El nombre de Jacques Audiard no quedó plasmado de forma indeleble en nuestra memoria hasta que asistimos, en 2009, a la inconmensurable Un profeta; cima de su obra y particular émulo de El padrino en el que nos descubrió a Tahar Rahim. En la escalofriante De óxido y hueso sacó de Marion Cotillard su interpretación más salvaje. Del relato carcelario en forma de odisea al drama personal y, de ahí, a Dheepan, con el tema de la inmigración en primer término. Grandes premios en festivales internacionales le avalan pero, por encima de todo, una trayectoria sólida que le sitúa como uno de los autores más interesantes de la cinematografía francesa de lo que va de siglo XXI.
Su versatilidad le hace saltar de un género a otro con suma facilidad sin dejar de imprimir una pátina de autoría a cada uno de sus largometrajes; un tratamiento duro de las historias, con una violencia soterrada o explícita, que se traslada al apartado visual a través de una fotografía contrastada, densa, en la que la textura de las imágenes, de aspecto granuloso, casi se puede tocar, afilando los perfiles de los rostros de los personajes, de los recortados paisajes o de los distintos decorados. Y con un cuidado especial en la música, indispensable aliado para subrayar de forma sutil sus sugestivas propuestas.
En el filme que nos ocupa acepta un doble reto; nuevo cambio de registro, ahora se atreve con el oeste, oscuro y decadente para no faltar a todas las virtudes de su mirada que destacábamos en el párrafo anterior y que sirven perfectamente para describir esta cinta y, además, rodado en un idioma que no es el suyo, el inglés.
1851. En plena fiebre del oro dos hermanos que trabajan como matones para el Comodoro, un potentado de Oregón, reciben el encargo de dar buena cuenta de un buscador de oro al que un detective a sueldo va a localizar por ellos.
El guion, basado en la novela del canadiense Patrick deWitt, explora territorios que perfectamente podrían pertenecer al cine negro; es lo que tiene el western, definido por su escenario (filmado en Almería, Navarra y Aragón aunque simule ser Estados Unidos) aunque desarrolle tramas que pueden encajar en distintos contextos. El libreto transita más allá, esboza un dibujo introspectivo de los personajes, sobre todo de Eli, el mayor de los Sisters, que convive con la dualidad entre el asesino sin entrañas y el tipo reflexivo que cuida de su hermano Charlie, alcohólico, indómito, sádico y desequilibrado psicológicamente. Todo esto en contraste con las personalidades de Morris, el investigador, y Warm, el científico buscador de oro, ambos con un toque intelectual que aporta otro tipo de discurso que complementa, en paralelo, la trama de continua confrontación familiar.
Si Un profeta seguía la estela de la saga de los Corleone, Los hermanos Sisters posee el aroma de Atrapado por su pasado filtrado por el tamiz del western crepuscular. Con obras de esta magnitud el género sigue más vivo que nunca.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © Why Not Productions, Apache Films, Les Films du Fleuve. Cortesía de Avalon. Reservados todos los derechos.
Los hermanos Sisters
Dirección: Jacques Audiard
Guion: Jacques Audiard y Thomas Bidegain, basado en la novela homónima de Patrick deWitt
Intérpretes: John C. Reilly, Joaquin Phoenix, Jake Gyllenhaal
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Benoît Debie
Montaje: Juliette Welfing
Duración: 122 min.
Francia, España, Rumanía, Bélgica, Estados Unidos, 2018
Anuncios