Lago Velence

Por Desde Hungría
Velencei-tó (en castellano: lago de Venecia), es el tercer mayor lago de Hungría, tras el Balaton y el lago Tisza. Es el más cercano a Budapest de los tres y está menos masificado que el Balaton, por ello su importancia turística ha crecido enormemente en los últimos años.
Hungría es un país sin salida al mar, pero los húngaros se las han apañado para crear sus propias playas artificiales aprovechando los lagos con los que cuenta el país. Claro que no es lo mismo, pero sin duda es una buena idea para desconectar de la estresante Budapest, y tras menos de media hora de viaje uno puede tumbarse al sol o darse un refrescante baño en estas pseudoplayas.
Lago Velence.
El lago Velence apenas cuenta con una superficie de 25 kilómetros cuadrados, 11 de longitud y una profundidad media de 1,6 metros. Sus reducidas dimensiones permiten que el agua llegue incluso a los 29 grados de temperatura durante el caluroso verano continental húngaro. Se encuentra a 48 kilómetros de Budapest, aproximadamente unos 20 minutos en coche por la autopista M-7 y una media hora en los modernos trenes que enlazan la capital con la ciudad de Székesfehérvár, y que recorren la costa sur del lago. Y esta es sin duda la principal ventaja, ya que el Balaton requiere al menos una hora y media de tren para alcanzar su costa sur, que pueden ser 2 ó 3 si queremos ir a la parte norte u oeste, por lo que una escapada de un solo día puede hacerse algo pesada por el viaje. Eso sí, Velence no puede competir en belleza con el Balaton.
El lago me recuerda a una versión reducida de su hermano mayor. La parte sur está totalmente urbanizada y allí están los hoteles y las playas más populares, además es totalmente llano. El norte es más natural y tranquilo, con mucha gente de pesca y menos urbanizaciones, y tiene pequeñas colinas.
La playa más popular es sin duda la recientemente inaugurada Korzó, situada en la localidad de Velence (la primera parada del tren en el lago). Es de acceso gratuito, de arena (artificial), cuenta con una pequeña galería comercial con sus tiendas de ropa, bañadores, gafas de sol, supermercado... y en el exterior hay varias terrazas, cafés y restaurantes. En la playa hay varias zonas adaptadas para el baño, junto a algunos cisnes que se mezclan con los bañistas (a los cuales es mejor no molestar si no se quiere recibir un picotazo, claro). Pueden alquilarse pedales o pequeñas barcas a motor. Los fines de semana se satura bastante, y conviene madrugar para encontrar sitio. Entre semana, sin embargo, es mucho más tranquila (que es cuando yo estuve y tomé las fotos).
Playa de Korzó.
Paseo de Korzó, junto a la playa.

Más al oeste, en las pequeñas localidades de Gárdony y Agárd hay varias playas más, algunas gratuitas y otras de pago. La diferencia entre los dos tipos es mínima, las de pago tienen un césped ligeramente más cuidado, vestuarios y alguna piscina pequeña para niños, y te cobran una entrada que ronda los 2-3 €. Las gratuitas (szabadstrand en húngaro), están menos cuidadas y no tienen ningún tipo de servicio (por no haber no hay ni socorrista). También hay restaurantes, hoteles, cafés, heladerías y kioskos repartidos por la costa sur. Puede practicarse el wakeboard, muy popular en Hungría.
Wakeboard en el lago.
En la zona norte, los pueblos de Sukoró y Pákozd son interiores, y no están junto a la costa del lago. La parte oeste es en realidad un reservorio de aves, cuenta con grandes zonas de juncos y no está preparada para el baño. Puedo recomendar un restaurante, situado a norte, con una excelente sopa de pescado húngara (halászlé), llamado Szúnyogszigeti halászcsárda. Lo único malo es que, aunque está en una especie de península, la terraza no cuenta con buenas vistas del lago. Pero la comida merece la pena. No solo la sopa, también el hekk (merluza rebozada) es excelente. Para llegar hace falta coche o bicicleta.
Zona de pesca en la orilla norte, más tranquila.
Sopa de pescado húngara o halászle, en Szunyogsziget.
Y hablando de bicicletas, Velencei-tó cuenta con un bicicarril que recorre casi todo el lago por un circuito de unos 30 kilómetros, perfecto para hacerlo en un día, y al cual se acercan muchos ciclistas. Una especie de minibalaton en bicicleta, del que ya escribí hace algunos meses.
Este lago es una escapada sencilla y muy recomendable desde Budapest, para pasar el día, el fin de semana, o, debido a su cercanía, simplemente una tarde de verano. Y más aún con esta ola de calor que asola Hungría, y que ha tenido al país entero pegado al aire acondicionado o al ventilador durante semanas. Parece que por fin el mercurio comenzará a bajar.
Bicicarril del lago, cerrado al tráfico.
Campos de girasoles desde el tren.