Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano (XI)

Publicado el 03 septiembre 2011 por Atticus


8.- La Mujer del Puerto (Arcady Boytler, 1933)

Melodrama de Cabaret. Rosario (Andrea Palma) es una bella mujer que vive en una pobre vencindad al cuidado de su padre enfermo (Fabio Acevedo). Es pretendida por el dueño de la agencia funeraria en la que trabaja su padre, pero ella solo tiene ojos para su novio (Francisco Zárraga), y termina entregándose a él, sin sospechar que la engaña con otra. La decepción y el dolor por la muerte de su padre, aunado a la falta de caridad que le demuestran sus allegados, hacen que la joven huya al puerto de Veracruz y se convierta en prostituta, donde ofrecerá su cuerpo a los marineros que se detienen fugazmente en busca de diversión, preguntando a todos por aquel hermano que se marchó de la casa cuando ella apenas era una niña. Una noche, Rosario conoce a Alberto (Domingo Soler), un marino del cual queda prendada. Tras pasar una noche de amor juntos, el destino les revela una cruel sorpresa…








Entre las imágenes inolvidables del cine mexicano, la figura de Andrea Palma apoyada lánguidamente en el quicio de una puerta mientras Lina Boytler canta "Vendo placer a los hombres que vienen del mar..." ha alcanzado proporciones míticas. Ese momento casi mágico sobrepasa a una película más bien dispareja, con momentos magníficos (como el carnaval que se desarrolla en contrapunto al funeral del padre de Rosario) y otros francamente malogrados (como las intervenciones de los cómicos en el cabaret).

En medio queda un filme curioso que alcanzó pronto la categoría de clásico del cine mexicano. Desde su estreno, la crítica señaló la excepcionalidad de La Mujer del Puerto dentro de la escasa producción de cine nacional de los primeros años del sonoro, como por ejemplo, el comentario atribuido a la crítica de cine Luz Alba: “Es la primera película nacional que verdaderamente merece el calificativo de excelente, o por lo menos puede aplicarse a una parte de ella.”

Como Santa (1931), La Mujer del Puerto es una historia protagonizada por una prostituta, subgénero del melodrama mexicano sin equivalente en otras cinematografías nacionales. Este personaje incorpora a su drama elementos propios de la moralidad católica, como la culpa, el pecado original, la contraposición a la maternidad santificada por el matrimonio y la necesidad de sacrificio como medio de expiación. Estas mujeres encarnan una compleja red de arquetipos enraizados en la tradición y las costumbres sociales de México, dignos de un sesudo análisis psicoanalítico. El género, con pequeñas variaciones, ha permanecido vigente hasta nuestros días.

La película tiene un aire claramente europeo, y puede que ella haya contribuido a colocarla como una película icónica en el cine nacional. No es de extrañar que Arcady Boytler, el director, sea ruso, ya que por aquellos momentos el cine en el país se nutría bastante de las figuras internacionales. Y tampoco es de extrañar que la imagen más representativa de la película sea aquella donde miramos a Andrea Palma, toda vestida de negro y recargada en una columna, con ese aire tan Marlene Dietrich que le sienta de maravilla.

Arcady Boytler, emigrado ruso de formación teatral nacido en 1893, filma -como director y actor- comedias cortas en su país natal (antes de la revolución de 1917) y en Alemania (entre 1920 y 1923); dirige en Chile El Buscador de Fortuna (1927) y en Estados Unidos, dirige y actúa en 1929 en varios cortos "hispanos". A partir de 1932, desarrolla el resto de su carrera en México, tras una breve aparición en Que viva México! (Eisenstein, 1930-1932).

Película filmada apenas dos años después de iniciada la etapa sonora del cine mexicano, en sus imágenes se puede apreciar el ambiente de la época en el puerto de Veracruz de aquellos años, el Malecón, los muelles y el Carnaval. La película es bastante corta, durando apenas 76 minutos, y la acción que se narra es bastante específica aunque abarque teóricamente un periodo largo en la vida de Rosario. Por tal modo se pasa bastante rápido aún cuando no siempre el ritmo sea acelerado. Por un lado, es una película discontinua, con ciertas escenas de relleno, algunos momentos un tanto tediosos y con fallas en la forma de editar, por otro lado, tiene instantes sublimes, incluso de proporciones míticas y de un cine de primerísimo nivel. Otro ejemplo es el manejo de la luz en lo referente al modelado de los rostros o la luz contornual. El trabajo de sonido es muy eficiente y tomando en cuenta la época, es un trabajo muy bien logrado. Se puede afirmar que es una película de clara influencia rusa y alemana, principalmente. Aunque el director tomó ciertas enseñanzas de Fernando de Fuentes, en esta obra se respira toda la estética cinematográfica europea.

