La zorra y las uvas

Por Benito Sacaluga

Como ya se ha puesto de manifiesto en multitud de ocasiones la Flota Republicana adolecía de Mandos y Oficiales. Muchos de los que estaban en el escalafón en 1936 se posicionaron del lado de los sublevados y otros, muchos también, que permanecieron en el lado gubernamental dedicaron su esfuerzo a la traición, el colaboracionismo con el enemigo y el sabotaje. A causa de esta situación se hizo necesario que muchos oficiales de baja graduación leales a la causa republicana asumieran el mando de los buques de la Flota.

Acorazado republicano "Jaime I"


A la vista de la situación descrita anteriormente la propaganda franquista puso su empeño en tratar de ridiculizar a los marinos republicanos, a los adscritos al Cuerpo General por su falta de experiencia y al resto de Cuerpos y Marinería por una supuesta continua falta de disciplina y respeto a los Mandos.
A mediados de 1938 el Tte.Col. Benito Sacaluga sale al paso de la propaganda fascista publicando en el diario "La Armada" el siguiente artículo:
LA ZORRA Y LAS UVAS

Repetidas veces y por diversos motivos, ha dicho y escrito el Comisario General de la Flota que únicamente cuando se termine la guerra se podrán saber los múltiples y variadísimos servicios prestados por esta a la causa del pueblo.
La Flota Republicana fue, y seguirá siendo cada vez más,, una verdadera pesadilla para el Traidor, los traidores y demás compinches “nacionales” y extranjeros. Una buena prueba de ello es la constante “distinción” que le hacen por medio de su prensa y emisoras de radio. Casi diariamente le dedican por uno u otro medio, o por ambos sus descalificaciones, lo que es debido a que casi diariamente también les da motivo para ello. Como les ocurre a todos los despechados les sucede a estos que nos insultan, esto es le quitan mérito a la actuación del adversario, a un adversario que les pega en cada ocasión que se le presenta, y sin proponérselo ponen de manifiesto nuestros propios meritos. Una de las ofensas que más prodigan es en todo aquello referente a los mandos militares de los buques republicanos. Dichos mandos, según ellos, son incapaces por estar desempeñados por individuos, sin experiencia, por guardiamarinas, por Alféreces de Navío, por Tenientes de Navío cuando más.
La incapacidad de nuestros Mandos, tanto de los buques como de la Flota y Flotillas no podemos juzgarla teóricamente, pero práctica y positivamente no es que la juzguemos, es que la vemos, la sentimos y la vivimos. Así es, cuando los que hemos encanecido en los barcos que navegan comparamos ahora la manera tan segura y rápida como los manejan los “Guardiamarinas” de la República y como los manejaban aquellos graves carcamales “curtidos en su profesión” cuyo miedo e inseguridad culminó en aquel célebre “Paco, poco a poco”, nos damos perfecta cuenta de todo lo que la República puede esperar de su Flota, comprendiendo también las causas que motivan las series de fracasos que la “Escuadra Nacional” está cosechando continuamente.
Guárdense pues los traidores a sus laureados Mandos formados en aquella Escuela Superior de Guerra Naval situada en el centro del enfurecido océano del Prado madrileño, cuya competencia y pericia han puesto de manifiesto en cuantas ocasiones se les han presentado, y no se lamente de nuestros “incapaces” Mandos. Déjenlos seguir haciendo “incapacidades” y tengan muy presente que las que esperamos que sigan haciendo van a oscurecer a las anteriores a pesar de ser todas tan brillantes. Y vosotros, competitísimos estrategas navales seguid haciendo vuestra campaña y navegaciones como siempre desde tierra; pero no olvidar que el más modesto de nuestros Mandos ha navegado y practicado la autentica guerra naval en estos dos años de lucha mucho más que hayan podido navegar y practicar todos esos “vices” y ”contra” que tanto navegaron, según sus hojas de servicio, por todos los mares de Europa, Asía, África, America y Oceanía. En cuanto al flamante jefe de la Escuadra Nacional le auguramos que muy pronto se verá obligado a telegrafiar a Puerto Real, si puede, lo siguiente: “Pascualito y yo buenos”.

Benito Sacaluga