Las 8 dimensiones de la consolidación de dinastías en empresas familiares

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Uno de los capítulos mas complejos que debe abordar toda empresa familiar, como parte esencial de su estrategia de continuidad, es el de la sucesión ejecutiva, por lo cual debemos pensar en la sucesión más como un proceso de integración de las siguiente generaciones a las dinámicas que se presentan en el día a día y no como un evento que se debe dar en una fecha específica.

El modelo de la consolidación de las dinastías empresariales, presenta 8 diferentes dimensiones en el que las empresas más longevas que trascienden en el tiempo se desarrollan y trabajan. Es fundamental entender que la dinámica que se estableció en la primera generación, donde el fundador hace o hacía de gestor de cada uno de los ocho círculos, en las siguientes generaciones puede volverse una enorme oportunidad para integrar a los miembros de la familia de las diferentes generaciones en la continuidad del legado familiar.

Modelo Serebrenik de la Consolidación de las Dinastías Empresariales ®

Los grandes secretos de éxito en la continuidad de las familias longevas, yacen en sus fortalezas que se potencian a través de estrategias que se aplican en cada una de las dimensiones del modelo. Si bien en algunos casos dado a que su fortalezas están mas desarrolladas en una dimensión o porque sus fortalezas pueden estar muy afinadas en el paso de las generaciones, no solo en una dimensión sino más bien en varias dimensiones del modelo; de cualquier manera, todas las dimensiones son esenciales para la continuidad entendiendo que en mayor o en menor grado, cada dimensión afecta a la otra y todas se afectan entre si.

Esta situación nos confronta con una realidad, dado que la sucesión no solo se da en el campo de la empresa familiar en el lado ejecutivo, sino prácticamente en cada dimensión del modelo, donde la segunda generación posiblemente no tiene la capacidad de abarcar el espectro que la primera generación por default le tocaba atender.

Lo interesante es que esto abre una enorme oportunidad para que la familia pueda articularse, potenciando la integración de varias generaciones y a su vez generando una cultura de trabajo en equipo, con un nivel superior de propósito conjunto y que busque permanentemente la continuidad como visión singular de la familia.

Una vez ambientado este escenario, el trasfondo de toda la estrategia yace, en la creación de una cultura de liderazgo como parte de los procesos que la familia debe atender con diligencia, en el entendido de que la cultura de liderazgo no se trata solamente de tener un líder que atienda los negocios familiares de manera correcta, más bien se trata de que todos en la familia estén permanentemente empoderados de la manera correcta, para asumir posiciones de liderazgo en cada una de las dimensiones o procesos que implica manejar de manera discriminada y bajo el modelo de los 8 círculos, en especial, aquellos miembros de la familia que no trabajan en los negocios de la familia; al final el líder familiar no solo es aquel que se preocupa por su desarrollo únicamente, también se preocupa por el desarrollo de cada miembro de la familia respetando las jerarquías en cada núcleo familiar.

La continuidad de la empresa familiar no es un proceso fortuito que se da de manera espontánea, y menos en los entornos económicos que debemos afrontar hoy en día, y que continuamente amenazan los modelos de negocios a los que tradicionalmente estamos acostumbrados, por el contrario, es el resultado de decisiones y estrategias bien concebidas que a través de las generaciones se van desarrollando y fortaleciendo como parte de la estrategia de lograr comprometer a los miembros de la familia con su legado familiar en miras de poder proyectar el futuro del patrimonio familiar.