El guión está firmado por Antonio Guzmán Aguilera, mejor conocido por su apodo “Guz Águila”, y Raphael J. Sevilla, e inspirado en el cuento "Natacha" de León Tolstoi y el cuento "Le port" de Guy de Maupassant. La fotografía es de Alex Phillips con fotos fijas del incipiente Gabriel Figueroa. Raphael J. Sevilla fungió como codirector técnico de la filmación, y la canción “Vendo Placer” que interpreta la hermana del director, tiene los créditos de Manuel Esperón en la música y de Ricardo López Méndez en la letra. De La Mujer el Puerto se han hecho otras dos versiones en México. La de 1949, dirigida por Emilio Gómez Muriel y protagonizada por María Antonieta Pons y Víctor Junco, y la de 1991, dirigida por Arturo Ripstein, con Evangelina Sosa y Damián Alcázar.










9.- El Lugar sin Límites (Arturo Ripstein, 1977)

Drama social. La Manuela (Roberto Cobo), un travesti gay, y su hija la Japonesita (Ana Martín), hija de un desliz de la Manuela con la fallecida Japonesa (Luca Villa), poseen un prostíbulo en el pequeño pueblo de El Olivo, que ya ha visto pasar sus mejores años de esplendor. Hace un par de décadas la Japonesa mayor dirigía el prostíbulo, pero ahora el pueblo está casi abandonado, no hay luz y don Alejo (Fernando Soler), el cacique del lugar, ha ido comprando todas las casas del pueblo para poder luego venderlas al gobierno. Don Alejo fue quien le regaló a la Japonesa la casa en donde trabajaban ella y las otras prostitutas. Más bien la Japonesa se la ganó en una apuesta, la noche en que don Alejo y la Japonesa apostaron a que la prostituta hiciera que la Manuela y ella tuvieran intimidad y que la Manuela se entregara como hombre, como macho. La Japonesa envuelve a la Manuela, ofreciéndole ser socias, y gana la apuesta. Se entiende en la peli que de esa noche única e irrepetible nació la Japonesita, hija de la prostituta y el homosexual.

La carga dramática se dispara cuando el camionero Pancho (Gonzalo Vega), ahijado de don Alejo, regresa al pueblo tras un año de ausencia, luego de que una noche él y sus amigos casi matan a la Manuela y su hija, así que la Manuela teme que haya regresado para cobrárselas de nuevo. Aunque esta relación es un poco de amor-odio porque no puede evitar sentirse atraído ante la típica representación del macho problemático. Pancho es de esos machotes de pueblo que tienen mujer e hijo pero que seres como la Manuela le atraen sobremanera, pero eso conflictua a Pancho y por eso la odia, y por eso la busca, y por eso le excita, y por eso la ama. Pero igual entre la Japonesita y Pancho se deja ver una atracción fuerte. Padre e hija aman al mismo hombre. El punto más álgido llega cuando Pancho alcoholizado muestra realmente su lado homosexual con La Manuela. La burla y la vergüenza enloquecen a Pancho, desatando un fin trágico…












El Lugar sin Límites es una de las más destacadas películas mexicanas; fue realizada en la década de los setentas, uno de los periodos más prolíficos de nuestro cine, una vez superada la llamada época dorada. La cinta está basada en la novela de José Donoso, y logra una de las mejores adaptaciones cinematográficas, en cuyo guión participan José Emilio Pacheco, Cristina Pacheco, Manuel Puig, Carlos Castañón, además de Ripstein, el director. Esta combinación de talentos da como resultado un guión muy bien logrado que puede contar una historia realista, cruda y para algunos desgarradora, que muestra toda una colorida gama de emociones humanas acerca de las acepciones tradicionales alrededor del sexo, la pareja y los roles de género.

