‘Las aventuras de Ford Fairlane’ Una película, aunque no lo creáis, de culto.

Publicado el 28 enero 2010 por Cinefagos

Mi afición por esto del cine empezó con un armario repleto de VHS de acción, fantasía, documentales y ciencia ficción entre los que figuraban joyas como Blade Runner, La guerra de las Galaxias, la chaqueta metálica y Terminator 2. Recuerdo que con cuatro o cinco años había un videoclub bajo mi balcón al cual me acerqué pidiendo “Alguien”, ya sabéis, la peli del bicho que rompe pechos y lo salpica todo de sangre.   Ese armario se convirtió en una fuente inagotable de entretenimiento que me mantenía en estado catatónico durante las horas de la siesta, y las acabé viendo tantas veces que muchas de esas copias se quemaron entre los cabezales del reproductor de VHS.

Quizá por eso nunca me sentí interesado por las películas de Disney, ni tampoco llegué a la parte de atrás del armario, donde la ciencia ficción y el cine de Schwarzenneger desembocaban en cintas de hembras exuberantes haciendo morritos en una carátula prosaica con títulos que despertaron poco interés en mí porque me decía que películas donde la gente sale abrazándose son aburridas y no muere nadie.

En medio camino se encontraba una cinta que todavía conservo por aquello de la nostalgia donde estaba grabada ‘Las aventuras de Ford Fairlane’, una muestra del cine gamberro de principios de los noventa tan mala como increíble según en la parte del mundo en que te encuentres.


“Andrew Dice Clay es Ford Fairlane, el detective más sexy (y más descarado de Los Ángeles). Tomar Sambucas sin parar con las estrellas del rock y alternar con tías buenas a todas horas es un duro trabajo… pero alguien tiene que hacerlo. Pero cuando la estrella del Heavy, Bobby Black, muere en mitad de una actuación, el trabajo de Ford da un peligroso giro. Quizás sea un paranoico, pero si te persiguiesen matones psicópatas y coches a toda pastilla… probablemente tú también serías paranoico.”

Esta sinopsis nos hace una idea de qué tipo de película vamos a ver, un producto similar a Ali- G, o ‘Movida en el Roxbury’, largometrajes basados en personajes famosos de programas del tipo ‘Saturday Night Live’ que sirven para el lucimiento de los actores y destinados a sus fans, los únicos que quedarán contentos con Sketches de hora y media. Andrew Clay, un macarra de cuidado y un personaje controvertido en Estados Unidos, estaba en la cúspide de su carrera cuando acometió un film capaz de provocar reacciones más extremas que ‘Malditos Bastardos’ (sé de lo que hablo). Y es que Clay era un monologuista conocido por su humor negro y ácido, en ocasiones algo insoportable. Pertenecía a una época en la que los hombres fumaban y follaban, y a los gays se les llamaba de otra forma un poco más brusca. Esta película tiene en su atractivo ese batiburrillo de todo lo que hoy día jamás nos encontraremos en una sala de cine: un personaje misógino que suelte frases lapidarias llenas de tacos, mujeres desarrolladas que parecen deseosas de sexo en la playa y una trama tan estúpida como divertida. Y es que encontrar a una ‘Groupi’ del Heavy Metal en Los Ángeles para acabar perseguido por un psicópata interpretado por Robert Englund (alias Lagarto Bueno) escalando el edificio de Capitol Records, es poco menos que delirante.

Clay compartía reparto, además de con el lagarto bueno, con Priscilla Presley, la mujer de Elvis, Ed O’neall (Al Bundy en Matrimonio con hijos) y Lauren Holly, una mujer que a sus 46 años sigue estando increíble y a la que no le falta trabajo en series como en NAVY: investigación criminal (de la que yo soy admirador simplemente por la gótica tatuada que trabaja en el sótano, nada, cosas mías…). Este reparto tan peculiar, a falta de una palabra mejor, fue dirigido por Renny Harlin, que tiene en su filmografía títulos como ‘La jungla de Cristal 2’, ‘Máximo Riesgo’ ‘Deep Blue Sea’ ‘La isla de las cabezas cortadas’… etc, con un resultado espectacular: batallazo en taquilla, ganadora de varios Razzies y la caída en desgracia de Clay. La señora de Elvis Presley no volvió a actuar en diez años, pero el fracaso de su carrera no se debe sólo a esta película, desde luego.

Clay pertenece a una especie extinta, como los cincuentones calvos con camisetas de AC/DC con lemas de “Yo estuve allí, 31 de Diciembre de 1973”. Se trataba de un tipo de cine, comedia y humor que fue apartado y refinado para convertirse en productos para todos los públicos, pero tampoco vamos a negar que la película era cutre y él no mucho mejor. Sus desencuentros en programas de televisión y entrevistas son conocidos, y quizá eso contribuyó a que sus contratos se evaporasen y quedase relegado a vivir de sus rentas y a una tardía reaparición. En cualquier otra situación esta película hubiera desaparecido del mapa y de los Torrents, pero por alguna razón sigue contando con gran popularidad y prestigio en algunos países. Como el nuestro sin ir más lejos.

Su estreno en España coincidió con una huelga de dobladores, así que la labor de ponerle las voces quedó en manos de gente como Pablo Carbonell, quizá el artífice de que este engendro tan irresistible perdure en la memoria. Nos encontramos ante uno de esos casos donde el doblaje no sólo es bueno, sino increíble, que mejora la calidad de la película y le da la fama de la que dispone, acuchillándola con increíbles frases, diálogos y personalidad.

Aquí tenéis el tráiler original, antes de que llegase a nuestro país.

Ni qué decir tiene que el video que acabáis de ver es realmente malo, tanto que da vergüenza ajena. Pero eso sólo hace que sea más evidente por qué la labor de los dobladores la salvaron de la quema. Echad un vistazo al doblaje final.

La cosa cambia bastante. Las expresiones y frases de la película se hicieron tan conocidas que como bien dice la Wikipedia “con comunes de encontrar en chats de Internet”. Es cierto, de hecho yo me encontré con un tipo que se llamaba igual y que insistía en responderte sólo con diálogos del film. No hace falta que os diga que a los cinco minutos el chaval resultaba insoportable y te entraban ganas de pegarle un tiro, y que a los diez ibas directo al chat erótico donde al menos la gente te deja en paz. Pero aun así, ‘Las aventuras de Ford Fairlane’ se convirtió en un objeto de culto, un pequeño Olimpo donde entran películas que no fueron un éxito en su momento (seguramente la amplia mayoría no se lo merecían) y que sin embargo consiguieron un gran número de fieles.

En cuanto a mi opinión, esta película me ha acompañado durante muchos años, aunque es mala y muy cutre. Pero es divertida y en cierta medida formó mi personalidad y mis gustos, el que prefiere una mujer del cine de los ochenta o principios de los noventa a las adolescentes molonas que copan las pantallas hoy día. El que disfruta con una pelea sucia, y ligeramente sangrienta en vez de coreografías y CGI y, por último, a alguien a quien no le importa pasar un rato entretenido y encontrar virtudes en cualquier sitio.

Cuando tenía seis años, los profesores de mi colegio insistían en que todos llevásemos películas para compartirlas con el resto de la clase. Tras varias semanas de ver Grease, Blancanieves y la Bella y la Bestia, llegó mi turno y llevé mi película. Tras pedírsela a mis padres y comentarlo con mis profesores, acabamos viendo Parque Jurásico.

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