Larga vida a la reina

Publicado el 25 septiembre 2014 por Deusexmachina @DeusMachinaEx

La monarquía, no ha símbolo mayor de poder a lo largo de la historia. El rey era el que mandaba sobre todo el reino, y los demás obedecían. O maquinaban contra él, depende del rey. Pero la vida actual de las monarquías ha cambiado mucho; en Europa, quitando Liechtenstein, Mónaco y Andorra disfrutamos de bellas monarquías parlamentarias donde la realeza simboliza la unidad del país y lo representa en el exterior, con un papel puramente simbólico y representativo. Saliendo de Europa tenemos los petroestados dominados por los Emires como Kuwait, Baréin, Catar u Omán. Aquí el rey sí gobierna, y lo hace a base de petróleo. Ya en Asia es donde quedan las últimas monarquías, siendo Japón, Tailandia y Camboya los únicos países con ella, teniendo el país del sol naciente monarquía parlamentaria y las otras dos monarquías constitucionales. Es decir, que reyes de verdad, lo que se dice reyes, quedan pocos. Y princesas.

Para quien no lo sepa, Disney tiene una franquicia llamada ‘Princesas Disney’ donde agrupa a todas las princesas de sus películas para comercializar muñecas, ropa, juguetes, y un largo etcétera. Siempre me he preguntado por qué Mulan forma parte del grupo si Mulan no era princesa, aplicándose lo mismo a Pocahontas, que era sólo la hija del jefe de la tribu. O cómo es posible que improvisen tan bien todas a la hora de cantar.

Pero la vida de la princesa medieval distaba bastante de lo que nos mostraban las películas Disney (salvo el canto, cantar es muy importante). Más que una hija, eran vistas como instrumento diplomático, una herramienta para estabilizar reinos: casando a X con Y consigues tierra y paz, por lo menos hasta que la cagues y el pueblo quiera tu cabeza en una pica.

La princesa tenía que ser refinada, saber cantar, leer, un poco de arte, un poco de historia, protocolo sobre todo, tenía que ser una muñeca viviente que encantase a su pretendientes, pero a su vez tenía también que aprender a dirigir un país por si el marido estiraba la pata, ya sea por causas naturales o “infortunios imprevistos”; que las reinas dirigiesen países y ejércitos no era raro, y que los reyes muriesen envenenados por sus consortes tampoco. Aprender a cantar (¿he dicho que es muy importante?) no es lo único que cuenta.

Pero ser instrumento político tiene sus pegas, y más en un tiempo en el que si te mataban no tenían CSI para saber quién fue. Si alguien estaba en contra de una unión, era lógico eliminar el eslabón más débil, y en la Edad Media la pobre princesa pagaba el pato. No todas las princesas eran Arya Stark y podían matar a todo el que se le pusiera por delante.

Pero alejémonos de Poniente y de lo que sepa Juan de las Nieves y hablemos de lo importante: princesas anime asesinadas por no saber cantar.

Hablemos de simuladores de princesa. Recuerdo la imagen de ‘Imagina ser princesa” para DS que siempre se ve en el montón de segunda mano. Quizá alguien haya imaginado ‘Princess Maker’, aquella maravilla de MSX donde se nos daba una huérfana y nuestro trabajo era criarla para que fuera toda una princesa. Podíamos pedirle que aprendiera cosas, que trabajara para conseguir dinero, que se casara con el príncipe y fuera una reina diga. O mandarle trabajos más laxos de moral y lucrativos, para que se convirtiera en prostituta de alto ‘standing’ y/o señora del mal. Setenta y cuatro finales para decidir dónde acababa nuestra querida huerfanita. ¿Para qué mandarla a estudiar ciencia si podía ser Reina del Bondage?

Se me va. Hoy les traigo algo más fresco, moderno y difícil, es el Dark Souls de los juegos de princesas. De la mano de Hanako Games os presento Long Live the Queen.

El argumento es sencillo, el juego no tanto: tomaremos el papel de la princesa Elodie, cuya madre ha muerto en un misterioso accidente y en 40 semanas nos coronarán como la princesa de Nova, coincidiendo con su decimoquinto cumpleaños. Nuestra misión es hacer que llegue a su cumpleaños lo más preparada y viva posible.

Nada más tomemos el control de nuestra princesa recién sacada de  su colegio de pago en el extranjero (qué bien vive siempre la nobleza) los jugadores de rol se encontrarán con algo muy familiar para ellos: habilidades para elegir, y muchas, y no todos los puntos que querrían poner en ellas. Pero esto no es como una ficha de rol donde poner puntos a placer hasta quedarnos sin ellos, aquí tendremos que ir entrenando a nuestra princesa.

El juego se divide por turnos, siendo cada semana un turno, y cada turno se divide en clases, fines de semana y eventos, teniendo cada uno su importancia para llegar hasta el final, o hasta la muerte.