La peli es sórdida, decadente, pero hermosa, tiene bellas escenas de oscuridad, de cuartos olvidados en el tiempo, habitaciones de putas tristes (“una puta triste, es una puta de mal agüero” dice la Lucy, interpretada por Carmelita Salinas), de putas decadentes, de bacinicas rebosadas, de música de arrabal, de oscuridad y machismo. La Japonesa es todo un icono de las mujeres de la vida galante, interpretada por Lucha Villa, y la chaparrita Ana Martin como la Japonesita demuestra una fragilidad pero un ímpetu sensual pocas veces conseguido. Y bueno, Roberto Cobo como "la Manuela", es sin duda uno de los personajes emblemáticos del cine mexicano. Su actuación, dramática e intensa, se enfoca más en las pasiones del personaje sin darnos tregua para vivir su drama. Si bien no supera algunos de los elementos estereotipados que acompañan la personificación de los homosexuales en el cine, si abandona -por lo menos- la ridiculización. Y es que verlo bailar flamenco es todo un acontecimiento, con ese cuerpo tan masculinamente marcado pero con sus movimientos de lo más femeninos.

Una película visionaria y adelantada a su época, que le valió ser ganadora del Ariel de Oro en el empate que se dio en 1978 con Naufragio (de Jaime Humberto Hermosillo) en la categoría de Mejor Película; además ganó las estatuillas de Mejor Actor (Roberto Cobo), Mejor Coactuación Femenina (Lucha Villa) y Mejor Coactuación Masculina (Gonzalo Vega). Fue nominada por Mejor Director, Mejor Coactuación Femenina (Ana Martín), Mejor Guión y Mejor Escenografía. Ganó una Diosa de Plata como Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor y Mejor Fotografía, y el premio especial del jurado también para Ripstein en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Y por parte del público, la consagración de Roberto Cobo como uno de los actores más destacados de su generación, en uno de los papeles más recordados de nuestra filmografía.










10.- Ahí está el Detalle (Juan Bustillo Oro, 1940)

Comedia de enredos. Cantinflas es un vago que entra todas las noches a escondidas a la casa de Don Cayetano Lastre (Joaquín Pardavé) para que su novia Pacita (Dolores Camarillo), la criada, lo alimente. Un día le encomiendan a ella la tarea de matar al Bobby (un perro rabioso) y hace que su novio se encargue del trabajo sucio. Coincidentemente un criminal apodado "El Bobby" (Antonio Bravo) chantajea a la dueña de la casa (Sofía Álvarez) con mostrar a su marido cartas de amor antiguas con fechas cambiadas, ya que el era su ex-novio. Dolores quiere adquirir las cartas pero no tiene dinero para hacerlo. El hombre, que se ha vuelto un jugador y un maleante, le pide ciertos favores sexuales. Pero como Don Cayetano es muy celoso y lleva tiempo sospechando una infidelidad de su mujer, llega de improviso con la policía para sorprenderla en un supuesto adulterio. “El Bobby” logra ocultarse, pero al mismo tiempo, la sirvienta se asusta por la súbita llegada del dueño de la casa y esconde a Cantinflas en un armario. Cuando el marido sube a su recamara queda confundido porque no ha podido confirmar las infidelidades de su mujer. Sin embargo, los policías descubren que hay un hombre escondido en el armario de la sala de la casa porque huelen el humo de un cigarro que Cantinflas ha estado fumando.

La esposa hace creer a su marido que Cantinflas es Leonardo del Paso, el hermano perdido de ella. Don Cayetano trata a Cantinflas como a un rey para beneficiarse de la herencia de su suegro. Desde aquí, Cantinflas se da la gran vida para seguir la mentira, al menos hasta que la mujer (Sara García) del verdadero Leonardo (Francisco Jambrina) llega a reclamar que reconozca a sus ocho hijos, y como lo que le interesa es un Leonardo (sea original o pirata) organizan su boda con Cantinflas, pero el tratará de evitarlo a toda costa. La situación llega al límite cuando Cantinflas es enjuiciado por la muerte de Bobby. En este juicio se dan todos los elementos de la comedia de enredos, pues mientras Cantinflas se refiere a la muerte de Bobby - el perro- casi con indiferencia y cinismo, el resto de la corte cree que Cantinflas es un asesino desalmado que ha matado a Bobby, apodado el Fox Terrier, el antiguo novio de Dolores, por lo que es condenado a la pena de muerte…






En el cine mexicano, la comedia tuvo que esperar la llegada del sonido y la aparición de una estrella como Cantinflas para convertirse en un género favorito del público. Despreciados por sus evidentes limitaciones en el campo de la comedia física, los cómicos mexicanos del cine silente casi nada pudieron hacer ante los hilarantes despliegues de Max Linder, Charles Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd. La comicidad mexicana estaba en la carpa, en donde los cómicos hacían gala de gran ingenio y agudeza verbal.

