Desde el punto de vista de su comportamiento químico, la unión del Carbono o del Nitrógeno a ciertos grupos de átomos proporciona características específicas a las moléculas que contienen esos grupos que se denominan grupos funcionales. Los grupos funcionales más importantes que utilizan los seres vivos son el grupo ácido, el grupo -oxo (aldehídos y cetonas), el grupo alcohol y el grupo amino. Usando uno o varios de esos grupos funcionales los organismos son capaces de construir una gran variedad de moléculas diferentes, con las que pueden construir sus estructuras y realizar todas sus funciones.
Los tipos de biomoléculas orgánicas
Una célula puede contener en torno a unos 1000 tipos diferentes de pequeñas moléculas (masa molecular entre 100 y 500). Esas sustancias están presentes en prácticamente todos los tipos de células, e incluyen: Los 20 aminoácidos que forman las proteínas
- Los nucleótidos, que componen los ácidos nucleicos
- Los carbohidratos y sus derivados fosforilados
- Varios tipos de ácidos orgánicos
Todas ellas componen lo que se conoce como metaboloma, es decir, el conjunto de moléculas de pequeño tamaño que están presentes en una célula determinada. Todas son moléculas cargadas o polares, solubles en agua. Se encuentran en concentraciones muy bajas. No pueden entrar y salir libremente de la célula, sino que necesitan transportadores específicos para hacerlo. Intervienen en los principales conjuntos de reacciones químicas que ocurren en la célula, lo que constituye una prueba de un origen evolutivo común de los seres vivos.
Además de las moléculas orgánicas pequeñas, las células utilizan otras de mayor tamaño para llevar a cabo sus funciones.
Lípidos
Los lípidos son sustancias insolubles en agua (hidrófobas) que forman parte de las membranas biológicas y que se utilizan como reserva de energía o aislante térmico. Algunos deben ser consumidos en la dieta vitaminas liposolubles) y otros realizan funciones hormonales (hormonas sexuales, esteroides). Los ácidos grasos son los lípidos que absorbemos como nutrientes de los alimentos. Los organismos los usan para formar compuestos complejos, como los triacilglicéridos, que se usan como reserva energética o los fosfolípidos, que forman parte de las membranas celulares.
Carbohidratos
Los monosacáridos son los compuestos más sencillos de una familia de sustancias que reciben el nombre de glúcidos o carbohidratos. Desde el punto de vista químico se caracterizan porque en su estructura hay siempre dos grupos funcionales: Un grupo oxo, que puede encontrarse en el primer carbono (dando lugar a las llamadas aldosas)o en el segundo, dando lugar a las cetosas, y grupos alcohol (-OH) en todos los demás carbonos. Los monosacáridos pueden cerrarse sobre sí mismos formando ciclos.
Los monosacáridos pueden unirse entre sí formando cadenas, lineales o ramificadas llamadas polisacáridos. Las grandes moléculas formadas por la unión de otras más pequeñas se llaman polímeros, y sus unidades monómeros. En los seres vivos los polisacáridos pueden tener dos funciones fundamentales: reserva de energía, como el almidón en vegetales y el glucógeno en animales, o la formación de estructuras de soporte, como la celulosa, que forma la pared celular en vegetales. Los polisacáridos de reserva energética se utilizan “arrancando” los monosacáridos de uno en uno.
Aminoácidos y proteínas
Los aminoácidos son una familia de compuestos que forman las proteínas. Todos presentan una estructura común y una parte específica. La parte común incluye un átomo de carbono unido a un hidrógeno (carbono α, y un grupo ácido y un grupo amino unidos al mismo carbono α. La parte específica es un grupo (radical) que varía de un aminoácido a otro, y que también se encuentra unido al carbono α. Las proteínas están formadas por veinte tipos de aminoácidos distintos, que solo se diferencian por su grupo R.
El grupo ácido y el grupo amino de dos aminoácidos pueden reaccionar entre sí formando un enlace que recibe el nombre de enlace peptídico. El compuesto que resulta sigue teniendo un grupo carboxilo en un extremo y un grupo amino en el otro. Esto permite que los aminoácidos puedan unirse formando cadenas de gran tamaño, llamadas proteínas.
En una proteína los 20 aminoácidos pueden combinarse de forma totalmente libre en cuanto a número y orden, lo que hace que el número de proteínas posibles sea virtualmente infinito. Dos proteínas se diferencian entre sí por su estructura primaria, que es el orden en el que se disponen los aminoácidos que forman la proteína.
Los aminoácidos que forman una proteína se atraen entre sí, haciendo que la proteína adquiera una forma tridimensional concreta. La forma espacial de la proteína constituye su estructura terciaria. La gran variedad de estructuras primarias posible hace que también pueda existir una gran variedad de estructuras terciarias, lo que tiene gran importancia desde el punto de vista biológico porque la función de cada proteína depende de su forma tridimensional. Gracias a su gran variedad de estructuras, las proteínas pueden realizar la mayor parte de las funciones que realizan los organismos: Hacen posibles las reacciones químicas, forman estructuras celulares, sirven de mensajeros químicos, controlan el funcionamiento de los genes, reciben estímulos, almacenan materiales y energía, transportan sustancias, producen y permiten el movimiento...
Nucleótidos y ácidos nucleicos
En total, en una célula hay unos 200 tipos de nucleótidos y sustancias relacionadas diferentes. Los nucleótidos tienen funciones biológicas relacionadas con la transferencia de energía debido a que los enlaces entre grupos fosfato son de “alta energía”, lo que significa que para formarse, necesitan que se aporte una gran cantidad de energía, pero también que cuando se rompen, liberan gran cantidad de energía que puede pasar de unas reacciones a otras.
Los nucleótidos con tres fosfatos actúan como “baterías” que pueden descargar energía cediéndola para que ocurran otras reacciones químicas o cargarse gracias a la energía de otras reacciones. La molécula que cumple esta función en la mayor parte de los casos es el ATP.
Los nucleótidos pueden formar polímeros en forma de cadenas que reciben el nombre de ácidos nucleicos. Hay dos grandes tipos de ácidos nucleicos, según el monosacárido que forme parte de los nucleótidos. Si el monosacárido es la ribosa el ácido nucleico resultante es el ARN (ácido ribonucleico). Las bases nitrogenadas que lo forman son adenina, citosina, guanina y uracilo. Si el monosacárido es la desoxirribosa el ácido nucleico que se forma es el ADN (ácido desoxirribonucleico), y en su composición aparece timina en lugar de uracilo.
Los ácidos nucleicos son heteropolímeros, porque están formados por monómeros distintos, como las proteínas. La parte que varía entre los nucleótidos es la base nitrogenada.
Los ácidos ribonucleicos (hay varios tipos) forman siempre una única cadena lineal. Algunos tienen una estructura tridimensional debido a que se pliegan sobre sí mismos.
Los organismos necesitan información para poder mantener su funcionamiento: elaborar sus componentes, organizarlos en sus estructuras y controlar y regular su funcionamiento, ajustándolo a sus necesidades. Esta información, que se denomina genética porque sus unidades son los genes, se utiliza (se expresa) mediante la síntesis de proteínas. Para que un organismo pueda contener y utilizar información es necesaria una molécula capaz de…
- Almacenar información
- Producir copias idénticas de sí misma
- Ser leída, “expresando” su información
En los seres vivos esa molécula es el ADN; la información está almacenada en la secuencia de nucleótidos, puede copiarse gracias a la complementariedad de bases y se expresa mediante la síntesis de proteínas en los ribosomas.