El Manchester United anunció a Nike hace tres meses su intención de estudiar nuevas propuestas al entrar en el último año de contrato y el interés mostrado tanto por Puma como por Warrior puso en alerta a la multinacional norteamericana, claramente en desventaja en lo que a patrocinio de clubs se refiere ante el otro gigante del sector, Adidas.
El año pasado las negociaciones que inició Nike con los ejecutivos del ManU se rompieron por cuanto la firma de Oregon no estaba dispuesta a aumentar los 30 millones de euros que pagaba anualmente desde hacía trece años y un dirigente del club, en febrero, admitió abiertamente que “estamos en conversaciones con varios proveedores”, en lo que era un aviso en toda regla.
El rumor de que Warrior, que viste al Liverpool hasta el año 2020 a razón de esos 30 millones de euros, estaba dispuesta a alcanzar 50 millones anuales y que Puma, que acaba de firmar con el Arsenal por 36 millones, también llegaría a esa cifra, puso a Nike contra la pared, acelerando en las últimas semanas una negociación que ayer se dio por hecha.
La multinacional logró un acuerdo a largo plazo para paliar el alto coste pero el Manchester United arrancó el mayor contrato jamás visto. La noticia llega semanas después de concretarse el trato con Chevrolet, que lucirá en la camiseta del equipo los próximos cuatro cursos a razón de 24 millones de euros. El Manchester United está en crisis. Y grave. Pero su nombre sigue siendo el más poderoso en el fútbol mundial.