Película de claro mensaje feminista, Las buenas compañías transcurre en el País Vasco a mitad de los años setenta, en esa tierra de nadie política en la que acababa de morir Franco, pero todavía España no era una democracia. La película retrata la lucha de unas jóvenes por establecer el derecho al aborto, algo indiscutido hoy, pero que en algo tiempo era visto por muchos como una idea poco menos que herética y propia de asesinos. La historia la vemos a través de los ojos de Bea, una adolescente de dieciséis años con problemas en casa y que ve a sus compañeras como a su auténtica familia y la lucha que está sosteniendo junto a ellas como su verdadera educación. Aunque peca de algo de maniqueísmo propio de este tipo de historias, Las buenas compañías es un buen retrato de época que falla un tanto en la historia de amor un tanto forzada que propone en su trama.