Revista Psicología

Las Cajas de Ahorros, sus Fundaciones y sus Montes de Piedad

Por Gonzalo


Mi cuenta está en un banco. ¿Sería diferente si estuviera en una caja de ahorros?

No.  En el pasado no fue así, pero hoy, a efectos comerciales y operativos, es exactamente igual un banco que una caja.

¿Cual es pues la diferencia entre unos y otros?

Ninguna en relación directa con usted como cliente y sus operaciones cotidianas. La distinción está en el encuadramiento de las cajas en su entorno social y legal. Las diferencias básicas se centran en su estructura societaria y en las consecuencias que de ello se derivan.

Los bancos son Sociedades Anónimas, con su capital social, sus accionistas representados por la Junta General de Accionistas y su Consejo de Administración. Como es natural, al final de cada ejercicio, tienen unos beneficios, pagan sus impuestos sobre ellos, dejan en Reservas otra parte de las ganancias para reforzar la solidez delbalance y, finalmente, el resto lo reparten entre sus accionistas en forma de dividendos.

Las Cajas, por el contrario, conocidas internacionalmente como Saving Banks, en lugar de capital social cuentan con un fondo de dotación fundacional. Tienen también un Consejo de Administración, pero en lugar de Junta de Accionistas tienen una Asamblea General. En ésta, están representados, por ley, las Entidades Fundadoras de la Caja, las Corporaciones Locales (Ayuntamientos) de aquellas zonas donde tienen presencia mediante sucursales, impositores (clientes por sorteo), empleados (representantes sindicales) y otras entidades de interés social. La parte del beneficio que no se acumula en Reservas, puesto que no tienen accionistas, se destina a Obra Social, a sus Fundaciones, es decir, revierte a la sociedad.

Tienen más del 50% del mercado financiero español. Poca broma con las cajas.

No lo acabo de entender. Entonces  ¿son de naturaleza pública?

En España, no. Son de naturaleza privada. Explicar el estatuto jurídico de las cajas en España no es nada fácil. En mi opinión, la definición más completa es la que nos da la propia CECA:

“Son entidades de crédito plenas, con libertad y equiparación operativa completa al resto de entidades que integran el sistema financiero español, constituidas bajo forma jurídica de fundaciones de naturaleza privada, con finalidad social y actuación bajo criterios de puro mercado, aunque revirtiendo un importante porcentaje de los beneficios obtenidos a la sociedad a través de su obra social; a pesar de la libertad operatoria, las cajas de ahorros están especializadas en la canalización del ahorro popular y en la financiación de las familias y de las pequeñas y medianas empresas, con una fuerte raíz local y una densa red de oficinas de implantación preponderadamente regional”.

En Alemania, sí. Allí hay 670 cajas de ahorros, las populares “Sparkasse”, con 380.000 empleados, y aunque por excepción también las hay de fundación privada como las españolas, la práctica mayoría son fundaciones de Derecho Público, de propiedad pública, normalmente de Ayuntamientos y otras Corporaciones de índole local.

Las Sparkasse acaparan una gran parte de los depósitos bancarios alemanes. Tienen 16.7000 sucursales, las cooperativas de crédito (Kreditgenossenschafte) tienen otras 20.000. Y fíjese en este otro dato: entre todos los bancos alemanes sólo tienen 5.475 sucursales, aproximadamente la misma red de oficinas que nuestra mayor caja de ahorros española y europea: la Caixa.

Bruselas fue presionada para privatizar la “marca” Caja de Ahorros que, según la ley alemana, sólo podía ser utilizada por entidades públicas. Hubo un largo litigio y finalmente Alemania cedió. La victoria de Bruselas en esta batalla supuso que si un banco comercial privado comprara una Caja de Ahorros, podría mantener esa denominación de Sparkasse o Caja de Ahorros y explotar su atractivo comercial.

Ya se produjo un primer caso con la Berliner Sparkasse que fue, en realidad, el origen del litigio. Las autoridades regionales de Berlín cambiaron la ley para permitir el acceso de los inversores privados al capital de una Caja de Ahorros y pidieron a la Comisión Europea que obligara a Alemania a cambiar su legislación para permitir que las cajas de ahorros conservaran su nombre tras la venta a inversores privados. El objetivo de las autoridades locales berlinesas era, obviamente, obtener el máximo rendimiento en la venta, lo que se lograría permitiendo a los nuevos propietarios conservar el nombre de Sparkasse en la entidad privatizada. Bruselas les dio la razón.

¿Y qué consecuecias prácticas tuvo esto? ¿Es importante?

