Hay una pregunta recurrente cuando de Cuba se trata: ¿por qué los cubanos no se rebelan? ¿Por qué no protestan en masa?
Ante todo habría que decir que el 20% de la población de Cuba se ha rebelado mediante la emigración. Esa ha sido nuestra particular votación al no tener elecciones libres y plurales.
Pero hay 6 medidas muy específicas que tomó Castro desde el principio de su revolución, para evitar una revuelta popular en su contra. Tal vez en ellas se encuentran las respuestas a esa pregunta que una y otra vez nos hacen a los cubanos.
1- Armas
Es célebre en la historia de la guerrilla castrista antes de 1959, el asalto a una armería en Ciudad de la Habana, el 9 de abril de 1958. Aunque esta acción fue fallida por la intervención de la policía, Fidel Castro se dio cuenta de lo peligroso que podría resultar que el pueblo tuviera armas a su alcance. Después de todo, su revolución no habría sido posible sin acceso a las armas. Así que las prohibió. Nadie más que el ejército y la policía, podrían portar y usar armas.
2- Transporte
Este ha sido un problema sin solución por más de medio siglo en Cuba. Trasladarse dentro de una misma ciudad es casi una misión imposible, que puede tomar varias horas. Hacerlo de una provincia a otra o de un extremo de la isla a otro, ciertamente lo es.
Nunca se han construido más carreteras o líneas de tren en Cuba; y se han abandonado el 90% de estas sin mantenimiento por más de 50 años.
Los automóviles siempre han sido "otorgados" a personas comprometidas con el régimen y se prohibió la importación de cualquier medio de transporte.
Aunque recientemente se ha autorizado la compraventa de vehículos, los precios son inaccesibles para la gran mayoría de la población; que debe ahorrar más de 20 años de salario íntegro para comprar un automóvil.
Los vuelos de avión también son pocos y caros.
Esto ha traído un efecto negativo no solo para los ciudadanos que no podían ni pueden trasladarse con facilidad, sino que también ha afectado el transporte de mercancías, lo que me lleva al siguiente punto.
3- Dinero
En los primeros años de su revolución, Castro nacionalizó todas las empresas privadas. Primero las grandes industrias y luego todos los pequeños negocios, incluso los cajones de limpiabotas.
Más tarde le robaría sus propiedades a los ciudadanos que tuvieran más de una casa. En algunos casos, permitió que algunas personas conservaran dos viviendas, mientras no estuvieran a nombre del mismo individuo. También la compraventa de inmuebles; solo se podía intercambiar una casa por otra, hasta que hace un par de años se legalizaran las transacciones inmobiliarias.
Al hacer esto, junto al cambio de la moneda, Castro dejó sin recursos, en pocos años, a los más de 6 millones de habitantes que tenía Cuba en aquel entonces.
Él sabía muy bien lo que una clase pudiente podía hacer por un grupo de jóvenes inconformes para llevarlos al poder.
Así, el 98% de la población pasó a trabajar y depender del estado castrista para cobrar a fin de mes. Lo que redujo rápidamente el deseo de protesta por miedo a perder el trabajo. Algo que sucedía y sucede continuamente cuando alguien se declara abiertamente en desacuerdo con el régimen.
Así, por lo general, quienes se oponen políticamente a Castro dependen de la ayuda financiera del exterior por lo que pueden ser acusados fácilmente de mercenarios.
4- Comunicación
Afectada por la falta de transporte fluido y constante; manipulada tras la confiscación de todos los medios de prensa plana, radio, televisión y cine y rematada con la asignación de teléfonos fijos solo a los adeptos fidelistas; la comunicación entre cubanos dentro de Cuba, ha sido otro de los calvarios de nuestro pueblo.
Incluso para personas que apoyaran el sistema, la situación podía complicarse. Mi abuelo, por ejemplo, quien estuvo en la marina de guerra toda su vida, solo le llegó el traslado de su teléfono de Holguín a La Habana a 20 años después de solicitarlo.
Ya él había solicitado uno nuevo que tras esperar también años ya se lo había instalado. Solo así pude yo tener teléfono en casa de mi madre, previo cambio de dirección de mi abuelo a nuestro apartamento.
Entonces, 20 años después de la llegada del internet al mundo, Cuba está cerrada y sin acceso a la red. Cuesta medio mes de sueldo conectarse durante una hora y ninguna transacción puede hacerse por este medio dentro de la isla. Esto ha garantizado que no se desarrollen sectores claves que empoderarían a la sociedad civil y enriquecerían a los cubanos, como el transporte, las comunicaciones y el poder adquisitivo. Algo que ha sido siempre el objetivo de los hermanos Castro, ratificado recientemente por Raúl, cuando dijo que no se permitiría la acumulación de riquezas, en el marco de las nuevas reformas.
