Llevo rato dándole vueltas a la idea de escribir algo sobre la visita de Barack Obama y de The Rolling Stones a mi país. Muchas ideas y aristas han hecho complicado empezar a darle forma a la primera oración, y hasta el titulo me ha sido difícil decidir. Primero pensé en algo como Las dos Cubas, centrado en las tan alejadas reacciones dentro y fuera sobre lo que se viene, The Rolling Obama, The Barack Stone, La Bestia Negra también pulularon por mis entendederas pa’ darle un toque poético y ridículo, incluso pensé llamarle Ed Force One, en una especie de paralelo del “Obama-Plane” con el avión que transporta a la banda de rock pesado Iron Maiden, un 747-400 con la figura de un rostro monstruoso en su cola.
Soy honesto, me erizo de solo imaginarme las primeras notas de Satisfaction sonando en la Ciudad deportiva. Y es que ahí habrá sesentones con reuma, acompañados de sus nietos, brincando y disfrutando con cuarenta años de retraso lo que en sus años mozos debieron gozar y les prohibieron. No se si será exagerada la noticia que escuche hace unos días donde se decía que esperaban unas 400 mil personas en el público, y sin movilización. De cualquier forma me imagino sus caras, su júbilo, y hasta puedo ver desde ahora mismo corriendo a través de sus arrugas algunas lágrimas en las imágenes de CNN.
Días antes habrá desfilado por ahí mismo el mulato Obama. ¿Se llenaran las calles recibiéndolo? ¿Con o sin movilización? Su traje impecable, su verbo fácil y su cara sonriente contrastaran con el vulgar retaco con voz de garganta atorada de su anfitrión, la diferencia no pasará desapercibida para nadie, la vista y el oído no tienen credos. Una visita histórica, dicen unos, más de lo mismo y esto no hay quien lo arregle, pensarán otros. Hussein nos traicionó, Obama nos salvará. Que será lo que quiere el negro, se preguntan muchos, y Raul que hará, otros. ¿Cambiará Cuba? Unos: está preparando el terreno para aprovecharse de los esclavos sin derechos o, solo quiere pasar a la historia. Otros: hoy cambiará mi vida o, esto sí que es historia.
Yo estoy contento. Primero, porque pase lo que pase, digan lo que digan, el Herald o los medios oficiales cubanos y cuanto editorial temeroso saque Granma -al estilo del chavismo previo a la elección parlamentaria que sabía perdida- hay una cosa que está muy clara: En esta película, la labor de sapo, a los ojos de todos, quien la hace es el gobierno de la isla desde cualquier posición ideológica del plebeyo cubano de adentro que juzgue. Raul es el retroceso y Obama el progreso. Estoy contento, porque leo en los sitios defensores del sistema confusión, y hasta miedo. Protestan por no poder protestar contra el archienemigo unos y otros llaman a la reserva y a ser cuidadosos. Se preguntan si los cubanos revolucionarios serán tan capaces como hasta hoy han sido en un ambiente de confrontación, de imponerse al imperio más grande de la historia ahora en un ambiente de paz. Oh pobres románticos que son esos ñangaras honestos. Contento porque en todo rincón de América Latina, sea ALCA o ALBA, la visita de un presidente yuma genera protestas, menos en el faro del Caribe antimperialista. Vaya contradicción que me regocija.
Obama no va a tumbar al castrismo, ni The Rolling Stones va eliminar el “regeton” vulgar de Radio Progreso. La isla amanecerá igual cuando se vayan ambos visitantes, salvo las colillas de cigarro en el suelo de La Ciudad Deportiva y varios edificios remozados. Los cubanos seguirán con un solo medio de comunicación, del estado, con guaguas llenas, con gente llenando los tanques para acopiar agua, la señora que bailó con Paint in Black estirando el condimento para darle algo de sabor a la comida de sus nietos. Presos como hasta hoy. La disidencia, luego de reunirse con el rey malo, seguirá siendo reprimida y silenciada, y seguirán siendo mercenarios, y el cubano de a pie continuara diciendo bajito que prefiere a Obama que a Raul y enseñándole a sus crías que lo que oye en su casa del mulatico, o de Raul, no lo diga en la escuela. Nada, ese mundo surrealista que impera en mi isla continuará.
Cuando Obama asome el cuerpo en la escalerilla del Air Force One, es posible que unos derramen lágrimas de esperanza y emoción, otros de confusión, y otros aquí afuera las derramen por sentirse traicionados de ver al presidente del país donde se refugiaron pisar el suelo que ellos no pueden, o se niegan, a pisar mientras exista la tiranía. No sé, son muchos años en esto y cualquier emoción inesperada puede aflorar en el más pinto de la paloma. Pero de lo que si estoy seguro es que donde no habrá gota rodando por mejilla alguna, a menos que sea de sudor, es en el desfile del primero de mayo a plaza llena que se efectuará un mes después de la partida de Jagger y de Barack, y seguro estoy que hoy nadie tan siquiera suspiró al enterarse que Nicolás Maduro está en la isla. Y es que digan lo que digan, está claro de qué lado está la verdad y de qué lado la farsa.
El Cubiche
Costa Rica.