Lo primero que haremos en cada turno es elegir las habilidades de Elodie, y para ello la mandaremos a clase. Cada semana podremos mandarla a estudiar dos habilidades de las 42 disponibles, cada una estando en una de las 14 subclases y éstas a su vez perteneciendo a las cuatro clases principales: Social, Místico, Intelectual y Físico. Por ejemplo, dentro de Social se encuentran Comportamiento Real, Conversación y Expresividad; y dentro de Expresividad se encuentra Decoración, Instrumento y Canto. Cada subclase siempre se divide en 3 habilidades que podremos aprender, pero solo podremos escoger dos cada turno, pudiendo ser la misma. Si tenemos un baile la semana que viene sería importante aprender Danza y Compostura por ejemplo, o si hay un torneo podremos aprender esgrima para participar en él y aumentar la opinión del pueblo sobre nosotros. Podremos adiestrar a la princesa como queramos, obteniendo desde una delicada princesa que maneje el reino desde las sombras con cruel mano de hierro, hasta una Juana de Arco que cabalgue en primera fila; solo tendremos una limitación para aprender: el estado de ánimo.

Tanto que aprender y tan poco tiempo.

Aunque seamos una princesa a punto de ser reina, también somos una adolescente, y aunque a algunos esa etapa de su vida les queda algo lejos, es un tiempo confuso para una chica, sobre todo cuando está sujeta a esa presión. Por ello tendremos que controlar el estado de ánimo de nuestra reina. Esta tendrá cuatro, cada uno dividiéndose en dos: Asustada/Enfadada, Deprimida/Alegre, Dócil/Determinada, Solitaria/Presionada. Aunque los cuatro estados son compatibles, sus subdivisiones no. Podremos estar asustada y alegre, pero no asustada y enfadada, ya que son contrarios. Cuanta más ira almacenemos, menos asustada estaremos y viceversa, aplicándose lo mismo para las demás. Podremos controlar el estado de ánimo mediante las actividades de los fines de semana, y es importante manejar esto bien. Cada actividad que hagamos afectará a Elodie de determinada forma, visitar la tumba de su madre solo la volverá triste y asustada, pero visitar los calabozos la volverá enfadada y determinada. Cada semana se nos permitirá solo una acción, pero esta podrá cambiar enormemente la animosidad de nuestra heroína. Y vuelvo a recalcar que esto es muy importante, porque el cómo se sienta influye y mucho en las habilidades que aprendamos.

Dependiendo del estado de ánimo, las habilidades tendrán un bonus o una penalización al aprenderlas. Si estamos asustadas aprenderemos más rápido las habilidades gobernadas por la Fe, pero aprender Armas será más difícil, sin embargo al estar enfadadas las artes militares subirán como la espuma, pero malas noticias si intentas aprender compostura. Manejar el ánimo es fundamental para sacar el máximo jugo a las clases. Querremos tenerla dócil para que aprenda medicina más rápido, pero tendremos que hacer que se sienta sola si hay que dar un mitin y hay que subir conversación rápidamente. Puede ser cruel hacerla visitar la tumba de su madre todas las semanas, pero es demasiado efectivo a la hora de aprender fe.

¿Por qué me saltaría esas clases para jugar con los perros?

Hasta ahora he hablado de las habilidades y del ánimo, pero ahora es cuando todo se aplica en práctica. Al terminar cada turno nos saltará un evento que nos hará avanzar en la historia y ésta variará dependiendo de lo que hayamos aprendido. En cada evento se nos realizará un test como si fuese una tirada de dado, y si nuestra habilidad es alta lo superaremos, si no pues fallaremos miserablemente. Estas tiradas afectan: tropezar al bailar, entender lo que pasa en nuestro reino, que aparezcan más o menos opciones cuando nos pidan elegir, pasando por entrar o salir de guerras, que nos engañen como a idiotas o morir miserablemente, siendo lo último lo más corriente. Por ejemplo cuando un noble nos mande un collar, si superamos la tirada de Protocolo sabremos que no está bien visto ponerse joyas que nos regalen hombres solteros buscando esposa, y nos dará la opción de no ponéroslo, pero si fallamos esa tirada Elodie dirá “UHHH COMO BRILLA” y se lo pondrá, pudiendo ocurrir que cabreemos a otro noble que quiera nuestra mano, y enemigos no nos faltan como para que añadamos más a la lista.

¿Artículo mío sin tentáculos? JAMÁS

Por supuesto, la muerte será inevitable a menos que estemos preparados, y casi nunca lo estaremos. Nuestra protagonista no se llama EloDIE por nada. Hay un centenar de formas de morir y todas porque no hemos sido previsores. Podremos haber aprendido tácticas navales y dominar a los enemigos en el mar, pero ir a un barco sin saber natación es una mala idea. O un noble puede darte un par de opciones: o cantar BIEN o batirte en duelo. Más te vale tener afilada o la garganta o la espada. Podremos ser la guerrera más temida del reino, imbatible tanto con la espada como con magia, pero el veneno siempre fue una opción a estudiar que nunca se escogió. Mal hecho.

El juego es permisivo al principio, pero se vuelve duro e implacable a la velocidad del rayo. Un fallo nos puede llevar a la muerte o a perdernos partes importantes de la historia. Hay que saber escoger cada paso, e intentar adivinar los tres siguientes. Si vamos a un baile en otro castillo igual nos atacan por el camino, unas semanas antes se podría invertir unos puntos en medicina por si acaso. Llamarlo Tactical Princess Fatality Simulator RPG no sería nada descabellado.

Como dije al principio, ser princesa no es fácil, y sobrevivir cuarenta semanas hasta la coronación cuando estás en el punto de mira de todos, menos, pero no es imposible. Solo se necesita ser un poco más listo y previsor que el resto. Y por supuesto, saber cantar como en las películas Disney.

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