Mientras el armamento esté en las vitrinas de ETA, la banda seguirá viva a pesar de su quietud

En ese "primer artículo" reflexioné sobre la inseguridad en las tierras vascas; las secuelas del terror; las "víctimas", y critiqué el fracaso de Zapatero en su diálogo con ETA. Diálogo frustrado por el atentado de la T4 y el "hazmerreír colectivo" por la liberación del asesino Iñaki de Juana Chaos. También apunté la ruptura de la tregua en los tiempos aznarianos. A través de la narración hice una relación de los últimos asesinatos del "hacha y la serpiente" y los éxitos cosechados por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en la desintegración y debilitamiento del organigrama terrorista. El artículo concluye con una serie de preguntas en voz alta, preguntas que, en su día, algunas de ellas, no tenían respuesta, y hoy – dos años y medio después - varios interrogantes han sido contestados por la evidencia de los hechos. El artículo concluía así: "¿Puede deducirse con rotundidad que estamos inmersos en su final? Probablemente sí. ¿Supondrá esta noticia – el anuncio del final de ETA – el cierre de un capítulo marcado por cuarenta años de tensión terrorista? Probablemente sí. Pero para las "víctimas" evidentemente no. El final de ETA no cierra el capítulo del dolor.
¿Se pondrán los partidos la medalla de esta supuesta "manifestación unilateral de la paz"? Probablemente sí. ¿Se producirá la legalización de Sortu y el acercamiento de los presos a las cárceles vascas? La democracia lo dirá".
Nunca creí, la verdad sea dicha, las palabras de ETA y, muchísimo menos, cuando éstas salieron – como de costumbre – de rostros tapados; voces distorsionadas y lienzos de fondo, con el simbolismo de la banda. Siempre tuve la hipótesis de que el "final" anunciado por ETA no era más que un "arma" para conseguir su cometido: el acercamiento de los presos y la legalización de Sortu. Si antes, el "buque insignia" de la organización criminal eran el fomento del miedo civil ante el cumplimiento constante de sus amenazas, ahora es la fobia social ante la vuelta impredecible a los gatillos de antes. Son, precisamente, "las armas de la banda", la principal carta que esconden los etarras para poner contra las cuerdas al gobierno de Mariano. Así las cosas, mientras el armamento esté en las vitrinas de ETA, la banda seguirá viva, a pesar de su quietud. Sigo pensando – os lo digo sinceramente – que las "paz y las armas" nunca han casado bien en el sentido común de los mortales. Gracias a las armas, la banda dispone de poder para negociar con el gobierno su "final definitivo", o sea, su final. El gesto del otro día: "la escenificación de la entrega con verificadores incluidos", no fue más que una puesta en escena del juego sucio de ETA. Un juego sucio, he dicho bien, para negociar con Rajoy: el acercamiento de unos cuantos presos dispersos a cambio de "3 pistolas, un fusil, 2 granadas y unos kilos de explosivos".
La escenificación de la entrega con verificadores incluidos, no fue más que una puesta en escena del juego sucio de ETA
La liberación de Bolinaga por su "cáncer terminal"; la excarcelación de presos por la supresión de la doctrina Parot; las concentraciones recientes de "exetarras" en Bilbao y San Sebastián; el supuesto arsenal con toneladas de armas escondidas; los zulos ocultos en lugares malditos y, la renuncia al arrepentimiento por los daños producidos a las "víctimas" son, entre otros, algunos de los indicios de que ETA sigue activa, a pesar de su "paz". Hoy, dos años y medio después del "final unilateral de la violencia" visionamos en la televisión las mismas imágenes del ayer. Los rostros tapados; "el hacha y la serpiente" y, el simbolismo marcado por el lienzo del Guernica. El toro, símbolo de "brutalidad y oscuridad" – en palabras de Picasso-; la bombilla, metáfora de bomba y forma de destrucción de las guerras modernas; el caballo, símbolo de las víctimas inocentes de la batalla; la mujer con los brazos al cielo, retrato del horror, y la paloma, símbolo de la paz rota.
Artículos relacionados:
Sombras de paz