Una joven se despierta dentro de un ataúd con una herida en la cabeza y no recuerda quién es. Pronto se da cuenta de que ha sido secuestrada por un desquiciado asesino en serie y que se encuentra en un pequeño pueblo aislado donde deberá sobrevivir durante la noche y ser más lista que el asesino, que está dispuesta a acabar lo que ha empezado.
A pesar de tan tremendo vacío argumental, la experiencia me ha resultado entretenida y se pueden sacar aspectos positivos de esta película de serie B rodada con un estilo muy videoclipero que termina dotándola de un aspecto moderno e innovador. Lo primero que cabe resaltar es el villano de la función, al que se le ha bautizado como ChromeSkull: un tipo alto, espigado, cuya sola presencia impone temor y respeto, totalmente vestido de negro y con el rostro cubierto por una terrorífica máscara cromada en forma de calavera. Completa la bella estampa un cuchillo de proporciones gigantescas y una pequeña cámara al hombro, mediante la cual graba en vídeo sus carnicerías. Y ojo porque la brutalidad que despliega este tío en pantalla es espectacular, como pocas veces se ha visto en los últimos años, más propia de tiempos pretéritos, cuando el slasher estaba totalmente en auge y Jason Voorhees dominaba el género a golpe de machete.
El resto del reparto no merece casi ningún tipo de comentario dado lo escaso y paupérrimo del argumento. Podríamos mencionar a un par de protagonistas femeninas: por un lado, la final girl que se pasa la película huyendo de ChromeSkull, interpretada por Bobbi Sue Luther (la mujer del director), que en ocasiones resulta un pelín ridícula; por otro lado, nuestra querida Cersei Lannister en Juego de Tronos, Lena Headey, en un papel breve, pero intenso.
Y tenemos que hablar sí o sí de los efectos especiales, totalmente creibles y de un realismo a destacar en una producción de serie B con escaso presupuesto y rozando el carácter independiente. Las escenas son generosas en cuanto a violencia, sangre y gore, y el culpable de este buen resultado es el propio director, con una larga trayectoria como responsable de efectos especiales y maquillaje en infinidad de films.
En resumidas cuentas, Laid to Rest es una película entretenida si disfrutas con cualquier tipo de slasher, máxime cuando no existe un leit-motiv definido en una historia como la que nos trae Robert Hall, rebosante de violencia y asesinatos a manos de un psychokiller que puede convertirse en referencia del género a poco que en sus próximas apariciones se le dote de un poco de carisma, personalidad y se cultive un poco más la historia.