Esto es lo que el apóstol Pablo descubrió cuando se dedicó a predicar el evangelio. A pesar de su gran erudición y sus muchos dones, Pablo reconoció que no era digno de trabajar para el Señor. Gracias a esa actitud, pudo ir más allá de sus limitaciones personales y experimentar el poder sobrenatural.
Sin embargo, nos dejamos vencer fácilmente por nuestras insuficiencias, usando nuestras limitaciones como excusa para no asumir tareas difíciles; cuando recibimos el llamado a servir, decimos: “No puedo hacer esto” o “no quiero tener esa responsabilidad”. Pero nuestras excusas son inaceptables porque el Espíritu Santo nos dará el poder para realizar cualquier tarea que el Señor nos asigne.
A menos que hagamos uso del poder sobrenatural de Dios, corremos el riesgo de fracasar una y otra vez. Primero, nos perdemos del gozo, la paz y el contentamiento que se derivan de responder por fe al llamamiento del Señor, y de experimentar su poder. Además, nuestra vacilación puede privar a otras personas de los beneficios de nuestro servicio.
Quizás usted sienta que no tiene mucho que ofrecer, pero si es un hijo de Dios Él le ha equipado con todo lo que necesita para servirle. Jamás subestime la influencia de una persona que ha aprendido a depender de la suficiencia del Dios todopoderoso.
(En Contacto)