Con la llegada del sonido, el cine mexicano intentó -con evidente timidez- proyectar a algunos actores con cierta vis cómica, pero los resultados dejaron mucho que desear y los productores desecharon rápidamente esta idea. Ahí está el Detalle es la película más importante de Cantinflas porque gracias a ella se hizo famoso por su singular actuación, porque el cómico desarrolló hasta sus últimas consecuencias el tipo de personaje urbano que lo había lanzado a la fama durante su trayectoria como un pícaro y vagabundo, con una verborrea incoherente y una vestimenta notoriamente estrafalaria.

Cantinflas debutó en el cine con un pequeño papel en No te Engañes Corazón (1936) de Miguel Contreras Torres. Tres años después, su filmografía aumentaba a cuatro títulos, entre ellos Águila o Sol (1937) de Arcady Boytler y El Signo de la Muerte (1939) de Chano Urueta. Aunque sus directores permitieron que el "cómico de la gabardina" hiciera gala de la capacidad de improvisación que lo había convertido en el ídolo del público carpero, ninguno de ellos logró aprovechar su presencia en estas películas. Ahí está el Detalle se convertiría en la película creadora del Cantinflas cinematográfico y en la mejor de su larga carrera ante las cámaras. Incluso es la primera donde porta el nombre de Cantinflas, y es la primera donde don Mario Moreno ocupa el papel protagónico. El proyecto del productor Jesús Grovas logró "domar" al cómico gracias a un divertidísimo guión y la excelente dirección de Juan Bustillo Oro.

Bustillo Oro fue un director muy prolífico dentro de la Edad de Oro del cine mexicano. Incursionando dentro de la edición, el guión, la dirección y la producción, el cineasta es reconocido por sus melodramas que se inscriben dentro de la tradición y de sus respectivos cambios, dejándonos con el aura nostálgica de un México diferente que como cada espacio debe someterse al tiempo y a la modernidad. A pesar de ello, Bustillo Oro también dirigió diferentes géneros como el terror, el misterio y la comedia.

Mucha gente la considera Ahí está el Detalle la mejor película de Cantinflas, incluso el mismo Mario Moreno la consideraba una de sus mejores... siendo honesto no es tan cómica como muchas otras que el gran cómico realizara tiempo después, sin embargo es de reconocer que si no fuera por esta película, las demás no existirían, además que de alguna manera marcó la pauta del estilo de comedia que realizara don Mario en posteriores filmes.





Inscrita en la época de oro del cine mexicano esta película desarrolla varios temas jurídicos, más allá de algunos lugares comunes, como aquella escena en donde la prensa judicial devela sus prejuicios a través de un grupo de reporteros que sentencian a Cantinflas antes de iniciar el juicio: - Ya viste que cara tiene. -Ya lo creo. -En mi carrera de periodista nunca he visto uno igual. -Es el típico criminal lombrosiano. -El criminal nato. -Y hay que ver que cinismo. -Verdaderamente merece el paredón.

Pero obviamente la parte más celebrada de la película es el juicio, en el que Cantinflas y Bustillo Oro muestran sus genialidades. Pocos saben que para la elaboración del guión, Bustillo Oro, emprendió una investigación concienzuda inspirándose en hechos reales sucedidos en el caso criminal “Álvaro Chapa” de 1925 y a partir de las peculiares declaraciones del inculpado.

Ahí está el Detalle es el resultado de un interesante proceso de investigación desarrollado por Bustillo Oro y Humberto Gómez Landero para cumplir con las expectativas de su productor. Para la hoy memorable escena final del juicio, Bustillo Oro se basó en un caso de la vida real acontecido en 1925. Las alucinantes declaraciones del criminal Álvaro Chapa inspiraron la redacción de uno de los monólogos más famosos de la historia del cine nacional. Irónicamente, pocas personas atribuyen a Bustillo Oro la autoría de esta célebre "cantinflada".

Con el paso de los años, Ahí está el detalle (Here Is the Point, en su titulo en inglés) ha crecido en el gusto popular y en la apreciación de los críticos. Síntesis de lo mejor de la comedia hablada en español, Ahí está el detalle merece el honor de ser una de los diez mejores películas mexicanas de todos los tiempos, y como dato curioso, fue estrenada el 11 de Septiembre de 1940, cosechando un éxito inusitado y elevando aún más al estrellato a su cómico protagonista.