Como ya he explicado en alguna ocasión, mis inicios con el tema fueron más que un desastre. En aquellos tiempos de largas tomas estirada en la cama y sintiéndome como recluida en una habitación de la que no salía más que cortos periodos de tiempo, después de dar el pecho, en vez de relajarme y ver un poco la tele, leer o lo que fuera, me dedicaba a apuntar en un cuadernillo el tiempo que había estado, la hora de la toma, si había tomado de los dos pechos, de uno, si estirado, si haciendo el pino. No digo que apuntar ciertos datos estuviera bien para controlar el proceso de alimentación de mi niño pero después de pensarlo mucho, creo que fue un poco contraproducente. ¿Y por qué? Muy sencillo, porque para ver si la lactancia materna funciona, no es necesario saber cuántas veces toma el pecho un bebé, basta con ver que está tranquilo, que duerme, que crece y que engorda.
Quizás en otros casos, a otras madres sí les haya ido bien el apuntar las tomas, sobretodo cuando son más espaciadas, pero es que en mi caso, debería haber apuntado más el tiempo que no estaba enganchado al pecho. O quizás debiera haberlo hecho con un método más riguroso. Yo qué sé.
Lo cierto es que pasado el periodo de angustia y agotamiento mental, tiré la libretita de marras y me dediqué a disfrutar de la lactancia materna. Simplemente. Cuando mi bebé quería comer, comía, cuando no, pues nada. Demanda absoluta. Y así lo he hecho con mi pequeña foquita también. Hay momentos en que puede pasarse horas y horas sin comer y otros que se engancha cada cinco minutos.
Los bebés no son relojes con una alarma cada tres horas como querían hacer creer a nuestras madres y a algunas mamás actuales también. Los bebés comen cuando lo necesitan. Además, dar el pecho no es simplemente comer. Dar el pecho es beber porque tienen sed, es engancharse porque quieren dormir, es acercarse a mamá porque quieren calor, cariño. Dar el pecho es mucho más que una toma de leche de no sé cuántos mililitros. Esa es la gran maravilla de la lactancia materna, precisamente no preocuparse de lo que toman, porque ellos mismos ya nos lo dicen con su evolución y crecimiento saludable.
Quizás parezca muy radical pero si las mamás que quieren dar el pecho tuvieran esto claro desde el principio, estoy convencida de que habría muchos menos abandonos.
E insisto en lo que siempre digo, la lactancia materna es una opción, fue mi opción, por eso la cuento. Si hubiera escogido dar el biberón, lo explicaría y defendería con la misma vehemencia. Porque el cariño y el amor a un bebé se puede dar de muchas muchas muchas maneras distintas.