Durante la época victoriana surgió en Gran Bretaña y sus colonias un negocio legal llamado ‘baby farming’, traducido al castellano como granjas para bebés, eriza el bello nada más leerlo. Estos lugares, instituciones, agencias o como quisieran llamarse, regentados por cuidadoras particulares, se dedicaban a la cría de bebés. Eran las madres, sobretodo las que tenían hijos fuera del matrimonio, las que decidían donarlos, para ello debían pagar un precio que oscilaba entre 10-15 libras semanales de la época por quitárselos de encima, bien para que los o bien para que los dieran en adopción a parejas sin hijos. Dado que aquella época estaba marcada por una sociedad con una moral religiosa estricta y un puritanismo exagerado, era un buen sistema para las madres solteras de cualquier clase social, ya que era un proceso rápido, legal, simple y sin preguntas.
Como no podía ser de otra manera este negocio era terreno abonado para psicópatas que les daba igual vender productos al peso que comerciar con seres humanos, por lo que surgieron unas cuantas asesinas.
Algunas de ellas fueron las siguientes
MARGARET WATERS
Water, londinense nacida en 1835, y de profesión cuidadora de bebés se sospecha que mató al menos a 19 niños. Fue acusada de cinco asesinatos deliberados en los que drogó a los bebés antes de morir. También se la acusó por negligencia y conspiración en otros tantos casos. Su hermana, Sarah Ellis, fue condenada a dieciocho meses de trabajos forzados por obtener dinero bajo falsas pretensiones. Waters fue ejecutada a la horca el 11 de octubre de 1870 en la prisión londinense de Horsemonger Lane Gaol.
FRANCES KNORR
Británica de nacimiento, emigró con tan sólo 19 años a Sidney, Australia, en 1887. Poco después se casó con un emigrante alemán, Randolph Knorr. Después de tener una relación con otro hombre, se instaló en Melbourne. Sin un centavo y embarazada, se dedicó a la cría de bebés. Después de enterrar a tres niños en la casa arrendada donde vivía, volvió con su marido. Al llegar un nuevo inquilino, encontró los cuerpos de los bebés enterrados. Al poco tiempo fue detenida y juzgada, siendo condenada a la pena capital. Fue ahorcada en 1894.
AMELIA DYER
Enfermera británica, nacida en 1837, se dedicó a la cría de bebés después de enviudar, en 1869. Al principio cuidaba a los bebés pero se fue volviendo negligente y algunos murieron, por lo que fue condenada a seis meses de trabajos forzados. También fue recluida en una institución psiquiátrica por su inestabilidad mental, sobreviviendo a un intento de suicidio grave. Una vez cumplida la condena volvió a encargarse del cuidado de bebés pero esta vez directamente comenzó a asesinarlos, estrangulando a algunos de ellos y desechando sus cuerpos. Fue detenida cuando se le atribuyó el asesinato de un bebé cuyo cuerpo tiró al río Támesis. Sentenciada a muerte, fue ejecutada a la horca en junio de 1896. Aunque solamente fue juzgada por un asesinato, se sospecha que pudo matar a más de 400 bebés.
MINNIE DEAN
Nacida el 2 de septiembre de 1844 en Greenock, Escocia. Se trasladó a Nueva Zelanda en fecha indeterminada, aunque existen registros de que en la década de 1860 ya estaba establecida en el país oceánico. En 1872 contrajo matrimonio y un tiempo después la pareja sufrió problemas financieros lo que llevaron al marido de Minnie a trabajar como criador de cerdos y a ella como cuidadora de bebés. En la comunidad donde vivían empezó a correr el rumor de que en la casa donde Minnie acogía a los bebés, estos desaparecían pero no se podía demostrar nada. Hasta que en un registro de la policía en el hogar encontraron a tres bebés enterrados en el jardín. Las autopsias determinaron que uno de ellos murió por sobredosis de láudano, otro por asfixia y al tercero no se pudo verificar la causa de la muerte, aunque fue acusada igualmente de tres asesinatos y declarada culpable y sentencia a la pena capital. El 12 de agosto de 1895 fue ahorcada, siendo la única mujer ejecutada a la pena de muerte en Nueva Zelanda.
AMELIA SACH Y ANNIE WALTERS
Compartieron “granja” en Claymore House, en la capital británica. El dúo de asesinas se deshacía de los niños administrándoles un veneno llamado Clorodina, el cual contenía morfina. Los niños eran donados por mujeres solteras, sirvientes en casas que quedaban embarazadas y sus empleadores se hacían cargo de costear el pago de entre 25 y 30 libras de manera discreta. Se supone que mataron a no menos de una docena de niños. El casero de las mujeres, oficial de policía sospechó de ellas y las denunció. Fueron las primeras y únicas mujeres ejecutadas dualmente en Gran Bretaña, ahorcadas el 3 de febrero de 1903.
ALICE MITCHELL
Baby Farmer australiana. Entre 1900-1906 se sospecha que dejó morir a 36 bebés, principalmente por inanición. A finales de 1902 inició su negocio como cuidadora de bebés. Se registró en la Junta Local de Salud de la ciudad de Perth para iniciar su actividad en una casa de Edward Street. Así, el 16 de diciembre de 1902 inició el registro de todos los bebés que entraban y se quedaban a su cuidado, pero lo cerró dos años después. Una funcionaria se encargaba de inspeccionar las casas y los registros de los bebés pero en muchas ocasiones simplemente no entraba, se quedaba en la puerta y cobraba el correspondiente tributo, sin más.
Todo parecía transcurrir con normalidad hasta que en 1907 un médico atendió a un bebé de diez meses enfermo que permanecía en la casa de Alice. No era el único. Otro bebé más presentaba al igual que el otro un aspecto extremadamente demacrado. Ambos niños fueron trasladados con urgencia al Hospital Público de Perth. Uno de ellos murió al día siguiente.
Tras el suceso se inició una investigación. No se entendía que siendo un negocio legal y controlado por las autoridades pudiera haber sucedido algo tan trágico. A partir de ese momento comenzaron a surgir testigos que habían visitado la casa, que declararon cuando Alice Mitchell fue juzgada. Desde religiosos, hasta médicos, ninguno creyó necesario alertar a las autoridades sobre tal terrible situación.
El 16 de abril de 1907, el Tribunal Penal de Perth condenó a Alice Mitchell a cinco años de trabajos forzados por negligencia criminal. Únicamente se pudo probar la muerte de la bebé Ethel Booth, aunque se sospecha que dejó morir por inanición a 37 bebés más.