5- Política
Cuba estuvo casi 20 años sin celebrar elecciones de ningún tipo tras la toma del poder por Fidel Castro.
En 1976 se establece una nueva constitución y con ella el partido único, el Partido Comunista de Cuba, pasa a ser la máxima autoridad de la sociedad, por encima de cualquier otro pensamiento político.
A partir de este momento, se afianzó una de las armas más potentes contra la rebelión en Cuba, pues desde entonces la creación, participación o apoyo a otro partido político quedó convertido en delito, lo que siempre ha sido un derecho. Esto viola el derecho de asociación de la Carta Universal de los derechos humanos.
Así quedaron ilegalizados todos los partidos políticos y la mayoría de sus líderes fueron detenidos, encarcelados o exiliados. Incluso sufrieron esto los miembros del Directorio Revolucionario Cubano, con los que Fidel tenía rivalidad desde antes de 1959. Incluso, algunos miembros del Partido Comunista fueron perseguidos y torturados.
6- Religión
Esto fue posible porque desde 1959 y hasta 1976, Fidel se había dado a la tarea de sustituir no solo la fe en Dios, por la fe en su revolución; sino también porque sustituyó al mismo Dios en todos, o casi todos los corazones cubanos.
Así empezamos a ver en las puertas de las casas, placas que decían: "Esta es tu casa Fidel", en vez de la tradicional imagen del sagrado corazón de Jesús.
Cientos de curas y monjas fueron expulsados del país, se cerraron miles de organizaciones de caridad, y el estado pasó a ser el único benefactor autorizado. Algo que ya sabemos es insostenible económicamente.
Aun hoy cuando ya no está prohibido celebrar la Navidad y los arbolitos no tienen que estar escondidos, ni las Vírgenes y santos tampoco; la policía persigue y saquea a los grupos de activistas independientes que reúnen con esfuerzo y ayuda del exterior, juguetes para los niños o comida para las pobres. Sobre todo si los activistas se declaran a favor del respeto a los Derechos Humanos.
En la declaración de independencia de los Estados Unidos, Washington y los llamados padres fundadores de la patria norteamericana, establecieron que todos los hombres son iguales, porque así lo había dispuesto Dios; por tanto ningún hombre podía disponer lo contrario. Y por eso se respetó, aunque hubo una lucha de años para llevar esa máxima a la práctica, sobre todo una lucha racial. De hecho hubo una guerra civil, la Guerra de secesión, para que se respetara la libertad individual de todos los individuos y se aboliera la esclavitud.
En la constitución de 1976 en Cuba y tras casi 20 años de éxodo, destierro, persecución política y religiosa, se estableció en la constitución que el partido único era la única religión y su presidente, el primer ministro y Dios mismo, con todos los poderes en su mano, incluso el de quitarle los derechos humanos a los cubanos.
Quitarle ese poder divino a Los Castro y restablecerlo en un ser supremo, respetado por todos: Dios, como instancia divina y en un sistema capitalista y democrático como instancia legal, es lo que hoy se nos hace todo un reto. No solo por la maquiavélica acción castrista constante sino también por el desprestigio de la iglesia católica en Cuba, que se ha puesto del lado de los represores tantas veces, en vez de ejercer de embajadora y defensora de Dios y su misericordia y justicia, ante los cubanos. Como también ha hecho gran parte de la comunidad yoruba que siempre ha apoyado a los Castro.
No obstante habría que decir que la iglesia cristiana o evangélica ha dado muchos de sus hijos a esta lucha; y han sacado y sacan, la cara por el honor de Dios y de todos los cubanos en muchísimas ocasiones. Probablemente porque son personas de una fe que roza muchas veces en el fanatismo o sectarismo, algo que ha sido en este caso positivo para la causa de la libertad de Cuba, pues resulta mucho más difícil sustituirles la fe que tienen y mucho menos sustituirles a Cristo.
Si los cubanos hoy no se rebelan o pocos lo hacen es porque, por más de medio siglo, han sido y son sometidos a un control totalitario por parte de una sola familia: la familia Castro Ruz. Con el consabido riesgo de persecución, cárcel, exilio o muerte que conllevan hoy la oposición frontal al régimen castrista.