La Princesa y el Señor Fu
La Princesa de este cuento vive en un castillo de mazapán. Vive sola, porque su mejor amigo el Señor Fu es un osito de peluche, y entonces no cuenta. También habita allí la cosa silenciosa y aterciopelada, que vive debajo de su cama sólo sale por la noche, cuando no hay luz y se apaga la vela de la mesita de noche de la princesa.
Las aventuras que rodean al castillo de mazapán se narran en este libro escrito por Patrick Rothfuss y Nate Taylor. Y a pesar de de que en apariencia “Las aventuras de la Princesa y el señor Fu: la cosa de debajo de la cama” es tan dulce como los materiales de su castillo, lo cierto es que la Princesa nada tiene que ver con cualquier cosa que edulcore.
A medio camino entre las historias de Angus Oblong, pero sin tanta rotundidad y las que escribía Edward Gorey, pero sin tanta inteligencia, Patrick Rothfuss y Nate Taylor cuentan una historia costumbrista – al menos en un principio – corta y fácil de leer. Un libro ilustrado que desde el punto de vista estético guarda la sensación de ser infantil, pero que sin embargo está destinado a adultos.
La idea de dar un tratamiento infantil a historias de adultos y añadirles una pizca de aliño macabro no es nueva; y aunque el libro guarda buenas intenciones, no sabido resolverlo tan bien como otros autores: las comparaciones son odiosas, pero inevitables.
El libro se segmenta en tres partes que pertenecen al mismo hilo argumental, pero que crean así tres finales diferentes dentro de la misma historia, sucediéndose el segundo al primero y el tercero a los dos anteriores. Allí es donde el autor añade su creatividad, donde logra la sorpresa y la risa ácida. Y aunque el efecto es resultón, los finales son prescindibles y no dicen nada más que lo propio de la historia.
“Las aventuras de la Princesa y el señor Fu: la cosa de debajo de la cama”, se deja leer, es divertido y es sarcástico, pero no pasa de ser un puñado de viñetas más dentro de un género que tiene autores y personajes inolvidables, aunque no sea el caso de Patrick Rothfuss y su princesa.
Dafne Calvo
Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.
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