de diez kilómetros. Sierts, Lembke, Pape y los hombres del 209º Regimiento de Infantería del Coronel Kreipe se encuentran prácticamente en la ciudad. Y Leningrado ya ha sido cortada por el oeste.
Si se gira el telescopio de trinchera situado en la cumbre de la Colina Calva hacia el otro lado, hacia el este, se puede distinguir la carretera principal Chudovo-Leningrado y el profundo valle del Río Izhora a lo largo del cual discurre la primera línea de defensas de Leningrado. La orilla norte del río, de cuatro metros de altura, ha sido cortada a pico por los rusos y convertido en un obstáculo casi imposible de escalar. Éste es el sector de la 96ª División de Infantería del General Schede.
El Izhora debe ser forzado. Para superar este obstáculo fuertemente fortificado el General Schede empleó el 12 de septiembre a los grupos de combate Arntzen y Hirthe del 284º Regimiento de Infantería a las órdenes del Teniente Coronel von Chappuis. La artillería y los infatigables Stukas de Richthofen de nuevo hicieron el trabajo preliminar y envolvieron la ribera del río con espesas nubes de humo. Bajo la cobertura de esta pantalla, las compañías de Hirthe cruzaron el río, que tenía unos 25 metros de anchura.
"¡Escaleras adelante!", alguien gritó. De inmediato aparecieron los destacamentos de asalto especiales con sus escaleras, de las que el 196ª Batallón de Ingenieros ha fabricado cientos. Como en un ataque medieval contra una fortaleza, las escaleras, cada una de entre cinco y seis metros de altura, son apoyadas contra la empinada orilla. Bajo el fuego de cobertura de las ametralladores, los destacamentos de asalto del 2º Batallón del 284º Regimiento de Infantería se encaraman a lo alto de la orilla septentrional. Una vez arriba, los granaderos del Comandante Arntzen y los Zapadores adscritos a ellos cargan contra los puestos de ametralladora y los pozos de tirador soviéticos distribuidos a lo largo de la empinada orilla con granadas de manos, lanzallamas y esos lanzacohetes portátiles que han recibido el mote de "Stukas a pie."
El grupo de combate a las órdenes de Chappuis atraviesa el río de esta misma manera. Sin embargo, en seguida se ven sometidos a un ataque por sorpresa por parte de tanques pesados soviéticos y deben retroceder hasta un dique antitanque soviético, dado que la artillería antitanque alemana de 37 mm es inútil contra los T-34s y KVs fabricados en Kolpino. Una intervención en el último momento de los Stukas salva la situación e impide que los granaderos alemanes sean aplastados uno a uno por los tanques pesados enemigos.
A lo largo del 13 y 14 de septiembre continúan los combates contra formaciones blindadas soviéticas. En esta ocasión, las piezas antiaéreas de 88 mm y un cañón pesado de 10 cm que ha tomado posición en la línea más avanzada son las que logran salvar la situación y rechazar a los tanques enemigos.
El 16 de septiembre los batallones de la 96ª y de la 121ª Divisiones de Infantería irrumpen en el famoso parque de Slutsk. Esparcidos en el inmenso paraje se encuentran pabellones románticos de estilo francés que en su día pertenecieron a la residencia de verano de los Zares, el famoso Tsarskoye Selo que los bolcheviques han rebautizado como Pushkin. Ahora, la furiosa mano de la guerra barre este lugar idílico. Pushkin cae en manos alemanas.
Por lo tanto, la 96ª, 122ª y 121ª Divisiones de Infantería se encuentran todas a menos de 20 kilómetros de Leningrado. Tan sólo permanecen en manos rusas el importante suburbio industrial de Kolpino, con sus gigantescas fábricas de tanques y las alturas de Pulkovo, donde en 1919 el ataque de los Guardias Blancos contra el Leningrado Rojo fue detenido. En el día de hoy, la Werhmacht ha capturado Pulkovo.
Leningrad wird fallen!Infanterie, vorwärts!