Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano (IV)

Publicado el 22 julio 2010 por Atticus


69.- La Mujer de Benjamín (Carlos Carrera, 1991)
Comedia Costumbrista. Benjamín (Eduardo López Rojas) es un viejo solterón que vive con su hermana Micaela (Malena Doria) en la placidez de un pueblito. Su único entretenimiento proviene de juntarse con sus amigos y divertirse como niños. Un día, Benjamín se enamora de la joven Natividad (Arcelia Ramírez) quien anda buscando la manera de huir del pueblo con su novio, el camionero Leandro (Eduardo Palomo). Al principio, Benjamín le escribe cartas de amor. Luego, cuando esta estrategia falla, planea secuestrarla y esperar a que ella se enamore de él… Éxito de crítica del llamado “nuevo cine mexicano de los 90’s”, que cuenta con el protagonismo de Arcelia Ramírez, presencia habitual del cine nacional durante esa década. La película fue nominada y ganó varios premios de Festivales internacionales, como el Festival de Huelva en 1991, donde conquistó el premio de la Crítica y una mención especial del Jurado a la Mejor Ópera Prima. Ganó el reconocimiento a Mejor Actor (Eduardo López Rojas) en el Festival de la Habana, y el premio a Mejor Ópera Prima en el Festival de Montreal. Además ganó el Premio del Público en el novel Festival de Cine de Guadalajara y fue nominada nada menos que a 16 Premios Ariel, incluyendo Mejor Película; ganó como Mejor Ópera Prima, Mejor Actor Secundario (Eduardo Palomo) y Mejor Actor de Cuadro (para cuatro miembros de su elenco).





68.- Gángsters contra Charros (Juan Orol, 1947)
Melodrama. El gángster Johnny Carmenta (Juan Orol) se tiene que enfrentar a Pancho Domínguez (José Pulido), el charro del arrabal, quien ha impuesto su ley en la ciudad. La rumbera Rosa (Rosa Carmina) transita del gángster al charro, encendiendo la ya de por sí enconada rivalidad entre ambos… Actor, director, productor, guionista y argumentista, Juan Orol (1893-1988) nació en Pontevedra, España, creció en la isla de Cuba, y siendo adolescente llegó a vivir a la Ciudad de México, pero al encontrase con la Revolución regresó a la isla donde desempeñó infinidad de empleos como: mecánico, corredor de autos, beisbolista, boxeador, reportero, entre otros. Cuando tenía alrededor de 20 años regresó a la Ciudad de México e inició otra de tantas actividades, la de torero, que le permitió conocer parte de Sudamérica. En esta época contrajo matrimonio con una joven mexicana quien murió al poco tiempo. Orol combinó sus participaciones en el ruedo con nuevas labores, entró a la policía secreta y luego al mundo de la radiodifusión como publicista y director artístico. Esta labor le dio la oportunidad de relacionarse con gente del medio artístico, lo que le permitió más tarde incursionar en la industria fílmica. Orol, quien siempre había sido un devoto del Cine negro norteamericano, incluyendo una gran admiración por los gangsters famosos de los años 30 y 40: Edward G. Robinson, James Cagney y Humprey Bogart, afianzó más esta pasión con un viaje que realizó a Hollywood a principio de los años 30, para en 1933 de regreso a México, fundar una empresa cinematográfica, la ASPA filmes, de la que era su flamante gerente. En 1935 filmó su ópera prima Madre Querida, película que lo hace famoso y lo consolida en el mundo fílmico mexicano. Las películas de Orol comenzaron a tener un sello de garantía y estilo, sus temáticas se concretaron casi siempre en incluir: el trópico, las rumberas, los paisajes exóticos, bellas y provocativas mujeres, en las que siempre había una “musa” principal y el Cabaret como locación ideal. Con estos “ganchos” Orol logró atraer a un público que seguía sus películas. Posteriormente incorporó a los gángsters -unos más malos y otros un tanto “moralistas” en cada cinta- que se enamoraban de las “musas” de turno. Orol llegó a filmar en diversos países: México, Cuba, Puerto Rico, EE.UU. y España, participando en una filmografía amplia que incluye 56 filmes, de las cuales ocho son producciones o coproducciones con Cuba. Gángsters contra Charros fue su película número 13, y en la cual le cede el rol protagónico femenino a su entonces esposa, la bella rumbera cubana Rosa Carmina. En 1949, el llamado “Ed Wood mexicano”, dirige El Charro del Arrabal, basado en el personaje de José Pulido, y con Rosa Carmina nuevamente en el reparto.


