Largo domingo de noviazgo: la novela de Sébastien Japrisot y la película de Jean-Pierre Jeunet (A pares XXXIV)

Publicado el 30 marzo 2023 por Juancarlos53

"Con el busto inclinado, agarrada con una mano a su silla y con la otra acariciando el cofre de caoba de Manech, Matilde baja la voz para atraer más su atención: "En esta caja se encuentra la historia de una de mis vidas". Y, sabéis, la cuento en tercera persona, como si yo fuera otra. ¿Sabéis por qué? Porque tengo miedo y vergüenza de ser únicamente yo y no poder llegar hasta el final."

La narración no avanza de manera lineal sino que, en función de quien habla o de lo que se informa, avanza o retrocede en el tiempo. Como por las propias fechas se puede inferir la mayor parte de las comunicaciones las recibe Matilde en forma de cartas enviadas o recibidas por ella. Es una novela, pues, claramente epistolar. A través de estas cartas vamos conociendo lo sucedido durante la noche que va del sábado 6 de enero de 1917 al domingo día 7 cuando la trinchera francesa, la Bingo Crepúsculo, a donde fueron conducidos los cinco reos de muerte fue abandonada y bombardeada por los alemanes. Dada la diferente perspectiva de cada comunicante, el relato real se nos va dando a conocer de manera fragmentaria, pero poco a poco se van viendo las líneas maestras del mismo y las aristas del marco se van suavizando debidamente.

La protagonista visitará personalmente y/o se carteará con todos los familiares de los cinco reos de muerte: Eskimo, carpintero Bastoche en su vida civil; el cabo Six-Sous, soldador antes de su alistamiento; Benoît, hospiciano como su mujer Mariette; Ange, proxeneta marsellés que ha redimido su condena de delincuente para estar en el ejército; y Jean ( Manech para su madre y para Matilde), llamado Pipiolo en el ejército por su extremada juventud.

Además de estos cinco principales personajes en la novela aparecen otros que tienen capital importancia para el desarrollo de la trama: el sargento Daniel Esperanza, encargado de conducir a estos cinco soldados a Bingo Crepúsculo, en la primera línea del frente; el teniente Estrangin y el capitán Favourier ('Mal hablado' para sus soldados, dado el obsceno vocabulario que acostumbra utilizar), el cabo Gordes, el soldado Battiste, el soldado Celestin Poux... Dentro del ámbito propio de la investigación aparecen otros personajes que ayudan o acompañan a Matilde en sus pesquisas: el matrimonio formado por los tíos de ésta que quedó huérfana tempranamente al fallecer sus padres en accidente automovilístico. Sus tíos son Benedicte y Sylvain y acompañan y ayudan en todo a Matilde dado que Mati padece parálisis en las piernas desde que a los tres años cayera al suelo desde una altura considerable; luego también están: el investigador privado Germain Pires; el abogado Pierre Marie Rouviére... Es, como se ve un abanico grande, inmenso, de personajes. Y todo esto dejando en el tintero a otros muchos esenciales en la vida de cada uno de los otros personajes: Tina Lombardi, la mujer de Ange; Therese Gaignard, la mujer de Six-Sous; Veronique, la novia de Eskimo; el militar alemán ('feldwebel') que mandaba la sección que estaba en la trinchera frente a la francesa de Bingo Crepúsculo; la alemana Weiss que desde Alemania le da noticia de lo que este feldwebel (oficial alemán) le ha contado sobre lo ocurrido esa madrugada del domingo 7 de enero de 1917; el soldado Chardolot, etc., etc.

Es una novela claramente antibelicista. Los cinco soldados condenados a muerte lo son por haberse autolesionado para evitar el servicio militar y escapar así de la guerra, una actividad que sólo produce muerte a su alrededor, un servicio que los convierte en asesinos de otros hombres obligados a matar y a morir igual que ellos. Las frases de condena de la guerra, de cualquier guerra, aunque la novela se centra en la de 1914 son abundantes:

  • "Me importa un rábano la victoria. Todos han hecho que muera demasiada gente" (dice Sylvain a propósito de una clasificación de buenos o malos generales franceses).
  • "Esperaré todavía. Esperaré lo necesario hasta que en todas las mentes esta guerra sea lo que siempre ha sido: la más inmunda, la más cruel, la más inútil de todas las estupideces. Esperaré a que ya no se icen las banderas en noviembre delante del monumento a los muertos, y a que los pobres tontos del frente dejen de reunirse, con sus jodidas boinas en la cabeza, y un brazo o una pierna de menos, ¿para festejar qué?"
  • "Después llegó la mañana, blanquecina, una hora más tarde quizá. Six-Sous iba y venía, cayéndose y volviéndose a caer delante de la trinchera alemana, predicando que había que deponer las armas y volver a casa, y que la guerra era asquerosa y cosas por el estilo."

