El diseñador alemán Karl Lagerfeld, ese momio misogino que parece una réplica chusca de aquella adorable marioneta conocida como Capitán Marte, ha vuelto a hacer el ridículo con unas declaraciones en las que se alinea claramente con las posiciones de aquellos que no los importa hacer apología de la anorexia con tal de obtener lo que a él le parece una bonita foto.
Este memo ha dicho:
"Las mujeres con curvas deben estar fuera de las pasarelas, ya que nadie quiere ver una mujer curvilínea"
"Todos esos que critican a las modelos por aparecer huesudas o anoréxicas son las típicas madres gordas que se sientan en el sofá todo el día comiendo patatas fritas".
Ante estas frases uno le preguntaría que si en su cerebro tampoco abundan las curvas, como en sus desfiles, y qué come él ante el televisor. Después le daría una simpática collejita y lo dejaría regresar al cotolengo sin darle más importancia que
Pero no, no basta con ese tratamiento tan bondadoso. Lagerfield es un sujeto con peso en el mundo de la moda, y sus declaraciones (aunque cada vez menos) seguro que son atendidas por muchas aspirantes a modelos o por jovencitas en general que ven en las maniquíes un ejemplo a imitar.
Por eso no me parece que las declaraciones de este cretino deban echarse de nuevo a beneficio de inventario.
Este tipo de afirmaciones deberían ser delictivas. En su país está penado negar el Holocausto. También debería estarlo la apología de la anorexia, que conduce a la muerte a muchas presonas, lo mismo que proclamar que el uso de condones aumenta los riesgos de contagio del sida.
Lagerfeld se ha situado, con sus declaraciones, en el mismo plano que los grandes apologistas del genocidio: los nazis y el Gran Virón vaticano.
Es obvio que el anciano Karl es uno más de esa cuadrilla de memos que odian a las mujeres (probablemente sin conocerlas en el sentido bíblico) y se ha puesto a la altura de los cejijuntos maltratadores de andar por casa, porque para maltratar a una mujer no hace falte ponerle la mano encima
Señor Lagerfeld, es usted un imbécil que debería estar en prisión.