La Zarza Xtrem 2013, trail running en Gredos

Por Juangd
La Serranía de Gredos es una auténtica maravilla. Tranquilidad y naturaleza se auna y hacen que desconectar del día a día sea algo muy sencillo. Si a esto le sumas la posibilidad de disfrutar durante la escapada de fin de semana de una media de montaña, la cosa promete.
El día amanece fresco, apenas 2ºC a las 8am, aunque las previsiones son bastante buenas y a medio día se supone que llegaremos a los 18ºC, como así fue.

La Zarza Xtrem comienza en el pequeño pueblo de La Zarza, a unos 15 minutos de Barco de Ávila, y hasta allí se llega por una pequeña y rebotona carretera de montaña que nos va elevando desde la base del valle por donde discurre la carretera general que nos llevaría hasta Tornavacas en poco más de 15 km.
Existe modalidad de media maratón y 10k, yo participo en la media maratón que ofrece un desnivel acumulado de más de 2200 metros, divididos prácticamente a partes iguales entre metros de desnivel positivo y negativo, con una cota máxima de 1642 metros de altura.
La bolsa del corredor muy correcta: camiseta técnica, gran toalla publicitaria, buff, barrita energética, un par de revistas de temática runner y aventura y la publicidad típica del resto de patrocinadores.
La salida se da de forma puntual y unos 70 corredores comenzamos a encarar los primeros metros de ascensión de la prueba con ritmo alegre, aunque por mi parte controlando para no quemarme demasiado pronto.
Estos primeros kilómetros son para correr rápido, ya que el terreno se muestra dócil con nosotros hasta la Central del Chorro, infraestructura de los años 20 que hoy en día sigue dando servicio eléctrico a la zona del Alto Aravalle. Aquí tenemos control y avituallamiento, y es el momento en el que superamos los 4.5km de carrera y empieza la verdadera y pedregosa subida, que se retuerce según nos eleva metro a metro, jugueteando con la inmensa tubería que surca esta parte del valle.
Adelanto algún corredor, salvo algunos metros de desnivel por una empinada escalera y voy sobrepasando grandes bloques de piedra viva ayudado con las manos, pensando en lo complicado que podría ser este tramo en caso de lluvias.
Llego a la zona más alta, con pendiente más moderada y antesala de la laguna que se intuye tras la roca. Cruzo por dos veces el arroyo que nos ha ido acompañando durante toda la ascensión y con ello ya mojo un poco los pies. Al principio tengo cuídado, más adelante me terminaré dando por vencido y ya no seré tan cuidadoso en lo que a mantener mis zapatillas secas se refiere.
La Laguna del Duque es una laguna natural de origen glaciar y la más grande de todo Gredos. Se abre frente a nosotros expléndida, protegida por verticalidades de piedra que bien saben guardar sus aguas.
Sin apenas darme cuenta ya estoy bordeando la orilla por el lateral izquierdo. La zona es bastante técnica y  la piedra volverá a ser protagonista y evitará que lleve una velocidad mayor, y decido tomarmelo con tranquilidad y disfrutar del maravillo paraje por el que discurre la prueba.
La laguna se rodea en su totalidad, y una vez que la dejo atrás se comienza otro tramo de subida exigente rumbo al Arrozal, antesala de una potente y técnica bajada por zona arbolada. En la subida se  unen a mi dos corredores con los que realizaré los próximos kilómetros de la prueba, algo que agradecí porque se conocían el recorrido y evitó que me perdiera en alguna ocasión. Este es uno de los puntos negros de la organización: la señalización era muy mejorable, había puntos en los que varios corredores parabamos y nos preguntabamos mútuamente si estabamos en la ruta correcta.
Pasamos un trampal, en el que pensaba que en más de una ocasión me dejaba un tobillo, era pisar al azar entre la abundante vegetación y ambundantes agüjeros que no llegaban a verse.
Por fortuna pasamos sin más complicaciones hasta una zona más comoda para correr, que discurre en ligera bajada y siempre con la piedra como protagonista, lo que te obliga a ir muy concentrado en donde se pone cada pie.
Paro en el siguiente avituallamiento, aunque todavía me queda agua en el bidón cojo una botella y un trozo de plátano y hago los siguientes metros andando avituallandome tranquilamente y recobrando algo de fuerzas.
La siguiente zona es por terreno bastante pestoso y donde se hace complicado corredor con trampales y zonas de agua donde noto como las zapatillas se hunden hasta el tobillo en un barro negruzco y espeso. Tras dejar atrás una zona practicamente de campo a través, donde voy levantando la mirada constantemente en busca del siguiente punto de balizamiento, llego hasta la senda por la que se encara la última subida potente de la jornada, zona en la que toca volver a caminar mientras miro en la lejanía y veo que no tengo a ningún corredor cercano por delante, por lo que será dificil mejorar la posición.
Llego arriba, y comienzo la zona más monótona de la prueba, un auténtico rompepiernas con subidas y bajadas con no mucho desnivel atravesando vegetación baja, Ese típico terreno que va dejándote las piernas calentitas y donde la parte más impresionante y bonita de ver queda a tu espalda por lo que tampoco se disfruta mucho del paisaje y psicologicamente te va comiendo poquito a poco la moral mientras que los kilómetros parecen tener más de 1000 metros. A esto hay que sumarle el susto que me lleve, cuando al cruzar una zona muy tapada noté como mi pierna izquierda se colaba en un agüjero de más de medio metro, afortunadamente al ser zona con mucha vegetación caí en blando y se quedó en una anecdota más.
Terminado el rompepiernas comienza la bajada hasta el avituallamiento del Arroyo de la Ortiga, la cual vuelve a ser bastante técnica y termina con mis huesos en el suelo. Me levanto, veo que todo está bien, salvo unos arañazos y raspones y por fín llego al avituallamiento del kilómetro 18 donde paro y tomo dos vasos de bebida energética para encarar una rápida bajada desde la que puedo oir la megafonía y los comentarios del “speaker” acerca de los corredores que van llegando a meta. Queda poco pienso … poco sí, pero una flecha vuelve a indicarme que me aleje del pueblo. Sigo corriendo, no tengo a nadie por delante y no tengo a nadie por detŕas, así que voy regulando porque no me queda claro lo que me queda por delante.
Por fín llego al pueblo, y nueva sorpresa … “es para abajo” me dicen, “para abajo?” pregunto, “si, si” … desde este punto casi se puede ver la meta a unos pocas decenas de metros, pero me queda otro kilómetro y medio que se me hace muy largo. Tras unos cuantos metros de carretera, vuelvo a entrar en el campo y vuelve a tocar subir … y subir … y subir … para dar una vuelta por la parte baja y volver al pueblo por el mismo lugar por el que salimos completando algo más de 21km de puro trail running bastante más técnico de lo que esperaba, terminado en 2h 25' en la posición 22 de la general.
En la meta bebida isótonica, alguna fruta y alubias del Barco tras la entrega de trofeos.
Una carrera muy bonita, sobre todo la primera parte del recorrido con la subida a La Laguna del Duque y su posterior circunvalación.

A mejorar, la señalización de la prueba en varias ocasiones muchos tuvimos bastantes dudas de por donde continuar o de si ibamos por el camino correcto.
Es una prueba que recomiendo más aún si vives cerca de Barco.