67.- Santa (Antonio Moreno, 1931)
Santa (Lupita Tovar) es una humilde muchacha de una belleza inusual que vive feliz con su familia en Chimalistac, un pequeño poblado al sur y a las afueras de la ciudad de México. Su gran belleza hace que los hombres se fijen en ella, y así ocurre con Marcelino (Donald Reed), un soldado que la seduce y después la abandona. A partir de esta situación, la joven sufrirá la pena de ser expulsada de su hogar por sus ofendidos hermanos (Antonio R. Frausto y Joaquín Busquets) y condenada a la prostitución, hecho que la convertirá en una mujer cínica y desgraciada. En el burdel de Doña Elvira (Mimí Derba), Santa se encuentra inmersa en un triángulo amoroso, ya que está enamorada del torero Jarameño (Juan José Martínez Casado), quien la desprecia, pero es además amada secretamente por el pianista ciego del lugar, Hipólito (Carlos Orellana), quien le compone la canción que da título a la película (canción, por supuesto, de Agustín Lara, quien aparece en los créditos como el autor de la música del filme). Finalmente, Santa, arrepentida de todos sus pecados, muere de cáncer. Hipólito la entierra en el paraíso de Chimalistac, por fin recobrado por Santa...
Las películas sonoras llegaron a México en 1929, mismo año en que se llevaron a cabo los primeros experimentos de sincronización entre imágenes y sonido en nuestro país. La era del cine silente llegaba a su fin y el saldo no era positivo para el cine mexicano. A pesar de decenas de esfuerzos, no había sido posible crear una industria cinematográfica nacional capaz de competir con la cada vez más poderosa industria del celuloide hollywoodense. La llegada del cineasta soviético Sergei Eisenstein en 1930 entusiasmó a un buen número de personajes de la élite cultural mexicana interesados en el cine como fenómeno artístico. Por otra parte, el distribuidor Juan de la Cruz Alarcón formó en 1931 la Compañía Nacional Productora de Películas, asociado con el director Gustavo Sáenz de Sicilia y el periodista Carlos Noriega Hope, entre otros. El resultado inmediato de esta alianza sería Santa, que inauguraría la etapa industrial en el cine mexicano. Anteriormente, se habían filmado varias películas con sonido indirecto sincronizado a partir de discos, pero no fueron populares en México como tampoco en otras partes del mundo con otras cintas. Santa (1931) fue la primera película mexicana que con la técnica del sonido directo, grabado en una banda sonora paralela a las imágenes en la misma película. Esta técnica fue traída de Hollywood por los hermanos Roberto y Joselito Rodríguez inventores en Estados Unidos de un aparato sincronizador de sonido ligero y práctico.
Lo que diferenciaba a la Compañía Nacional Productora de Películas de empresas similares que habían fracasado en el pasado era, simplemente, la visión a largo plazo de sus creadores. Financiada con la venta de acciones, esta productora no dependía de la inmediata recuperación en taquilla de sus filmes para asegurar su sobrevivencia. Aún así, el éxito de Santa permitió a la Nacional Productora permanecer por algunos años y entusiasmar a otros mexicanos para lanzarse a la aventura de crear una industria cinematográfica nacional. La cinta fue estrenada en la Ciudad de México el 30 de marzo de 1932, y fue tan exitosa que el gobierno mexicano emitió un timbre postal con la imagen de Lupita Tovar como Santa.
El proyecto de Santa aprovechó la coyuntura provocada por la aparición del cine sonoro en Hollywood y la consecuente necesidad de producir filmes para el mercado hispanohablante. La solución hollywoodense de filmar versiones en castellano de sus filmes no satisfacía a ninguno de los públicos al que iban dirigidas esas películas. Más que un "cine hispano" se hacían necesarias diversas cinematografías en español. Aún así, Santa fue casi un producto del "cine hispano", con personal técnico y artístico importado de Hollywood, entre ellos su director y la estrella principal: El galán español Antonio Moreno fue el primer latin lover que triunfó en la Meca del Cine desde las década de los 10’s, fue pareja cinematográfica de la mayoría de las estrellas femeninas de la época, como Pola Negri, Marion Davis, Gloria Swanson, Greta Garbo y Clara Bow, y esta sería su primera cinta dirigida en solitario (tenía un trabajo anterior como codirector en 1923) de las tres que realizaría. Lupita Tovar era una oaxaqueña que había emigrado a Hollywood, y se encontraba en su mejor momento como actriz principal de las versiones latinas de muchas cintas que se querían vender al extranjero, como Drácula (George Melford, 1931) de la Universal. Había actuado junto al ídolo del western Buck Jones en Border Law (Louis King, 1931) y posteriormente actuaría con Buster Keaton en The Invader (Adrian Brunel, 1935). Por su parte, Donald Reed era otro mexicano que había alcanzado la fama como latin lover en producciones norteamericanas, y que había conseguido gran éxito cuando el director Edwin Carewe lo emparejó con su compatriota Dolores Del Río en Evangeline (1928), una romántica superproducción de finales de la era muda. La historia de Federico Gamboa, que ya había sido llevada al cine en 1918 bajo la dirección de Luis Peredo (protagonizada por Elena Sánchez Valenzuela), fue adaptada hasta convertirla en un melodrama romántico despojado del naturalismo de la novela original. El público mexicano respondió favorablemente y Santa permaneció varias semanas en cartelera, convirtiéndose en el primer éxito de taquilla de la naciente industria del cine mexicano. La versión de 1943 de Santa (Norman Foster, Alfredo Gómez de la Vega), también se encuentra dentro de la lista de las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano, ubicándose en la posición número 82.





