Lanzarote: rodando junto a eolo, vulcano y neptuno (iv)

Por Rafael @merkabici
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La cuarta, y última, etapa de nuestra ruta por la camaleónica isla de Lanzarote visita tres nuevos lugares de un gran interés natural como son las turísticas playas de Punta Papagayo, el Monumento Natural de Los Ajaches y los peculiares viñedos de La Geria.

Playas de Punta Papagayo

Son, tan solo 55km que, en una isla como esta, dan muchísimo juego. Donde a demás, no debemos confiarnos por su corta longitud ya que acumula más de 1300 metros de desnivel.

Las playas de la Punta de Papagayo se hallan dentro del espacio protegido de Los Ajaches, siendo estos los edificios volcánicos más antiguos de la isla junto a los riscos de Famara.

Dentro de Los Ajaches.

Acumulan aproximadamente unos once millones de años y por culpa de la erosión han visto reducida su altitud original de unos 4000m, más que el Teide, a los actuales 500m.

Con cantidad de valles embarrancados, sus lomas son suaves; mostrando un auténtico aspecto lunar.

Y por último visitaremos La Geria, un peculiar viñedo, único en el mundo. Sus protecciones semilunares con rocas volcánicas para proteger a las cepas del viento y las cenizas que recubren los campos para retener la humedad, le dan un aspecto casi extraterrestre a esta comarca que produce un excepcional vino.

Cepas en La Geria.

Así pues, la ruta comienza en por el paseo marítimo de Playa Blanca, concretamente en Punta Limones, para dirigirnos hacia el este visualizando la silueta de la vecina Fuerteventura que irrumpe en la linealidad del horizonte marino.

Los complejos turísticos abarrotan esta parte de la costa lanzaroteña, que casi asaltan al mar. Esta desproporcionada urbanización nos vendrá muy bien para activar las piernas de cara a la jornada de hoy.

Paseo marítimo de Playa Blanca

Es tal la presión que ejercen ciertos complejos ante la costa que antes de despedirnos de esta gran urbe, debemos dejar paso a un hotel que parece adueñarse de la playa. Esto nos obliga a bordearlo por su parte trasera y poder así continuar nuestra ruta paralela al mar.

Pero antes de este desafortunado encontronazo con la irrespetuosa industria del ladrillo, hemos debido pasar por el castillo de Las Coloradas, situado en la estratégica Punta del Águila. Fortaleza que vigilaba eficazmente el paso de los antiguos piratas entre Lanzarote y Fuerteventura; y que nada ha podido hacer ante los actuales piratas del s.XXI.

Castillo de Las Coloradas, Fuerteventura al fondo.

Es en el séptimo kilómetro de ruta cuando dejamos de pisar terreno urbanizado para toparnos de golpe con las paradisiacas playas de Punta Papagayo.

Entramos en un sector que se separa de la ruta oficial de Pedales de Lava, para continuar lo más fiel posible la línea de costa. Es hora de bajamar y por ello podemos encontrar pequeñas, tranquilas y escondidas calas. Algunas de ellas usadas a modo de retiro espiritual por algún que otro turista.

Pequeñas calas en bajamar.

Junto a estas recónditas e intermitentes playas, recorremos otras más amplias y conocidas como son las de playa Mujeres y playa del Pozo, antes de llegar a la afamada playa de Papagayo.

Pero para ello deberemos cruzar algunos pequeños acantilados que nos obligarán a bajarnos de la bici por precaución. Merecerá la pena.

Para hacer un buen tránsto por ambas playas podemos aproximarnos a la arena compacta (en caso de haber bajamar) si no queremos arrastrar la bici por la arena.

Saliendo de la playa del Pozo.

Pronto llegaremos a la más conocida de las playas de esta zona. Un estratégico chiringuito nos anuncia su proximidad. La playa de Papagayo, escondida entre promontorios del inquieto viento y de las nerviosas aguas, es una de las más visitadas por los turistas que llegan a la isla.

Playa Papagayo.

