Ahora lloro todo el tiempo.
Lloré toda la calle cuando abandoné el tambaleante ayuntamiento de Seattle.
Lloré escuchando a Bach.
Lloré mirando las alegres flores de mi patio, lloré
ante la tristeza de los árboles maduros.
La felicidad existe lo puedo sentir.
Lloré por mi alma, lloré por el alma del mundo.
El mundo tiene un alma bellísima.
Dios apareciendo para ser visto y llorado. Corazón desbordante de
Paterson.
Allen Ginsberg