El escritor canadiense Yann Martel (1963) logró un éxito apabullante en 2001 con su novela Vida de Pi, que fue galardonada con el Man Booker Prize y vendió millones de ejemplares en todo el mundo. En 2012 se estrenó su adaptación al cine, dirigida por Ang Lee, que también obtuvo una excelente acogida. Esta obra tuvo la poco frecuente virtud de conseguir el reconocimiento de la crítica y el entusiasmo de los lectores. Posteriormente, el autor publicó Beatriz y Virgilio(2010), que pasó más desapercibida. Con su último trabajo, Las altas montañas de Portugal (2016), el autor retoma un proyecto pendiente, ya que, antes de empezar Vida de Pi, pensaba escribir una novela ambientada en Portugal (un viaje a la India cambió sus planes). Se trata de una alegoría de tintes religiosos, dividida en tres fábulas interrelacionadas, que explora la fe, la soledad, la pérdida y el camino espiritual.
Yann Martel
Es difícil exponer unas conclusiones sobre Las altas montañas de Portugal en pocas líneas. Como buena parábola, este libro invita a pensar, a seguir dándole vueltas una vez terminado, a repasar cada detalle. Y, desde luego, no tiene una única interpretación posible. Yann Martel construye una alegoría tranquila que se asienta en motivos bíblicos y de la literatura tradicional, si bien les da la suficiente personalidad para no parecer un pastiche. Tiene un estilo denso, lírico y preciosista, que juega con las metáforas y las oposiciones (el chimpancé y Jesucristo, Agatha Christie y la Biblia, la ternura y el horror). Espiritualidad, religión, amor, muerte, desamparo, camino, transformación; todo eso forma parte de estas historias. En el fondo, el autor nos recuerda la fragilidad del ser humano, y con ello nos empuja a encontrar el bienestar por medio del cambio interior: un viaje renovador para dejar de estar perdidos.