El director Ben Lewin, recordado por Las sesiones y por la película menos conocida, eso sí, El favor, el reloj y el gran pescado, ha sabido sacar el máximo producto a los actores. La película tiene un toque indie, por lo que es bastante dinámica, abriendo las posibilidades porque se juega tanto con el drama como con la comedia y, aunque la visión que se da de este trastorno es realista, no todas las personas con espectro autista son tan brillantes como las que aparecen en este tipo de películas y en ese punto patina. La excusa para contar esta historia es hablar del mundo de Star Trek, lo que hará las delicias de los trekkies por sus continuos guiños a las aventuras de sus personajes, sin que los que los nada aficionados, entre los que me incluyo, se puedan perder porque no es lo importante de la trama, sino un simple accesorio.
Me ha gustado por otra parte la interpretación de Alice Eve, en el papel de la hermana, pues expresa la preocupación de una persona que ha intentado cuidar de ella, pero a la que el día a día le supera, puesto que tiene que estar pendiente de su hija y su marido y, por otra parte, se siente responsable de la protección de su hermanita ante la falta de inteligencia emocional de la misma.
Cuando uno sale de la sala tiene la sensación de que ha disfrutado con una película, ya que intenta en parte coger el toro por los cuernos con optimismo como dando a entender que en el futuro todo puede cambiar y que no se puede perder la esperanza. Otro dato a tener en cuenta es una banda sonora alegre acorde con lo comentado en este último párrafo (publicado en Cope).