Sevilla: Un paseo para Colón (8/8)
Paralelo a las aguas quietas del río Guadalquivir, Sevilla es dueña de un paseo que sintetiza las páginas más gloriosas de su historia.
Hubo un tiempo en que la ciudad acababa aquí, a orillas del gran río andaluz. Pero hoy, frente a los puentes y a la sombra de la Torre del Oro, el Paseo de Colón parece el centro de una urbe embelesada en su belleza y su irrefrenable atracción.
Recto como el tronco de una palmera, el Paseo de Colón es una de las salas de estar más apetecibles de la capital del sur. Es un paseo para ociosos, diletantes e inspirados poetas.
Retratado mil veces durante el romántico XIX, el paseo que lleva el nombre del descubridor de América sintetiza las grandezas de la gran ciudad: la historia de la Torre del Oro, en aquellos días en que ejerció de baluarte almohade; el coso de la Maestranza, testigo de tardes de gloria a la que se han asomado los más celebrados diestros de la fiesta nacional, y los puentes de Triana y San Telmo, obra de la ingeniería decimonónica el primero y de la segunda república el segundo, que simbolizan la modernidad de una ciudad capaz de doblegar al más insensible viajero.