Es llamativo que los resultados no hablen de la inteligencia general o del coeficiente intelectual. De hecho los niños que participaron en los programas de pre-escolarización tenían una ligera ventaja en lo que se refería a inteligencia general, pero ésta desaparecía cuando ambos grupos llegaban a secundaria. Sin embargo, lo que si que parecía diferente entre los niños de los dos grupos eran las habilidades no cognitivas: el autocontrol, la persistencia, la firmeza, .... En una sociedad obsesionada por la inteligencia, este estudio deja claro que nuestra inquietud va mal encaminada.
La cualidad más valorada por los empleadores es la confianza, mientras que la triada perseverancia-confianza-coherencia es la mejor predictora de las notas en el colegio. Ninguna de las características comentadas tiene nada que ver con la inteligencia general, y esto es muy buena noticia, porque mientras que la inteligencia está altamente ligada a la herencia genética, las habilidades no cognitivas son maleables y por lo tanto se pueden aprender. A la vista de los resultados del experimento, es probable que la escolarización precoz no nos haga más inteligentes, pero quizás contribuya a diseñar buenas personas, lo que es mucho más importante.
Las empresas contratan a las personas por sus competencias técnicas y las despiden por sus incompetencias sociales. Esta frase resume a la perfección las conclusiones del estudio del profesor Weikart. Fábricas de competentes intelectuales e incompetentes sociales. Muchas matemáticas y poco autocontrol. Mucha historia y poca perseverancia. Mucha física y poca coherencia. De nada sirve la obsesión por construir profesionales altamente cualificados cuando la práctica nos demuestra que todo ese potencial es insuficiente cuando llega al mundo real. Profesionales de probeta, objeto de debates estériles que políticos y gobernantes utilizan como arma arrojadiza, olvidando que esto es lo que diferencia las sociedades avanzadas de las que no lo son.
Las empresas no deberían dedicar tiempo y recursos a formar a sus profesionales para que adquieran las competencias básicas de las que estamos hablando. Por ahora no conozco ninguna organización cuya misión sea esta, pero si que me suenan organizaciones de éxito donde estos valores son parte de la cultura corporativa, donde eso que se adquiere en primaria forma parte de los códigos éticos de la empresa y donde todos los profesionales viven esos valores con naturalidad, una naturalidad que sólo puede existir cuando dichos principios han sido bebidos desde temprana edad.
Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo son las prisas, y en este caso ocurre algo parecido. Tenemos prisa por todo, también por formar y educar a nuestro futuro. Y suele ocurrir que las prisas son malas compañeras .... ¿no me crees?, pues escucha alguno de los datos obtenidos del Perry Preschool Program : el coste por niño por un programa de pre-escolarización de dos años era de 5.984$ del año 1979. Los beneficios fueron:
- 3.353$ de ahorro por niño en escuelas públicas ya que la educación preescolar evita la educación especial.
- 10.798$ de ingreso por niño debido a las ganancias adicionales que generará a lo largo de su vida profesional a causa de la mejora en su estatus educativo.
- 668$ de valor estimado por el tiempo disponible de las madres mientras sus hijos acudían a la escuela primaria.
El resultado final de esta cuenta supone un retorno de la inversión de un 248%. Lo que ocurre es que este ROI no es inmediato, no sucede de la noche a la mañana.
Mientras midamos la rentabilidad de estas acciones en números de votos, en periodos temporales de 4 años, en deseos de padres frustrados, en la búsqueda de atajos, en la fama y el éxito express,... nos va a ser muy difícil conseguir cifras de esta magnitud.
Una vez más el refranero popular tiene una receta fantástica: “vísteme despacio que tengo prisa”.