LAS AUTONOMÍAS O LA NUEVA TORRE DE BABEL por @PepeWilliamMunn

Publicado el 16 enero 2013 por Catalega @Catalega

José Quijada Rubira, @PepeWilliamMunn, vuelve a participar en DECDLT con un interesante artículo.
Corría el año 1978 cuando los españoles nos dimos –nos impusieron con fórceps, más bien- el conocido por Estado de las Autonomías, un engendro monstruoso, una entelequia que no hay por donde cogerla, un regalo envenenado que nos ha dejado los políticos de la llamada transición, esos que se nombran a sí mismos, pomposamente, Padres de la Patria y que están enormemente orgullosos de este atentado perpetrado contra España y su unidad, y al que algún día habrá que bajarles del pedestal en el que están colocados y situarles donde se merecen: en el podio de la mayor vileza, cobardía y traición cometida contra esta gloriosa y heroica nación. Sin duda, el veredicto de la Historia los reubicará. Ahora, aquél dislate de las Autonomías, ese esperpento insostenible y delirante de nación de nacionalidades, amenaza ruina total. Ese edificio construido con materiales poco consistentes, de escasa solidez, está carcomido de manera irreversible y va a derrumbarse sin remisión, sin solución posible. Sólo hay que esperar al acto final, a la caída de esta Torre de Babel actualizada. Nos vendieron desde la izquierda y la derecha, que el mejor modo de frenar los embates del secesionismo era mostrarse conciliador y poner la otra mejilla, convirtiendo a España en 17 Reinos de Taifas, en 17 pequeñas españitas, enfrentadas unas contra otras, sólo mirando por su bien particular y no por el conjunto de la nación, que es el de todos y el que nos hace grandes y mejores. Este laberinto español fue aquietando a su Minotauro con concesiones autonómicas que fueron larvas de mini-estados, dándoles competencias de todo tipo –como la Educación- que alimentaban el odio hacia España como nación, combatiéndola, debilitándola y destruyéndola, lenta pero eficazmente, hasta dejarla inerte. El Estado de las Autonomías no es el fruto de una reflexión cabal  y respetuosa con la Historia. Al revés: el uso frívolo del término “nacionalidad”, desde la transición, llevaba necesariamente a este enmarañamiento de administraciones  y al monumental sinsentido actual. Lo peor de todo es que los gobernantes, los que podrían buscar una solución –al menos intentarlo- no quieren saber nada de este tema, mirando hacia otro lado, como si no existiera el problema. ¿Y por qué no quieren arreglar este disparate? La respuesta es sencilla: los partidos políticos tienen montado un entramado para vivir ellos a costa de los demás. La llamada casta política, como ya nos advertía Camba, concibe el Estado como una gran central eléctrica a la que hay que enchufarse para brillar. El escritor, periodista y visionario Fernando Vizcaíno Casas ya avisó en 1981, en su profética novela “Las Autonosuyas”, el Patio de Monipodio en que se iba a convertir España, en esa nueva Torre de Babel, con 17 banderas, 17 lenguas, 17 historias, 17 razas…Todo inventado y que conlleva a la aniquilación de España, a su fin después de más de 500 años de unidad. En la extraordinaria, melancólica y bellísima película de Anthony Mann, “La caída del Imperio Romano” (1964),  en la escena final del film, una voz en off, explicaba: “Una gran civilización no es conquistada hasta que no se ha destruido ella misma desde dentro”.