Continuando nuestro idilio con la línea de costa llegaremos literalmente al punto más meridional de la isla. Más allá de esta bella playa existe una pequeña zona que, a priori, no tiene otro atractivo más que el de estar situado en el punto más cercano a la vecina Fuerteventura.

Pero nada más lejos de la realidad, las personas que visitan este peculiar enclave han querido darle un motivo más para la visita demostrando su amor hacia quién sabe qué. Centenas de corazones creados con piedras pueblan este recóndito lugar.

Quise ser partícipe de esta popular obra de arte añadiendo mi propio corazón de priedras.

Punta Papagayo con sus “corazones”.

Prosiguiendo el camino, y aprovechándome de la bajamar, pude cruzar la extensa playa de la Caleta del Congrio. Playa que, tal vez, con marea alta sea imposible cruzar porque el mar se coma la arena.

Esta caleta que es frecuentada por turismo nudista y está situada muy próxima al camping Papagayo.

Caleta del Congrio.

Tras pasar junto a las instalaciones del camping, situado justo en frente de una nueva playa, tomamos altura para bordear los puertos de Muela y despedirnos de este primer sector de la mañana donde hemos invertido mucho tiempo, pero que merecerá realmente la pena.

Ponemos el mar a nuestra espalda para buscar la ruta original de “La Pedales” y lo primero que nos encontramos es la silueta de los respetables Ajaches.

Enfilando hacia Los Ajaches

Hasta una docena de barrancos se nos presentan por delante. Un camino que serpentea según las vicisitudes del terreno, separándose y aproximándose al mar jugando al escondite con el horizonte azul.

Trece kilómetros que pondrán a prueba la fuerza mental del que se sabe en medio de la nada, solo con la ayuda de sus piernas y su fiel escudera, la bici.

Zona completamente deshabitada

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Su primera mitad no es dura, la segunda sí. La segunda comienza con un claro descenso de cotas hasta el barranco Parrado. Es éste el que establece el inicio de la zona de respeto hacia estos vetustos montes.

Pasos de collados, tramos compartidos con el propio cauce de los barrancos, zonas de piso inestable, porcentajes desorbitados… Todo ello quemarán las piernas, pero si entras mentalizado, no quemará tu cabeza.

Antes de llegar a Playa Quemada, donde acaban Los Ajaches, deberemos atravesar dos escondidas playas situadas en medio de este deshabitado paraje. Las playas de la Casita y del Paso.

La Casita.

Una de ellas, la de La Casita, es un peculiar enclave al que llegamos después de rodar por el propio barranco del mismo nombre. Merece la pena desviarse y visitar.

Poco a poco la civilización comienza a asomar. Y esto siempre da cierta tranquilidad, a pesar de que antes de llegar, tengamos que acatar con la última “broma” de este respetable espacio protegido. El barranco de La Corona será el dúodecimo y definitivo barranco que nos sacará finalmente de este paraje tan diferente.

Barranco La Corona, el último de la docena que debemos cruzar

Los Ajaches habían sucumbido. Sinceramente, no son tan temerosos; siempre y cuando los afrontemos con respeto y paciencia.

La parada de media mañana de hoy la realizaremos en Playa Quemada, con tan solo 28 km recorridos, pero con una buena inversión de tiempo.

Era hora de decidir si completaríamos la ruta por la opción Clásica, paralela al mar; o tomar la alternativa de la Plus, ascendiendo hasta la montaña Tinasoria para poder rodar por La Geria.

Con el refresco en mano, sentado en una terraza con el mar de fondo, veía Los Ajaches desde una nueva perspectiva mientras mi cabeza ronroneaba:

-”¿Cómo te vas a ir de Lanzarote sin visitar La Geria?”

Descanso en Playa Quemada, los Ajaches de fondo.

Iniciaremos de nuevo el ascenso hacia el centro de la isla, concretamente hacia Uga. Es muy recomendable hacerlo por la propia carretera ya que la primera mitad del camino que asciende paralelo a la izquierda del asfalto, es imposible de transitar por culpa de la arena suelta que compone el piso.