Sí es importante porque Alemania, en estos temas de bancos públicos y cooperativos, es única en el mundo, y su evolución podría muy bien afectar al resto.

¿Pero eso implicaría tener accionistas en una empresa de derecho público?

Desconozco los detalles técnicos del caso pero tenga en cuenta que, normalmente, si hay voluntad política de llevar a término un proyecto, se acaba consiguiendo. Piense que, si bien es verdad que las cajas no pueden venderse a particulares, sí pueden venderse todos sus activos y pasivos, quedándese la entidad pública madre con el cheque de lo recaudado en la venta. Novios no les faltan: la banca internacional está expectante. Y el bocado es grande.

En otros países ¿hay también estos litigios?

En la Inglaterra thatcheriana y en Italia, la gran banca engulló a las cajas. Fueron privatizadas y ya no existen. Se acabaron los Montes de Piedad y las Obras Sociales. El gran éxito de las cajas reside en Alemania, con su régimen de fundaciones públicas; en Francia, bajo el régimen de cooperativas y, en España, como fundaciones privadas.

¿Y qué quiere decir Monte de Piedad? ¿Por qué antiguamente muchas cajas tenían en su nombre esta expresión?

Es que el verdadero origen de las cajas, que nacieron como tal en el siglo XVIII, concretamente en Inglaterra (¡cómo no!), es el de una reacción protestante a los planteamientos religiosos de los Montes de Piedad, que habían nacido en el norte de Italia ya en el siglo XV de la mano de la orden de los franciscanos. La denominación “de Piedad” (di Pietà) los diferenciaba de otros tipos de “Montes”, instituciones que ya provenían de las ciudades-estado italianas del siglo XII y eran recaudaciones o cajas públicas para sufragar obras públicas. Su denominación procede del italiano “monto” porque era así como se denominaban a las cantidades amontonadas para sus fines. Éstos cumplían objetivos caritativos y benéficos, y se fundaban como un instrumento para combatir la usura: en aquellos tiempos, eran frecuentes los usureros que cobraban intereses de hasta el 200%.

Los Montes de Piedad atendían a las clases sociales más necesitadas de protección mediante la concesión de préstamos gratuitos sin interés, garantizados con alhajas o ropas. intentaban con ello suavizar los abusos de la usura. Para tal finalidad, los Montes de Piedad necesitaban, obviamente, fondos, que obtenían de depósitos populares también sin interés, limosnas, fiestas religiosas y ayudas directas de las coronas y cortes gobernantes.

Como era de prever, estos recursos, a la larga, se manifestaron insuficientes y se planteó la posibilidad de cobrar intereses en los préstamos prendarios, a fin de obtener recursos suficientes para incentivar a los ahorradores para la constitución de depósitos de ahorro a su vez también remunerados, y así crear un flujo de fondos que permitiera finalmente incrementar la obra social llevada a cabo por los Montes.

Y aquí se armó un buen lío dentro de la Iglesia Católica. No todos sus miembros estaban de acuerdo con esta medida. El tema fue abordado en los concilios de Letrán en 1515 y de Trento en 1563. Finalmente, el Vaticano admitió el cobro de “moderados” intereses en los Montes de Piedad.

Decíamos que el concepto de caja de ahorro como tal, data del siglo XVIII y, tran Inglaterra (Jeremy Bentham fue su gran defensor) se extendieron por Alemania (Brunswick 1765 y Hamburgo 1768) y progresivamente fueron sustituyendo a los Montes de Piedad.

¿Y en España?

Se conocían algunas instituciones, con implantación territorial desigual, como las “Arcas de Limosnas” (cuya existencia se remonta a 1431, y ya realizaban préstamos con garantías en especie que podían ser vendidas en caso de impago), las “Arcas de Misericordia” y las Alhóndigas o Alholíes, cuyo origen geográfico y cultural se adivinan.

También tuvimos los “Pósitos”, considerados precursores españoles de los Montes de Piedad, que llegaron más tarde en los países europeos. Estas entidades prestaban en los siglos XVII y XVIII grano de trigo y centeno a los labradores en épocas de escasez y a un bajo rédito (interés). En 1885 había 76 pósitos en España.

Se dice que el primer Monte de Piedad español fue el Monte de Piedad de Madrid, promovido por el capellán de las Descalzas Reales de Madrid, Francisco de Piquer y Rodilla. Fue el popular padre Piquer quien, en 1702, depositó un real de plata como primera aportación simbólica en una “cajita de ánimas”, que había de servir, dijo, “para sufragio de las ánimas y socorro de los vivos”. La estatua representativa del padre  Piquer depositando el real de plata se conserva en el Museo Histórico de Caja Madrid. La institución nacía, por tanto, con un doble objetivo: facilitar préstamos a los “vivos” y financiar misas y novenas a los “difuntos”.

