EN POLÍTICA, LOS silencios también cuentan. Tanto, o más, que las palabras. Y es que, en ocasiones, con la callada por respuesta puede ser mucho más locuaz que con cualquier declaración, por muy edulcorada o eufemística que resulte.Esto es, justamente, lo que le ha pasado a Ignacio González tras explicar que dos comisarios de Policía trataron de “chantajearle” para que retirara las denuncias contra ellos en relación con las “prácticas ilegales” relacionadas con la investigación del polémico ático que posee en Estepona. El órdago del presidente madrileño es de aúpa, si bien nadie en su partido ha salido para darle algo de cariño, o mostrarle siquiera el más mínimo gesto de comprensión. Génova calla y lo hace en vísperas del esperado desenlace sobre las candidaturas electorales de Madrid, que tantos nervios están provocando. A estas alturas de la película, mirar hacia otro lado, como hace la dirección del PP, esquivando el apoyo expreso que tanto necesita González es todo un síntoma de cuál puede ser el futuro político que aguarda al presidente madrileño.Esto por un lado. Por otro, no es ni medio normal que González diga que la Policía intentó “extorsionarle” y aquí no pase nada. En un país serio este tipo de cosas no se pueden consentir. Si tiene razón el presidente madrileño, el director general de la Policía debería actuar de forma inmediata y contundente. Si el que miente es González, el ministro del Interior tendría que explicarse y el dirigente madrileño estaría obligado a dar un paso atrás.El ático, los espías, los sobresueldos de los jueces… Demasiadas piedras en el camino de Sol como para que González pueda llegar indemne a las elecciones de mayo. Y Rajoy, entretanto, continúa fustigándole con el látigo de su indiferencia. Las prácticas de dominación y sumisión de ’50 sombras de Grey’ parecen un juego de niños en comparación con los jueguecitos y ataduras de la política. No sé por qué lo llaman amor cuando no es más que sexo y del duro.