Si en mi post anterior os hablaba del amor y el papel que podía ejercer la tecnología en este aspecto, hoy os traigo un tema que mencioné por encima: la presión social de vivir en pareja. Ha querido la casualidad que el otro día acabase viendo Langosta y que precisamente tratase sobre esto mismo.
La verdad es que Langosta es una película extraña donde las haya, como ya nos muestra la sinopsis de IMDb (obviamente, traducida a mi manera): “En un futuro distópico cercano, los solteros son llevados al Hotel, según las leyes de La Ciudad, donde se les obliga a encontrar pareja en cuarenta y cinco días. Si no lo consiguen, serán transformados en animales y enviados al Bosque”. Haciendo a un lado todos los momentos surrealistas que no tienen ni pies ni cabeza, como la transformación de los solteros en animales, la caza de solteros humanos y el propio final, destaca la imposición social de tener pareja.
Este estigma machista que pervive aun hoy en día se junta a la idea de que alguien de cierta edad que no tenga pareja es un/a bala perdida, alguien con un problema. De hecho, esto se dijo –una vez más– en el programa del martes 19 de First Dates, ese programa televisivo tan discutible que ha estrenado hace poco Cuatro. La conclusión: por alguna extraña razón, la sociedad quiere que vivamos en pareja. Ser soltero no es una verdadera opción.
El resultado más destacable de esta “solterofobia” –que obviamente no es el nombre científico– es la anuptafobia. Es decir, la imposición social de encontrar pareja conlleva que, a nivel personal, las personas tengan miedo de quedarse solteras. Temer quedarse soltero es, lamentablemente, algo comprensible en una sociedad que siente cierta desconfianza hacia aquellos que no encuentran pareja. En Langosta, la anuptafobia está justificada mediante la transformación en animales de los solteros, pero la verdad es que esto no deja de ser la respuesta de la sociedad ante lo que yo llamo solterofobia. Por eso mismo –y ojo, que esto podría considerarse spoiler–, El Cojo y la Señora de las Galletas representan las consecuencias que puede tener para el individuo: o bien permanecer en una relación tóxica en la que se engaña a la pareja para fingir tener algo en común, o incluso el suicidio. Lo último me parece más una dramatización o una reacción ante el miedo a la muerte, pero en todo caso los suicidios ocurren en muchos casos por incomprensión o presión social.
En definitiva, Langosta desglosa las bases de una pareja, los miedos y los estereotipos y los da forma, creando un cuento distópico. La solterofobia es un hecho –aunque no el nombre– y está en nuestra mano ir eliminándola poco a poco, dejando de mirar por encima del hombro a los solteros, por ejemplo.
Créditos: Todas las imágenes de esta entrada han sido extraídas del tráiler de Langosta (The Lobster), disponible aquí.