En “colonias” se fundaron Montes de Piedad en Nueva España (1536), Perú (1543), Nueva Granada (1739) y Río de la Plata (1776).

¿Desarrollan todavía hoy la misma actividad?

Yo creo que sí. Hoy existen en España 22 “montepíos” activos, todos ellos dependientes de otras tantas cajas de ahorro. En épocas de crisis suelen generar una mayor actividad. A finales del año 2007 el saldo vivo de los préstamos concedidos por los Montes de Piedad era de 171 millones de euros, materialiados en 367.200 préstamos. Durante el año 2008 el volumen de las nuevas transacciones se incrementó un 20%. Su actividad había menguado desde los años sesenta, pero recientemente ha vuelto a rebrotar con fuerza. El perfil del cliente también ha cambiado: actualmente muchos son emigrantes sudamericanos o norteafricanos en cuyos países existe gran tradición en préstamos prendarios. Más recientemente, con la crisis global, se habla de la llegada de colectivos tradicionalemente de mayor poder adquisitivo, como pequeños empresarios, ejecutivos, etc.

¿Y cómo funcionan realmente? ¿Qué productos se aceptan en prenda? ¿Qué pasa si no se devuelve el préstamo?

Normalmente, joyas. Preferentemente oro. El préstamo suele ser a un tipo de interés relativamente bajo, pero superior al Euríbor. Se puede ir renovando, pero si finalmente no se paga, la pieza en garantía sale a subasta pública. Precisamente en estos momentos, se está poniendo en marcha una web colectiva de varios montepíos, tipo “eBay”, para realizar subastas por Internet.

¿Y las piezas salen baratas a las subastas?

Para que se haga una idea, si usted empeña una piezad que es tasada en 100, (las piezas de oro se valoran al peso y los diamantes según el mercado de Amberes) se le concederá aproximadamente un préstamo del 70%, es decir, 70. Se calcula que con el 30% restante se cubren los costes del montepío. Si finalmente no paga, saldrá a subasta con precio inicial igual al valor de tasación de aquel momento, y que habitualmente, dicen los expertos, es la mitad de lo que le cuesta en una joyería.

Y si hay pujas y se adjudica a un precio mayor, ¿la diferencia es beneficio para el Monte?

No. En absoluto. El Montepío sólo se queda el importe equivalente a la deuda; la diferencia se le  abona al cliente. Ésa es la esencia de la labor social y asistencial de los Montes de Piedad.

¿Y si no hay adjudicación y la subasta queda desierta?

El Monte valora (tasa) primordialmente el contenido en oro de las piezas. Para recuperar el préstamo cuentan primordialmente con las subastas, pero en otro caso, les queda el camino de la fundición y la venta del oro. Los Montes no quieren hacer negocio: buscan ofrecer una salida a las personas que atraviesan una situación difícil. Las tasaciones son rigurosas, pero no abusivas.

Las cajas de ahorros como tales, ¿cuándo se iniciaron en España?

Nacieron también con cierto retraso respecto a otros países, y casi siempre ligadas a Montes de Piedad anteriores, o creadas simultáneamente.

La Caja de Ahorros más antigua fue fundada el 24 de febrero de 1834 en Jerez de la Frontera por el Conde de Villacreces, según se menciona en la Real Orden de 3 de abril de 1835. Desapareció al poco tiempo y tuvo que volverse a crear por Real Orden de 19 de noviembre de 1859.

Al año siguiente, 1835, la reina Regente María Cristina de Borbón “instó a los gobernadores civiles a que impulsen en sus respectivas provincias la creación de cajas de ahorros, implicando en esta tarea a las personas ‘pudientes’ y con ‘espíritu filantrópico’ o disponiendo de los medios públicos que fueran necesarios al efecto”.

Inmediatamente, surgió una cantidad importante de cajas por todo el territorio español. En estos casos, quedaron vinculadas a los Montes de Piedad, ya fueran de creación anterior o simultánea a la Caja de Ahorros. Sus principales objetivos eran canalizar el ahorro popular hacia la inversión y realizar una labor social en sus respectivos territorios. Unos objetivos que se mantienen idénticos en nuestros días.

fuente: ECONOMÍA COTIDIANA Diálogos inteligibles sobre nuestras finanzas de cada día   (JORDI CARBONELL)


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