Practicamente estamos bordeando Los Ajaches, dejándolos a nuestra izquierda. El camino que transitamos hace literalmente de límite con este espacio protegido y nos vuelve a situar dentro de un paisaje casi marciano.

Ascenso con piso complicado.

Tanto si hemos decidido ascender por asfalto como si lo hacemos por camino, ambas opciones se han de encontrar en la rotonda de Uga, justo donde se toma el desvío hacia la carretera de La Geria.

Por ella transitaremos un breve periodo de tiempo para poder tomar el camino que nos introduce de lleno en estos peculiares campos de viñas.

Entrando en La Geria

Una vez fuera del asfalto, tomaremos el Camino Natural de Lanzarote, señalizado como GR-131. El suelo y el paisaje cambian radicalmente de aspecto. Es increíble cómo puede variar tanto un paisaje en tan poco espacio. Es una tónica general en este interesante viaje por esta peculiar isla de Lanzarote.

Técnica única en el mundo.

La ceniza y el lapilli volcánico toman esta extensa área de cultivo. Ceniza que gracias a su porosidad es capaz de retener la humedad de los vientos aliseos para depositaros en cada una de las cepas convenientemente protegidas por muros. Debajo se halla la tierra fertil, para ello se escaban casi medio metro de profundidad para plantar las viñas.

Peculiares campos de viñedo

Ensimismado por la grandeza natural y la capacidad de adaptación demostrada por el hombre en estos campos, rodaba omnubilado por tal simbiosis. Pero pronto la pendiente amplió su porcentaje obligándome en centrar la antención en mi esfuerzo para poder salvar el desnivel que se me presentaba por delante.

La montaña Tinasoria me esperaba impaciente. Su ascenso por un técnico sendero permitió que obviase todo lo que tenía a mi alrededor centrando la atención a los escasos metros que tenía por delante de mi rueda.

Ascendiendo a la montaña Tinasoria.

Pero una vez arriba, en el techo de la jornada de hoy, a 500m sobre el nivel del mar; el regalo que me ofrecía mereció la pena. Una auténtica atalaya desde la que divisar 360º con un solo giro de cabeza. La urbanizada costa de Puerto del Carmen, Los Ajaches, Las Montañas de Fuego, Timanfaya, La Geria. Toda la zona sur de la isla quedaba a nuestros pies.

Vistas hacia el sureste, por donde viene la ruta.

Una vuelta completa a la semiluna que queda del cono volcánico fue suficiente vivir esa sensación de grandeza y libertad que te regala la bicicleta en momentos puntuales como este.

Pero quedaba descender a la caldera de esta propia montaña entre cultivos para retomar el rápido descenso. Descenso que queda flanqueado por varios conos volcánicos situados linealmente creando el límite natural de La Geria.

Conos volcánicos que delimitan La Geria.

El rápido descenso pronto nos deja en la pedanía de La Asomada que va a dar paso al último y sufrido ascenso de nuestro viaje. En Conil, ascenderemos hasta los 378m de altura para decir definitivamente adiós a las panorámicas. Iniciarermos, pues, un leve descenso, previo paso por la loma de La Montañeta que pondrá a prueba las habilidades técnicas por sus estrechos senderos.

Faldeando la Montañeta.

Una vez concluido este divertido sector comenzará el definitivo descenso hasta la costa por una combinación de senderos; algo escondidos antes de llegar a la localidad de Tías, pero mucho más rápidos y disfrutones una vez pasada dicha localidad.

Senderos antes de llegar a Tías

Terminará así un gran y recomendadísimo viaje con un espectacular sabor de boca que nos deja con ganas de más.

En Puerto del Carmen me esperaba Chema, paciente para comentar la ruta e intercambiar impresiones.

Sendero llegando a Puerto del Carmen.

Gracias a Pedales de Lava por haberme dado a conocer cada uno de estos rincones y sobre todo por facilitarme la estancia durante estos intensos días.