Pese a la enorme dureza del asunto que se toca, en la novela hay algún que otro atisbo de humor. Lo practica especialmente el narrador. Un narrador que, como ya he dicho, está fuera del relato pero muy próximo a los personajes, especialmente, claro, a Matilde, la protagonista. Así al hablar del personaje Celestin Poux que se caracteriza por utilizar reiteradamente el cliché de "mataría a mi madre y a mi padre si [...]" lo que fuera, en un momento dado este narrador tira de vena humorística cuando dice: "La granja de los Rouquier, que Célestin encuentra rápidamente sin necesidad de ser huérfano, es una [...]". Es un narrador que interviene en el relato desde fuera claramente de la narración, como cuando en un momento dado tras presentarnos a Matilde que vive añorando a su novio perdido o muerto en la guerra -este extremo no se sabe a esa altura del relato- dice:

"Bueno, ya basta. Matilde se ha presentado. Podría continuar así durante horas, seguro que sería igual de apasionante, pero no está aquí para contar sus vidas"

Pero como sabremos al poco, este estar afuera del narrador no es más que un artificio utilizado por la narradora para estar afuera y adentro del propio relato que está narrando y mantener de esta manera mejor la verosimilitud del mismo pretendiendo involucrarse afectivamente en el mismo lo mínimo posible. Naturalmente esta implicación afectiva, emotiva, es el motor que provoca la propia investigación que en la novela se desarrolla. Una novela que por ello es detectivesca al estilo de las escritas por Agatha Christie, y un drama amoroso en toda regla.

No quisiera finalizar la reseña de la novela sin destacar, junto a lo ya expresado, la belleza del lenguaje utilizado en muchos momentos de la narración. Por ejemplo es hermoso leer la confesión de Tina Lombardi, una confesión que contrasta en su belleza con la fea y dura vida que la mujer del proxeneta Ange ha llevado. Ella ha sido una mujer entregada al amor que sentía por él a pesar de la explotación a la que estaba sometida. La carta que envía a Matilde la escribe en la cárcel donde se encuentra condenada a muerte por una serie de asesinatos que ha cometido. Tras leerla emocionada, Matilde decide quemarla "hoja por hoja en un frutero de loza blanca que nunca sirvió para nada, salvo para eso. El humo se demora, a pesar de las ventanas abiertas, y le parece que su olor impregnará todas las habitaciones de su vida."

También es bello el capítulo titulado "Las mimosas de Hossegor" en el que la narradora cuenta cómo se conocieron de niños Matilde y Manech con tan sólo diez años y cómo fueron novios hasta que a los 17 años él tuvo que incorporarse al ejército. Es junio de 1910. La hermosura abarca tanto la situación del enamoramiento infantil como la manera de expresarlo y presentarlo:

"Matilde tiene diez años y medio. Es un viernes o un sábado, ya no lo recuerda. Manech tiene trece años desde el día 4. Vuelve de la escuela en pantalones cortos y jersey de color azul marino, con su cartera a la espalda. Se detiene delante de la verja que rodea el jardín de Villa Poema. Por primera vez a Matilde, al otro lado, sentada en su silla de ruedas.

Sí, fue durante aquel segundo verano con Manech, el de 1911 y la gran ola de calor. [...] Matilde no tiene ni sombra de un pezón, ni traje de baño. La primera vez se mete en el agua con su braguita y el pecho desnudo. Su braguita es de algodón blanco y abierta por debajo para hacer pipí, imagínense qué náyade."

Una novela hermosa y dura a la vez; una novela emotiva, la mar de interesante, que me ha llegado muy hondo. Una novela inolvidable que me alegro mucho de haber leído.

La película de Jean-Pierre Jeunet

Fue finalizar la lectura de la novela de Japrisot y desear ver la película que, con la guapa actriz Jean-Pierre Jeunet, el director de la exitosa Audrey Tautou como protagonista, -me informé debidamente- dirigió en 2004 el francés Amelie (año 2001). Contrariamente a lo sentido por muchas personas a mí Largo domingo de noviazgo pasó por las salas no fui a verla: no quería encontrarme de nuevo con la melosa, dulce y hermosa Audrey Tautou, que también era, como digo, la protagonista de la película de 2004. Sin embargo, ahora, casi veinte años después, el deseo de verla me invadió. Amelie, la película que elevó a los altares a la actriz francesa, no me gustó. Quizás fue por ello que cuando

Comencé a buscarla por diversas plataformas y en ninguna la encontré; sólo cabía adquirirla y eso no me apetecía. Quizás esté en bibliotecas públicas, pensé. Indagué por internet en las de mi ciudad, Madrid, y a pesar de tener esta capital un tamaño grande, sólo en una biblioteca se encontraba. Decidí ir a buscarla y sacarla para poderla ver tranquilamente en casa. Así lo hice y ayer mismo la vi. Y he de decir que sí, me agradó, me entretuvo, me tuvo las dos horas que dura pendiente de la pantalla de mi televisor al que había conectado mi portátil.