66.- Torero (Carlos Velo, 1956)
Documental. Rumbo a la plaza México, el torero Luis Procuna recuerda su vida y los incidentes alrededor de su carrera. Tras su triunfo en el ruedo, el torero regresa a su hogar y vuelve a experimentar el miedo ante la próxima corrida… Se trata de una de las películas taurinas mexicanas más importante. Es un film biográfico en torno a Luis Procuna, en la que no intervienen actores profesionales, sino sólo el diestro, su mujer Consuelo, su hijo, sus amigos y, merced a una escrupulosa y rica selección de noticieros y documentales, la presencia de grandes toreros como Carlos Arruza, Manuel dos Santos, Ponciano Díaz, Lorenzo Garza y Manolete, a quien rinde el filme un cumplido, delicado y profundo homenaje. Además gracias a la utilización de estos clips noticiosos, se atestigua la presencia de dos actrices del cine nacional, Dolores del Río y Miroslava Stern, ubicadas entre el público que presencia la corrida en la arena México. El diestro mexicano Luis Procuna (1923-1995) debutó en público en Puebla en 1938. Su debut en Mexico D.F. fue el 21 de julio de 1941, tomando la alternativa en Ciudad Juárez, Chihuahua en Noviembre de 1942 apadrinado por Carlos Arruza. Toreó por vez primera en España en Barcelona el 6 de mayo de 1951 y en Las Ventas de Madrid el 14 de junio del mismo año de manos de Francisco Muñoz que le cedió la muerte de "Guareño de Joaquín Buendía. Ya en 1945 recorría varios países sudamericanos como Colombia, Perú y Venezuela. En 1972 le concedió la alternativa a su hijo. El 10 de marzo de 1974 se cortó la coleta en la Plaza México, en la que en 1946 había sido uno de los tres toreros que la inauguró, junto con Manolete y Luis Castro (El Soldado). Falleció en el accidente aéreo de Aviateca 901. Un pase lleva su nombre, “procunazo”, también llamado “sanjuanera”, que consiste en dar salida al toro por el lado contrario al que se cita, con la espada fuera de la muleta. Esta realización de Carlos Velo fue nominada al León de Oro en el Festival de Venecia en 1956, y tiene el honor de haber sido la primera película mexicana nominada a un premio Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, en la categoría de Mejor Documental, elogio que lo hizo merecedor a un Ariel Especial concedido a su director en el certamen de 1958.



