Lance Brazofuerte. Hoy, hace 16 años. 29 de agosto de 2005

Publicado el 29 agosto 2021 por Cronicasbarbaras

Tras superar un cáncer que pudo haberlo matado, Lance Brazofuerte, como significa su apellido Armstrong, ganó siete Tour de Francia consecutivos, y ahora los organizadores de la carrera ciclista quieren humillarlo afirmando que su primera victoria, al menos, la logró impulsado por las drogas.
Armstrong, que debería ser Legstrong, Piernafuerte, ha sido denunciado ahora, según cree, porque el chovinismo galo rechaza que un norteamericano mantenga en Francia un récord deportivo superior al de cualquiera de sus héroes nacionales.
París quiere hacer caer el mito Armstrong, pero lo que debería hacerse desaparecer es la hipocresía que oculta la realidad de los deportes que exigen esfuerzos sobrehumanos.
Porque es imposible que un ser racional pueda pedalear incansable 240 kilómetros, muchos de ellos subiendo terribles puertos, a una media de cincuenta por hora, durante 18 de los 21 días que tienen las carreras.
De una manera u otra, destectable o no, esas máquinas tienen que manipular su cuerpo con algo más que una alimentación mejorada con vitaminas. Hace años eran anfetaminas, ahora sangre tratada con transfusiones y misteriosas pócimas: los médicos de los ciclistas siempre fueron sospechosos de practicar terribles brujerías con sus pupilos.
El ciclismo quizás sea uno de los deportes más duros, pero qué decir de la exigencia de correr cien metros en nueve segundos, levantar muchas veces el peso propio como los insectos, o trotar 42 kilómetros incansablemente.
Un ciclista español, Jesús Manzano, se autodenunció el año pasado porque temía morir con su sangre envenenada entre transfusiones y manipulaciones químicas.
Poco antes habían fallecido el ciclista español Chava Jiménez y el italiano Marco Pantani, a los que nunca les habían detectado drogas en el cuerpo.
Si se supiera la verdad del uso de la química en los deportes de alto nivel, incluyendo los olímpicos, las competiciones dejarían de existir.