Gastronomía y Viajes son mis dos grandes pasiones, así que cuando hace unas semanas se celebró el I Encuentro de Blogueros Gastronómicos de Almuñécar y mi agenda me decía que era imposible ir, no me quedó otra que disfrutarlo y seguirlo por las redes sociales.
Nunca he estado en Almuñécar, pero confieso que las noticias y los comentarios aparecidos aquí y allá sobre este evento, hicieron que mi curiosidad saliera a flote y comenzara a indagar. Días después fue el propio Ayuntamiento de Almuñécar quien retaba, no sólo a mi curiosidad, sino a mi alma gastroviajera vía un concurso para blogueros gastronómicos.
Caí en la tentación enseguida, con ese atrevimiento que nos da la pasión por ciertas cosas. Y así, casi sin darme cuenta pensé en un bocado rico, sabroso, tropical, fresco… algo especial, con que homenajear a este municipio, Langostinos sobre Crema Tropical de Aguacate.
Paralelamente, mis pensamientos “hicieron las maletas” y comenzaron a viajar virtualmente hacia Almuñécar. Sí, viajar virtualmente. ¿Qué sería de los viajes reales si antes no tuvieran algo de virtual? ¡Quedarían empobrecidos! Y es que pertenezco a esa especie que cuando viaja, viaja antes, durante e incluso después del viaje real. Cada capítulo de un viaje cuenta.
Y así me vi, en ruta de Valencia a Granada. Una vez allí tocaba descender hacia la costa, parte del trayecto custodiada por los picos más altos que tenemos en la península, así hasta llegar a sumergirme en un valle tropical, el valle de Rio Verde. Tropical porque las plantaciones de chirimoyas, aguacates, mangos, nísperos, lichis, papayas y guayabas se suceden. Allí maduran mientras se deleitan con el paisaje del valle y del mar Mediterráneo. ¡Quien no estaría a gusto allí! Mientras tanto, tomo nota, debo venir a esta zona con las botas de senderismo, seguro que tiene buenas y bonitas rutas ¿o me equivoco?
Sigo camino, repito, virtual, hacia Almuñécar. Pero me pregunto cómo llegarían estos cultivos tan exóticos a esta zona. Quizás fueron algunos pescadores que después de largos viajes quisieron llevarse a su tierra un pedazo del trópico… quizás.
Cada vez me acerco más, ahora ya puedo sentir la brisa del Mediterráneo. Aquí las temperaturas son suaves y moderadas, aunque dicen que algún día de verano puede venir de visita el simún, un viento cálido, fuerte y arenoso proveniente del Sahara.
Mi viaje virtual prosigue por una carretera algo sinuosa, con pequeños acantilados que me dejan ver un mar muy azul, brillante, que me lanza los destellos del sol que en él se reflejan. De pronto, allí, a mi izquierda se alza la Torre del Cambrón, la última tierra granadina que, según cuenta la leyenda, piso Boabdil antes de partir hacia el exilio, y no es difícil imaginar, ahora que puedo llegar a verlo, como suspiraría este rey nazarí por las tierras perdidas.
Una vez ya en Almuñecar no puedo evitar recordar el nombre que le pusieron sus fundadores, los fenicios, y es que Sexi, como la llamaron, fue como una premonición futurista del atractivo que concentraría este municipio.
Virtualmente comienzo a pasear. Me pierdo por el laberinto de empinadas y blancas callejuelas que conforman este pueblo costero, lo que da lugar a que pruebe alguna de las delicias de sus bares de tapas. Cuando me vuelvo a “encontrar” me dirijo hacia el paseo marítimo. Olas tranquilas que acarician la orilla y los clásicos chiringuitos, salen a mi encuentro.
En el cielo un séquito de gaviotas dan el aviso: los barcos de arrastre vuelven a Almuñecar con el caer de la tarde, es el momento de presenciar la recompensa que traen los pescadores. El mar es gran fuente de recursos para la Gastronomía Sexi, y es que mariscos, pescados de roca y otras especies dan lugar a magníficas parrilladas, así como a deliciosas sopas y arroces.
Comienza a despertar mi apetito, virtual y real, y es que Almuñécar, de tradiciones culinarias antiquísimas, muchas de ellas de origen árabe, tiene mucho que ofrecer. Es hora de acercarse a uno de sus restaurantes y dejarse querer, que nos sorprendan. Ellos como nadie para maridar los productos del mar y de su huerta tropical. ¡Apetece!
No termina aquí mi viaje virtual. Queda mucho por visitar. Las necrópolis púnico-fenicias, parte de la huella que dejaron los romanos con los acueductos o los diferentes elementos relacionados con el agua y que nos legaron los árabes, salen a mi encuentro mientras paseo por las plazas y calles de Almuñecar.
Hace calor y aunque el Castillo de San Miguel y la Iglesia de la Encarnación son otros monumentos que no debo olvidar, los dejo para otro momento. Ahora me dirijo hacia el Parque Botánico El Majuelo, donde encontraré una representación de todas las zonas tropicales del mundo, desde Polinesia hasta China, pasando por Nueva Guínea. ¡Un verdadero paseo botánico-virtual!
Y es allí donde despierto, en El Majuelo. Donde termina mi viaje virtual a Almuñécar, con mi agenda repleta de direcciones y cosas por hacer en Almuñécar. Sólo queda planificar mi viaje real.
Antes os dejo la receta de ese bocado rico, sabroso, tropical, fresco y especial que he preparado pensando en Almuñécar: Langostinos sobre Crema Tropical de Aguacate . ¡Por vosotros!
- 2 Aguacates
- 50 gr. de Pulpa de Tomate Natural, sin líquido
- 50 gr. de Cebolla Tierna o Cebolleta
- 12 Langostinos hervidos y pelados
- 4 Cucharadas de Pesto de Albahaca Concentrado (ver receta)
- 1 Chorrito de Aceite de Oliva Virgen Extra
- Sal y Pimienta
ELABORACIÓN:
- En un bol poner las 4 cucharadas de Salsa Pesto de Albahaca, si fuera necesario añadir un chorrito de aceite. Rebozar con la salsa los langostinos y dejar marinar mientras preparamos el resto del plato.
- En otro bol poner la pulpa del tomate y salpimentar.
- Cortar la cebolleta muy fina y agregarla al bol que contiene el tomate. Repetir la misma operación con los aguacates.
- Añadimos el zumo de medio limón y mezclamos bien con la ayuda de un tenedor o una cuchara, aplastando los trocitos de aguacate de forma que se quede una crema. Si lo deseamos podemos utilizar una batidora.
- Sacar los langostinos del bol donde estaban macerando, y el pesto de albahaca que queda en el bol añadírselo a la mezcla que hemos obtenido con los aguacates, el tomate y la cebolla. Si queda muy espesa le podemos añadir un poco de aceite, dependerá de la textura que queramos conseguir.
- Pasar al montaje de los bocaditos: poner en la base una cucharada de la crema de aguacate y encima un langostino. Si lo deseamos podemos rociar unas gotas de aceite sobre los langostinos y añadir un poco de pulpa de tomate a la crema de aguacate.
¡Buen provecho!