Las brujas de Zugarramurdi tiene fuerza y adrenalina. Mucha, y sobre todo al inicio. Es fresca, osada, impulsiva, espontánea e intensa. Pero no todo el metraje. Pasada la media hora, quizás los 45 minutos, aparece el tambaleo, la irregularidad y el declive. Y se ve la cara que más le cuesta moderar o controlar al director bilbaíno: el exceso, en el sentido de saber distinguir hasta qué punto un gag es en verdad gracioso y funciona.Hugo Silva y Mario Casas asaltan, junto con el pequeño hijo del primero, un local de empeño de oro y huyen en un taxi rumbo a Francia. Para arribar allí, es de pasaje ineludible Zugarramurdi, un pueblo oscuro y misterioso en donde se topan con la tenacidad de tres brujas que complican abruptamente su “estadía”.
LO MEJOR:interpretaciones, fotografía. Un comienzo electrizante. Cuando el humor funciona.LO PEOR:si bien se trata de una película bizarra, pierde sustancia y fuerza. Cuando el humor no funciona.
PUNTAJE:5,5