Las canas de ellos

Publicado el 04 marzo 2014 por Angela Monasor @AngelaMonasor

Después de la desastrosa moda del “Just for men” de los 80 y 90, mi padre se dejó de teñir el pelo y luce canas. La mayor parte de la gente le dice que le queda bien. Mi madre sin embargo, sigue dependiendo de “Lady Grecian” y sus modernos derivados. Una mujer con canas parece vieja, o eso nos han hecho creer.

Tintes “sólo para ellos”

En realidad, da igual si las canas te empiezan a salir a los 20 (como fue mi caso) o no llegan hasta los 60. Si eres mujer, los cuarenta marcan tu vida. Y no precisamente porque la gente espere que te compres un deportivo y salgas con un tío bueno si los cruzas soltera, sino porque es probable que tu ginecólogo te recuerde que se te hace tarde para llamar a la cigüeña. No es broma, hace poco leí el estado de una conocida en facebook que relataba que esto mismo le había ocurrido en su última revisión, recién pasados los treinta y cinco.

A estas alturas no lo vamos a poner en duda: las mujeres nacemos con una cantidad de óvulos determinados y a partir de una edad se van acabando, los que quedan no funcionan igual de bien que los primeros… y asi hasta que llega la menopausia. Sin embargo los hombres no tienen este problema, pueden tener hijos cuando quieran… ¿Seguro?

Pues el caso es que la fertilidad en hombre está documentada hasta los noventa y tantos años. De hecho, la infertilidad debida a la edad avanzada se suele deber más comúnmente a problemas funcionales – falta de erección–  que a graves cambios en la calidad del esperma. Así que, mientras puedan, los hombres pueden tener hijos cuando quieran. ¿Seguro?

La verdad es que, de un tiempo a esta parte, se han publicado una serie de investigaciones que relacionan el incremento de la edad paterna con ciertos defectos o enfermedades. Por ejemplo, ciertos estudios sugieren que las mujeres que se quedan embarazadas de hombres de cierta edad, tienen un mayor riesgo de sufrir un aborto. Otras investigaciones apuntan a que los niños con padres mayores de 40 años tienen mayor riesgo de padecer autismo que los hijos de menores de 30. También se ha descrito relación entre la aparición de enfermedades mentales y la mayor edad paterna. Pero repito, se trata sólo de relaciones, y como se suele decir “relación no implica causa”. Es decir, si yo engordo en la playa, no es porque la arena o el mar engorden, quizá sean los helados.

Espermatozoide recibiendo la medalla de oro

Por eso, las investigaciones a día de hoy se centran en buscar el mecanismo por el que estos dos puntos podrían estar relacionados. Veamos: mientras que las mujeres nacemos con un número determinado de óvulos (y por eso se nos acaban), los hombres producen esperma continuamente; durante toda su vida. Como cualquier otra maquinaria, el cuerpo se desgasta, y los espermatozoides producidos después de los 40 tendrán más mutaciones, que se transmitirán a los hijos, pudiendo dar lugar a las diferentes enfermedades. De hecho, en un estudio realizado el año pasado en Islandia, se calculó que un hombre de 36 años pasaría dos veces más mutaciones a su descendencia que uno de 20, y que un octogenario pasaría ocho veces más mutaciones.

Sin embargo, las mutaciones a menudo no tienen ningún efecto: deben acumularse muchas, o ocurrir una en una región muy importante de nuestro ADN para que haya un defecto grave en el hijo.

De todos modos, lo fundamental no es si los hombres tienen – o no – un pequeño reloj biológico. Lo importante es que luchemos para que las mujeres no sintamos que el nuestro se nos echa encima: por exceso o por defecto. Lo importante, al fin y al cabo, es que “George Clooney” pueda ser una mujer.