Sí, me gustó, acabo de decir. Pero en mi opinión queda algo por debajo de la novela en la que se inspira. La belleza del lenguaje que he comentado antes la sustituye Jeunet por un filtro que da a todo el film una coloración dorada que recuerda al technicolor de los años 50 del siglo XX. Bien, está bien eso, sirve para el propósito, pero me llega más la hermosura lingüística. Aunque, ahora que lo pienso, este color cálido y amable contrasta fuertemente con los grises y verdioscuros que el director aplica a las escenas en el campo de batalla. Sí, por aquí es por donde la película quiere destacar el tremendo choque entre la vida (color, alegría, flores...) y la guerra (muerte, enfermedad, sufrimiento, locura...).

Luego, como en cualquier adaptación de una novela al cine, hay cambios y modificaciones que llamaron bastante mi atención. El primero es que en la película el director pone el acento más sobre la historia de amor de la pareja Matilde- Manech y sobre las relaciones sentimentales entre los otros cuatro condenados y sus parejas, que sobre la denuncia directa de la guerra; o sea el filme me pareció más amoroso que antibélico, mientras que en la novela vi más antibelicismo que canto al amor, que también lo hay, y mucho, claro. También hay algunos saltos que por su rapidez no quedan en la película debidamente explicados. Estoy pensando en el encuentro de Pipiolo con su nueva madre y cómo ésta, en la novela de Sébastien Japrisot, acoge a Matilde en su casa al entender lo muy unida que desde la niñez estaba la pareja; algo que en la película se despacha con rapidez y se elimina a la madre de un rápido plumazo, cuando esta figura femenina, creo que es muy importante al mostrar a una madre que sabedora de la muerte de su hijo 'adopta' al que ha usurpado la identidad del fallecido. ¿Existe mejor muestra de amor y deseo de ejercicio de la maternidad que éste?

También quisiera señalar que en la cinta, Jean-Pierre Jeunet hace uso de un cierto lenguaje visual cercano en ocasiones al del cómic provocando, pese a lo profundo y duro del asunto de la guerra, un cierto tono humorístico o histriónico que, bueno, no va mal a la historia como remedo del humor que en ocasiones aflora en la novela. Contribuye a este histrionismo la figura y expresión de la propia Audrey Tautou ( Matilde), también de Marion Cotillard ( Tina Lombardi) la segunda actriz importante del elenco, e indudablemente de Gaspard Ulliel ( Manech) que representa a las mil maravillas el papel de joven algo ido y enamorado perdidamente de su novia de siempre. El resto de personajes adoptan asimismo una gestualidad que los acerca mucho al mundo del cómic: el comandante, culpable último de la muerte de los cinco condenados; Germain Pires, el detective privado, cuya figura y comportamiento me recordaban durante la visión de la película a Hércules Poirot o algo así; los tíos de Matilde, Sylvain y Benecdite, figuras que mueven a la risa, especialmente ella, Benedicte; hasta los derrapes en la grava del cartero, que lleva las cartas a la casa de Cap Breton donde vive Matilde con sus tíos, hacen aflorar en los labios una sonrisa.

Como gran mérito de la película quisiera destacar lo bien que funcionan en el lenguaje cinematográfico los avances y retrocesos en la línea temporal, algo que muchas veces literariamente es más difícil de hacer llegar al lector y, sobre todo, que éste sepa ubicarlos debidamente en el lugar temporal que corresponde. También me gustó mucho en el film la manera como Jeunet presenta los sueños de los personajes, cómo muestra en una misma imagen los momentos evocados a través de la lectura de alguna de las cartas que la protagonista está leyendo; etc.

En fin, una buena película que enriqueció, con algún que otro detalle que había pasado desapercibido por mi parte, la lectura de la novela que tanto me satisfizo. No es cuestión -aunque ya he caído en ello nada más iniciar la reseña de la cinta- de elegir entre una u otra -la película o la novela-; sería algo así como preguntar a quién quieres más, si a papá o a mamá. Pues no, igual que papá y mamá son dos seres distintos, también aquí hay dos productos diferentes que utiliza cada uno un lenguaje propio a veces nada equiparables. Así que mi conclusión es que los dos Largo domingo de noviazgo me han gustado. Y recomiendo a cualquiera que no los conozca a que lo haga.

La novela participa en el reto Autores de la A la Z y me sirve para rellenar la letra J.