Supongo que eso fue lo que le pasó a Tejero y sus camaradas (por llamarlos de una manera educada) aquel 23 de Febrero. Intentaron arrancar lo que había costado tanto sudor, y tanta sangre, hacer que madurara. Entraron en la casa del pueblo a base de violencia y malos modos, demostrando el espíritu de la España antagónica que defendían. Cuando vieron que la torre ya era demasiado alta para derribarla dieron la vuelta con el rabo entre las piernas, como la zorra de nuestra historia. Al igual que Febro el pueblo español ganó aquel día su derecho a la democracia, a la igualdad de condiciones y sin más derramamientos de glóbulos rojos, sin más aquí se hacen las cosas "por mis cojones".
Siempre que veo las imágenes, porque en 1981 yo no era ni proyecto, me quedo con la actitud de Gutiérrez Mellado, un setentón de derechas, un militar de toda la vida plantándole cara con su dedo índice a veinte metralletas. Es posible que sea el símbolo del proceso democrático, el corte de manga a la derecha más rancia y la apertura hacia una nueva España, un estado de derecho libre e igualitario. Porque aquel día la derecha democrática plantó cara como aquel señor y demostró que también había sido oprimida durante muchos años. Porque aquel día solo importaba una cosa, espantar a la zorra para siempre y que no volviera nunca más.