Pero estas vacaciones, las rutinas, como debe ser, las dejamos guardaditas en un cajón de casa. Pues bien, he podido comprovar que com 20 meses, un niño puede sobrevivir tranquilamente sólo (o prácticamente) con la leche materna.
Como sus horas de sueño y hambre se vieron alteradas, después de una mañana de playa y piscina, lo único que quería, desesperadamente, era su ábrelo (comida y sueño en uno). Y lo mismo por la noche. A excepción de algún helado o patatilla, no ha provado bocado sólido en 15 días. Y oye, ahí está, sigue siendo Foquita, Foquita. No ha adelgazado ni un gramo y está de lo más contenta.
Por mi parte, pues también. He podido comer toooodos los helados, patatillas y caprichos que me han venido en gana. Con tanta fabricación de lácteos no he engordado ni un gramo.
Para muestra un botón. Al menos en mi caso, queda demostrado que la lactancia materna alimenta de verdad.