65.- Doña Herlinda y su Hijo (Jaime Humberto Hermosillo, 1984)
Comedia Erótica. Rodolfo (Marco Antonio Treviño) es un neurocirujano pediatra soltero que sostiene un romance secreto con Ramón (Arturo Meza), un joven estudiante de música. Doña Herlinda (Guadalupe del Toro), la madre de Rodolfo, presiona a su hijo para que se case y le de nietos. Sin avisarle a Ramón, Rodolfo se compromete con Olga (Leticia Lupercio), una joven más preocupada por su futuro profesional que por casarse. Deprimido, Ramón acepta irse a vivir con doña Herlinda, quien tiene la solución para que todos vivan juntos y felices... Doña Herlinda y su Hijo es una comedia erótica que aborda el asunto de la homosexualidad, pero no desde el punto de vista de la propia pareja – inmersa como suele ser en la clandestinidad y el miedo al rechazo-. Aquí el foco se mueve hacia la figura de la madre de Rodolfo, una mujer viuda de clase media alta, que lleva algún tiempo sabiendo las tendencias de su hijo, pero juega el juego de “hacerse de la vista gorda.” Sin embargo ello no es impedimento para que vaya allanando el camino para que el hijo lleve una doble vida siempre a su amparo: consiente que el otro muchacho viva con ellos, arregla un matrimonio para guardar las apariencias y en general, le alcahuetea la hipocresía de doble moral, enfrente de una sociedad machista y prejuiciosa. Libre de elemento trágico que acompañan otras obras sobre el tema, Doña Herlinda y su Hijo permite ver en pantalla otros aspectos que construyen la empatía hacia el homosexual desde otro punto de vista, y es, además, una de la oportunidades de ver uno de los primeros trabajos de Guillermo del Toro, que funge como productor de la cinta, rodada toda en su natal Guadalajara. La película nominó a Hermosillo al Ariel por Mejor Guión Cinematográfico.







64.- Esquina Bajan…! (Alejandro Galindo, 1948)
Comedia Urbana. Gregorio del Prado (David Silva), chofer atrabancado y peleonero de la ruta Zócalo-Xochicalco y anexas, es suspendido junto con su cobrador Regalito (Fernando Soto “Mantequilla”) por desviarse de su ruta para congraciarse con la joven Cholita (Olga Jiménez). Incapaz de moderar su explosivo carácter, Gregorio se mete en una serie de líos de los que sale gracias al apoyo de sus compañeros del sindicato… Realizada el mismo año que Una familia de tantas (1948), Esquina bajan...! se convirtió en la tercera y más exitosa colaboración entre el director Alejandro Galindo y el actor David Silva. El buen oficio de Galindo y el carisma y naturalidad de Silva contribuyeron a hacer de esta comedia urbana uno de los filmes más populares de 1948. Ubicada en un contexto fácilmente reconocible, Esquina bajan...! aprovechó la popularidad de Nosotros los Pobres (Ismael Rodríguez, 1947) y otras cintas con ambiente arrabalero para fincar su éxito. La acelerada urbanización de la ciudad de México provocaba desconcierto entre sus habitantes, de ahí que el público recibiera favorablemente a un cine que reflejaba sus temores y ofrecía personajes con los cuales identificarse. Con una excelente ambientación, diálogos naturales y divertidos y un ritmo que nunca deja que el espectador se aburra, Esquina bajan...! y su secuela Hay lugar para... dos (1948) son excelentes muestras de la comedia urbana de la Época de oro que continúan siendo muy disfrutables. Cinta nominada al Ariel por Mejor Actor (David Silva) y Mejor Argumento Original, ganadora por Mejor Edición y Mejor Guión Adaptado.


63.- Rosauro Castro (Roberto Gavaldón, 1950)
Drama Rural. La muerte de Cardoza, candidato a presidente municipal de un pueblo y enemigo del cacique Rosauro Castro (Pedro Armendáriz), lleva al licenciado García Mata (Arturo Martínez) a emprender una investigación. Al llegar se da cuenta de que el pueblo entero, incluyendo al presidente municipal, vive atemorizado por el cacique y que solo la venganza logrará poner fin a las injusticias cometidas por Rosauro Castro… Filme nominado a 3 Premios Ariel: Mejor Actor (Armendáriz), Mejor Argumento Original y Mejor Música.


62.- Juego de Mentiras (Archibaldo Burns, 1967)
Drama Social. Adaptación del cuento “El Árbol”, de Elena Garro: Una mujer provinciana, Luisa (Irene Martínez Cadena), hace una visita inesperada a la Ciudad de México a la casa donde trabajaba como sirvienta de Marta (Natalia Herrera Calles). Ambas sostienen un diálogo que, al ventilar su pasado, oscila entre la más cruda realidad y la imaginación. Una de ellas, realista, exigirá a la otra, soñadora, que deje de fantasear al reconstruir su vida; ésta, por su parte, no cesará de sorprender a la primera con sus relatos donde el pasado, esa provincia misteriosa, se transfigura y desordena hasta generar espanto… El novelista, cuentista, guionista, productor, director teatral y cineasta mexicano, Archibaldo Burns, debutó como realizador de largometrajes con esta película precisamente. Con ella participó en el II Concurso de Cine Experimental y obtuvo el segundo lugar. Años más tarde, la película se estrenó comercialmente en algunos lugares con el título de La Venganza de la Criada.

61.- Cabeza de Vaca (Nicolás Echevarría, 1990)
Drama Histórico. En 1528, durante los primeros años de la conquista española, Alvar Núñez Cabeza de Vaca (Juan Diego), tesorero de Carlos I de España, se embarca en la expedición de Pánfilo de Narváez a Florida. La expedición naufraga en las costas de Louisiana. Alvar es el único sobreviviente, es hecho prisionero por una tribu de la región y convertido en esclavo. En los cuatro años que pasó con ellos, aprende su cultura misteriosa y mística, convirtiéndose en un curandero y líder. Cuando es dejado en libertad, se reencuentra con cuatro compañeros y juntos emprenden un viaje de otros cuatro años que culminará en 1536 en lo que hoy es el territorio de Sinaloa, territorio ocupado por los españoles…
Músico, pintor, productor, director, guionista, fotógrafo y documentalista de cine, Nicolás Echevarría comenzó en 1973 a dirigir sus primeros cortometrajes sobre los ritos y costumbres de los pueblos indígenas contemporáneos. Su producción de largometrajes documentales abarca desde 1979 y toda la década de los 80’s. Fue becario de la Rock Foundation para realizar una serie televisiva en colaboración con el antropólogo Alan Lomax para la Universidad de Columbia en Nueva York durante 1983, así como miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en México en 1985. En 1986, Echevarría obtuvo la beca Guggenheim, y hasta 1990 concluyó la cinta que más retrasos tuvo a lo largo de su carrera como director: Cabeza de Vaca. En ella participaron distintas instancias productoras: IMCINE, Producciones Iguana, Fondo de Fomento a la Calidad Cinematográfica, la Cooperativa José Revueltas y los gobiernos de Nayarit y Coahuila, Radio y Televisión Española, Fundación del V Centenario de España y el Canal 4 de Inglaterra, entre todas lograron reunir un presupuesto de 900 mil dólares, contra los 400 millones de pesos (en moneda nacional de esa época) que iba a aportar CONACINE en un inicio. La cinta está basada en el libro "Naufragios" del cronista Alvar Núñez Cabeza de Vaca. En palabras de Echevarría la película “no trata de hacer una crónica cinematográfica totalmente apegada a la historia de 1528, sino una interpretación libre de la aventura de un hombre que de explorador se transforma en sobreviviente y luego en una especie de médico-brujo que llega a ser respetado por los indígenas. Un hombre que más que realizar un viaje físico cuantificado en kilómetros [...] hace un viaje interno, un viaje místico, una renovación espiritual, surgida al alejarse de su cultura materna y fundirse con las culturas indígenas”. En 1991, Cabeza de Vaca participó en la Selección Oficial a Mejor Película del Festival de Berlín y fue la representante oficial de México en la categoría de Mejor Película Extranjera para participar en la competencia por el Oscar en su 63ª edición (1991), categoría que finalmente no alcanzó. Ganó el Primer Gran Premio Makhila d’Or en el Festival de Biarritz, Francia; el premio de L’Organisation Catholique Internatinale du Cinema et de l’Audiovisuel (OCIC), y el premio DICINE de la Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara. En el elenco se encuentran un joven Daniel Giménez Cacho, Roberto Cobo, Gerardo Villareal, Carlos Castañón, José Flores, Josefina Echánove, y un también jovencito Roberto Sosa.







60.- El Apando (Felipe Cazals, 1975)
Drama Social. Presos en la cárcel de Lecumberri, Albino (Salvador Sánchez) y Polonio (Manuel Ojeda) son traficantes de drogas, y El Carajo (José Carlos Ruíz), un loco tuerto y tullido. A pesar de odiarlo, los primeros lo necesitan para su negocio, pero una vez concluido planean asesinarlo. Aprovechando su adicción, les es fácil inducirlo a que convenza a su humilde madre (Luz Cortázar) de transportar droga dentro de su vagina: su edad y apariencia evitarán que las autoridades la revisen como lo hacen con sus compañeras sentimentales, Meche (María Rojo) y La Chata (Delia Casanova). El plan funciona, pero cuando ellos celebran son descubiertos y encerrados en "el Apando", la celda de castigo. Las protestas por la situación de los "apandados" provocan una sangrienta trifulca entre celadores y reos del penal… El Apando está basada en la novela de José Revueltas, quien la escribió en sus años de preso político en este penal (afortunadamente cerrado), y muestra, de manera un tanto cruel, la corrupción del sistema penitenciario de la época. Un dato curioso es la participación de Luz Cortázar, quien de ser una comerciante que vendía hierbas detrás de un cine en la Colonia Inguarán, es elegida para interpretar a la madre de uno de los protagonistas porque retrataba a la perfección el rostro de madre abnegada, triste y desesperada que necesitaba el personaje. La escena de la examinación genital que una estupenda Ana Ofelia Murguía en su papel de celadora hace a María Rojo, sigue siendo una de las más eróticas como repugnantes de las que se tenga memoria en este tipo de películas. Filme ganador del Ariel por Mejor Edición, fue enviado al Festival de San Sebastián para representar a México. La presidenta del jurado en ese certamen era Dolores del Río. Durante la exhibición de la cinta, Dolores se levantó de su asiento y abandonó el palco, diciendo que se rehusaba a seguir viendo “una porquería de tal magnitud arropada en el lábaro patrio”, por lo que la cinta perdió toda oportunidad de llevarse algún premio.





Continuará...